Capitulo 5

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Pude apreciar como el mayordomo entraba apurado al despacho de mí padre con un sobre en la mano. No le di demasiada importancia, era cosa de todos los días que Alfred estuviera nervioso o ansioso.

Seguí mi camino hasta la sala de estar de mí madre, lo que sea que quería decirme tendría que ser rápido, el Duque Bonavota estaba dándonos problemas a la hora de firmar el contrato para la venta de sus tierras, si no resolvía eso lo más rápido posible entonces todos los demás trabajos se acumularian y retrasarían.

Estaba pensando en ello cuando entre al salón y vi a mi madre sentada frente al ventanal, se veía hermosa. A pesar de los años que tiene sigue siendo una mujer con una belleza envidiable para las demás damas de su edad, además de su inteligencia y astucia.

-Aquí estoy, madre -Llegue hasta su lado, cuando giró para verme me regaló una sonrisa.

-Casian, siéntate y disfruta del té conmigo -Hice lo que me pidió y tome asiento frente a ella-. Verás, el motivo por el cual te mandé a llamar tan urgentemente tiene que ver con tu futuro y el futuro de la familia.

-¿De qué hablas, madre? Sé más clara, por favor -Le pedí mientras tomaba otro sorbo del té de manzanilla que me sirvieron.

-Tu mejor que nadie sabe que tú hermano Blaine no quiere contraer matrimonio como tampoco quiere el cargo de Duque Castiello. Por lo tanto estuvimos hablando con tu padre y llegamos a una decisión.

-¿Qué decisión sería esa?

-Lady Visconti iba a ser la prometida de Blaine, habíamos acordado una unión entre las dos familias desde hace tiempo. Debido a que Blaine se niega a sus obligaciones todo recae en ti, hijo.

-O sea, que...

-Lady Visconti será ahora tu prometida -Afirmó para luego agarrar un bocadillo de la mesa.

-Madre, no conozco a la señorita Visconti, creo que sería mejor me comprometa con alguna señorita que conozca y además de...

-Pero si la conoces -Me interrumpió-. Además, este compromiso traería grandes beneficios para las dos familias, nuestro estatus sería más alto, ni hablar de todo el poder y dinero que generarían las empresas de las dos familias al unirse. Además de que podríamos controlar ramas fundamentales en el imperio: los caballeros, el petróleo, la minería y los doctores.

-Puede que sea una buena idea de ganar-ganar.

-¡Es que lo es! -Dijo contenta mí madre mientras que yo me quedé meditando por unos segundos la idea.

No sonaba mal, sabía que tarde o temprano me arreglarían un compromiso solo que imaginaba que sería con alguna señorita de las que frecuentaba o que ya conocía.

-Dijo que ya conocía a la señorita, puedo preguntar ¿De dónde?

-Casian -Me sonrió con ternura-. Tú y tu hermano jugaban con ella cuando iban a palacio a acompañar a tu padre, siempre volvías con una sonrisa y me contabas todo lo que hicieron en el día con mucha emoción.

-Creo recordar un poco sobre una amiga de mi niñez pero el recuerdo es vago...

Después de terminar la charla y tomar el té, mi madre me pidió que me preparará para el baile a beneficio.

Cómo siempre, papá y yo estábamos esperando en el salón a que mí madre terminará de prepararse así podríamos partir. Cuando por fin bajó pudimos irnos hacia palacio. El lugar estaba lleno de nobles, apenas pisamos el salón mí madre fue hacia las demás damas para charlar, pude ver cómo se acercó directamente a la Duquesa Visconti y empezaron una charla agradable, conclusión a la que llegaba debido a las risas y sonrisas que se daban.

-Deberías buscar a la que será tu prometida para poder tener un primer acercamiento a ella -Me recomendó mi padre, a lo que lo miré arqueando una ceja.

-¿Cuando anunciarán el compromiso?

-De aquí a tres días, tal vez menos -Tomó una copa de uno de los mayordomos que pasaban-. Todo depende de tu madre, está tan entusiasmada que es capaz de anunciar el compromiso ahora mismo -Dirigió su mirada a mí madre y vi cómo la miraba con ternura y amor.

-¿Cree que llegaré a quererla por lo menos la mitad de lo que usted ama a mi madre?

-Cada amor es diferente, Casian. Mira a tu alrededor, hay más de 100 personas distintas en esta sala y al mismo tiempo hay más de 100 maneras distintas de amar. Con el tiempo ustedes se ganarán el cariño del otro, o tal vez no. Todo depende solo de ustedes dos, hijo.

Lleve la copa de vino hacía mi boca mientras meditaba sus palabras. Tenía razón, el futuro es incierto, podríamos llevarnos bien como también podríamos no hacerlo. No debería preocuparme por eso, primero tendría que conocerla.

-Iré a dar una vuelta, permiso.

No sé por cuánto tiempo estuve vagando por palacio hasta que llegue a un pasillo donde escuché unas voces, no podía escuchar con claridad lo que decían pero si distinguía que eran un hombre y una mujer. Me fui acercando y pude ver al Príncipe Ramsés abrazando a Lady Visconti, me pareció interesante de ver.

Al parecer mí futura prometida mantenía una relación amorosa con el segundo príncipe, de solo pensar eso sentí como el estómago se me revolvió, no estaba dispuesto a estar con alguien que me sería infiel a pesar de que el matrimonio sea arreglado.

Pude ver claramente cuando ella se alejaba de él solo para agarrar sus mejillas y hablarle lenta y cariñosamente para luego dejar un beso en una de sus mejillas y huir pero mientras corría no se dio cuenta de mi presencia y terminó chocando contra mi pecho, estuvo a punto de caer cuando reaccione y envolví su cintura con mi brazo.

Alzó su mirada hacia mí y quedó mirando mis ojos en silencio, pude detallarla mientras ella seguía paralizada en mis brazos. Era una mujer hermosa, tenía unos ojos color verde claro y el cabello tan negro como la noche.

Estaba perdido en ella cuando me percate de la mirada de odio que tenía el Príncipe para mí. Lentamente saque mi brazo de su cuerpo, no quería dejarla ir. En todo el tiempo que pasó desde que chocó conmigo no deje de mirarla incluso cuando el príncipe la apartó de mí lado para ponerla detrás de él, pero luego escuché la voz de Ramsés rompiendo la burbuja que se armó alrededor de Lady Visconti y yo.

-No voy a repetirlo dos veces -Me habló el Príncipe entre dientes, no podía disimular el enojo que tenía en ese instante lo cual me causaba gracia pero no podía reírme en un momento así.

-Perdone, majestad -Hice una pequeña reverencia para mostrar mis respetos-. Mi nombre es Casian Castiello y me temo que usted es quien está actuando imprudentemente -Le señale-, por favor no se meta en los asuntos que tengo con mi prometida.

Volví a mirar a la muchacha, a pesar de tener a una persona entre nosotros igual podía verla un poco y pude apreciar cómo me veía de arriba a abajo hasta terminar su recorrido en mis ojos. Me sonrió y puedo jurar que estábamos pensando lo mismo.

Este compromiso sería muy interesante.

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