Capítulo 57

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El cansancio que tenía mi cuerpo se hizo presente como si de una explosión se tratase, apenas mi cuerpo tocó la cama me quedé sumida en un sueño profundo.

Cuando desperté al día siguiente fue porque sentí unas manos moviendo mi brazo bruscamente. Desperté sorprendida viendo a la persona que era culpable de interrumpir mi sueño.

-¡Lara! -Grité sorprendiendo a la mencionada.

Lara sacó sus manos de mi cuerpo y me miró con ojos muy abiertos.

-Lo siento, señorita -Sonrió con pena-. Es que no despertaba, la llamé más de cinco veces y nada.

La miré mal, tratando de transmitirle todo el mal humor que tenía, me senté en la cama y solté un bostezo. Las ventanas se encontraban abiertas y tres sirvientas estaban dando vueltas alrededor de la habitación acomodando todas las cosas.

Pusieron la tina, de la que humeaba por el agua caliente, y una mesa pequeña al lado con algunas sales de baño y aceites.

Rasqué un poco mi cabeza y cerré los ojos por unos segundos, segundos que Lara volvió a interrumpir.

-Señorita...

-¿Qué sucede, Lara? -Pregunté en un suspiro.

-Solo me aseguraba de que estuviera despierta.

Sin esperar respuesta alguna de mi parte ella me sacó las sábanas de encima y se quedó esperando a que saliera de la cama. Di un suspiro y me levanté con pesar, las otras dos muchachas se acercaron a mí, una de ellas llevaba consigo un recipiente con agua y al lado tenía a otra de las sirvientas con una toalla de mano. Limpié mi cara y empecé a desvestirme, dejando mi pijama tirado en el suelo.

Me sumergí en la tina y cerré mis ojos, empecé a relajarme pero recordé la imagen de Lara saliendo de la habitación de la Duquesa y eso hizo que automáticamente me tensara.

Miré detenidamente los movimientos que Lara hacía, mientras ordenaba mi cama o iba en busca de mis vestidos, nunca la perdí de vista.

Pero, ¿Ella sería capaz de traicionarme? Era una de las personas que me vio crecer, incluso creció conmigo, la consideraba mi familia pero tenía la certeza de que en el mundo no hay nada seguro en el mundo, no debo dar nada por hecho y en este momento mis dudas por Lara eran tantas que no metería las manos al fuego por ella.

-Salgan todas -Las mucamas me miraron sorprendidas- ¿Acaso no me escucharon? -Fruncí el ceño, una a una empezaron a salir y cuando fue el turno de Lara la detuve- Tú no, quiero hablar contigo, Lara.

Ella se me acercó con cautela. Al ver mi rostro serio se puso en alerta y ni siquiera me vio a los ojos.

Fueron minutos en los que no hablé pero podía sentirse la tensión en el aire, ella tampoco se molestó en abrir la boca y soltar algunas palabras así que el silencio se prolongó por un poco más de tiempo.

Cuando me pareció haber estado lo suficiente en la tina me puse de pie y miré a Lara desde mi lugar.

-¿La bata? -Rompí el silencio.

Ella fue rápidamente en busca de la bata para luego ponermela, en cuanto salí de la tina me senté frente al tocador y ella se quedó parada detrás de mí, todavía sin hablar y sin mirarme a los ojos.

-¿No me peinaras? -Pregunté mirándola por el espejo.

-Con gusto, señorita -Fue lo único que salió de su boca.

Mientras que mi cabello era peinado por ella no podía evitar pensar en lo que pudo haber pasado entre Lara y la maldita Duquesa, pero cualquier escenario existente en mi cabeza solo hacía que mi enojo y curiosidad crecieran más.

-¿Qué hacías en el cuarto de la Duquesa? -Pregunté sin rodeos cuando ya no pude contenerme.

Lara dejó caer el cepillo al suelo y por primera vez en horas me miró a los ojos, aunque sea a través del espejo. Se quedó paralizada, sin saber qué decir o hacer.

-¿No me responderás? -Insistí.

Ella se tiró al suelo, cosa que me sorprendió tanto que me levanté de golpe y la miré como si le hubiera salido un tercer ojo.

-¿Qué carajo? -Susurré.

Lara empezó a llorar y yo no sabía qué hacer. Mordí mi labio inferior y miré alrededor de toda la habitación en busca de algo, no sé qué cosa, que pudiera calmarla.

De repente ella se arrastró hasta estar a mis pies, tomó mis piernas con sus manos y descansó su cabeza en mí.

-Lara, compórtate -Le exigí- ¿Hablarás?

Ella solo asintió con la cabeza, le di unos segundos más, esperando que se calmara y empezara a hablar, pero seguía con el llanto. Cuando me harté definitivamente de todo el número teatral que estaba ocurriendo la empujé con la rodilla de manera suave.

La conocía desde que era una niña pequeña, podía diferenciar perfectamente cuando actuaba y cuando no, la conocía tan bien que sabía que ella no sería capaz de llorar ni siquiera si mataban a su madre frente a sus ojos y no por ser alguien insensible ni mucho menos, sino porque su manera de enfrentar las circunstancias hacía que entrará en un bloqueo en el que no reaccionaba de manera alguna.

Lo que sucedía frente a mis ojos era tan solo una actuación de mal gusto.

Cuando le di el pequeño empujón terminó en el suelo mirándome ofendida, aún con lágrimas en sus ojos.

-No puedo creer que la señorita me trate con tanta frialdad.

-¡Por favor! Nos conocemos desde que nacimos, prácticamente, deja el papel de víctima que no te queda -Le dije mientras pasaba a un lado de ella para tomar asiento en la mesa cerca de una de las ventanas-, el papel de bruja, en cambio, te quedaría perfecto.

-Me halaga -Respondió con sarcasmo.

-Viendo que dejaste tu teatro de lado, ¿Me explicaras lo que sucede?

Se puso de pie, caminó y tomó asiento en la silla frente a mí. Dio un suspiró y me miró fijamente.

-Ella quería que le contara las debilidades o los secretos de usted, señorita -Me tensé-. Intentó extorsionarme, incluso me amenazó.

-Supongamos que creo en todo lo que dices -La interrumpí-, entonces, ¿Por qué saliste del cuarto con la ropa desaliñada y despeinada?

-Bueno...

-¿Bueno?

-Luego de intentar amenazarme y ver que no funcionó -La cara de Lara empezó a tornarse roja-, ella intentó seducirme, pero terminé seduciéndola yo a ella y...

-¡No puedo creerlo! -Exclamé sorprendida y con una sonrisa creciendo en mi rostro- ¡Lara, te acostaste con la Duquesa!

Mi mucama se sonrojo aún más y yo solo me regocijaba en las buenas oportunidades que el destino ponía en mi camino, oportunidades que claramente iba a aprovechar y exprimir todo lo que podía de ellas.

-Mi querida Lara -Reí-, nunca estuve más feliz de tenerte a mi lado.

CielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora