Capítulo 50

85 8 1
                                    


Abrí los ojos de golpe, el sudor me empapaba el cuerpo y la cara, sentía que el aire no era suficiente, me estaba ahogando. Me levanté tan rápido de la cama que sentí como todo a mi alrededor empezó a girar y tuve que sentarme. El corazón me latía mil veces más rápido de lo normal, la cabeza me dolía como si fuera que me la hubieran pegado con una piedra.

Mire todo mi cuarto y, a pesar de que desde mi perspectiva todo estuviera girando, pude ver la figura de un hombre frente a mí.

-Mi querida niña -Susurró una voz que pensé nunca más escuchar.

-¿Papá?

Luego todo se torno negro.

No sabía con exactitud cuánto tiempo estuve inconsciente. Podía recordar ver hacía la ventana y que todo estuviera oscuro, así que cuando volví a despertar asumí que solo habían pasado un par de horas.

Me encontraba nuevamente acostada, solo que ahora tenía a alguien sentado a mi lado, recostado en la cama y tomándome de la mano con fuerza.

Todo estaba tranquilo, parecía un mal sueño, un chiste de mal gusto pero tenía la certeza de que lo que había sentido, visto y oído había ocurrido de verdad.

La persona a mi lado se movió mientras apretaba más mi mano, se estaba despertando. Espere a que abriera los ojos y se pusiera derecho, me vio sorprendido.

-¡Lady Athanassia! -Dijo mi nombre sorprendido- ¿Cómo se encuentra?¿Está bien?

-Sí -Respire profundo-, ¿Qué sucedió?

-No lo sé, una de las mucamas vino desesperada a la oficina del Duque, la encontró inconsciente tirada en el suelo.

Casian se quedó en silencio sin sacarme la vista de encima, no sabía qué decirle. Parecía querer hablar pero al mismo tiempo se negaba a hacerlo. Soltó un suspiró y agachó la cabeza.

-¿Se encuentra bien? Me tiene rompiéndome la cabeza tratando de entender que es todo lo que pasa a su alrededor, tratando de pensar que hacer para poder acercarme aunque sea un paso a usted.

-Por favor, ¿Podría dejarme sola?

Él me miró dolido, como si le hubiera dado una bofetada mientras tomaba su corazón y lo pisoteaba.

¿Era mucho pedir tener un momento tranquilo?

Casian, por todo lo que me demostró, se merecía cosas buenas, hermosas, pero yo no podía darle nada bueno en estos momentos. Nunca, de hecho.

De solo pensar que su padre fue el causante de la muerte del mío hacía que algo dentro de mi ardiera, me daba asco y enojo a niveles que nunca podría haber imaginado que podía experimentar.

¡Al carajo Casian!

Todo me estaba sobrepasando, tenía que calmarme o me volvería loca. Hay prioridades y él no es una de ellas, debía dejar de jugar a la prometida dulce y hacer lo que hacía falta.

Escuché el sonido de la puerta cerrarse, ni siquiera me percate cuando fue el momento en el que se dirigió a la puerta, pero me había dejado, por fin, sola.

Pero esa soledad tan querida me duró menos de un segundo, cuando apareció Astello. Solté un quejido sin poder evitarlo y él me miró entre sorprendido y divertido.

-Al parecer he venido en un mal momento, mi lady.

-A ti no te importa el momento que sea, siempre llegas a arruinarlo -Me seguí quejando.

Él no le dio mayor importancia a lo que yo le decía. Me hizo un gesto con las manos, al principio no le entendí y solo puso una nueva de fastidio.

-Que te muevas y me dejes un lugar en la cama, Athanassia -Dijo con cansancio.

Acaté su orden y de un segundo a otro estábamos los dos, sentados en la cama con las piernas extendidas y con la mirada al frente.

-¿Me explicaras que fue todo lo que pasó?

-Así es -No lo veía pero estaba segura que tenía una sonrisa en su rostro- ¿Con qué quieres que empiece?

-El sueño, ¿Qué carajos fue ese maldito sueño?¿Por qué maté a Casian?

-Verás, mi querida amiga, lo que soñaste fue una pequeña demostración de lo que tendría que pasar.

-Lo vi desde sus ojos, ¿Por qué?

-No lo sé -Se encogió de hombros, restándole importancia-, tal vez para que sintieras lo que sir Casian sentiría si pasara. La traición, el dolor, la admiración.

-O tal vez solo eres un sádico y querías que experimentará el dolor de Casian en carne propia.

Sonrió. Di en el clavo.

Astello era solo un ser sádico que disfrutaba todo lo que trajera dolor a alguien ajeno a su persona. Veía todo como si fuera una puesta en escena, una obra de teatro que lo entretiene y si pierde esa chispa de emoción, si le aburre, mete sus manos y maneja la situación a su antojo para volverlo emocionante.

Si Astello perdía la emoción que sentía por todo lo que pasaba a mi alrededor podrían suceder dos cosas: la primera, por fin me dejaría en paz pero perdería un arma muy valiosa; la segunda, se pondría en mi contra y todo podría salir muy mal para mí.

En cualquiera de los dos casos sería un final completamente malo para mí.

-Lo que pasó cuando desperté, ¿Qué fue eso?

-Lamento decir que para eso no tengo explicación.

Lo miré sin poder creer lo que me decía, ¿No tenía explicación?¿Acaso no fue él la causa de lo que me pasó al despertar?

-Exactamente, no fui yo el causante de eso, mi lady -Sonrió y me dio una caricia en la mejilla.

-No bromees conmigo, ¿Qué otra explicación podría haber si no eres tú?

-Tal vez, solo tal vez -Se puso de pie y me dio la espalda-, tu querido padre interfirió en lo que estaba haciendo.

-¿Qué?

No podía creerlo, no podía ser cierto.

¿Mi padre? La persona que apareció cuando desperté… ¿Era él realmente?

-Pero no te preocupes -Habló haciendo que volviera mi atención a él-, no volverá a pasar.

-Quiero verlo -Susurré- ¡Quiero verlo! -Volví a repetir, esta vez con mayor fuerza y seguridad.

-Lo lamento -Me miró con lástima-, los muertos no pueden interferir con las cosas que les competen a los vivos.

-¿Qué quieres decir? -Me estaba desesperando- Entonces, ¿Cómo es que apareció aquí?¿Por qué no puede volver a hacerlo?

Me acerque y lo tome de los hombros, él seguía mirándome con lástima. Odiaba que me miraran con lástima.

-Lo siento, pequeña -Puso su mano en mi cabeza y la acarició-. Tu padre fue una excepción, lo que hizo fue un error, interferir aunque sea unos segundos traen consecuencias.

-Astello… Por favor -Supliqué.

-Lo siento -Dijo al mismo tiempo que negaba con la cabeza.

Abrí la boca, para seguir intentando, después de todo no perdía nada, pero solo una mirada de Astello me bastó para cerrarla y callarme.

Alguien tocó la puerta, terminando con la charla sobre mi padre que tenía con Astello.

-Abre la puerta, esto te interesará.

Sin darle otra mirada, hice lo que me pidió.

CielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora