Capitulo 6

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Podía notar la tensión en el aire, el Príncipe Ramsés se encontraba reacio ante la idea de dejarme a solas con Lord Casian, no entendía el porqué, después de todo anunciaremos nuestro compromiso en poco tiempo. No importaba si nos vieran en una situación comprometedora o no, de hecho todos la mayoría de los nobles en el imperio ya sabían sobre el compromiso y algunos sirvientes también, solo restaba hacerlo oficial.

-Majestad, me disculpo por mi imprudencia pero quisiera que nos deje a solas.

-No dejaré a Lady Athanassia sola, Lord Casian.

-Pero si hace unos instantes estaba a solas con usted, Majestad -Casian dejo de mirar a Ramsés para tener su atención en mí y acto seguido tomó mi brazo-. Solo quiero unos minutos para poder charlar, señorita Athanassia.

Medite por unos segundos, no había nada malo en hablar con el que sería mi futuro marido, de hecho quería conocerlo y ¿Qué mejor oportunidad que está? Todos están ocupados en el baile y no tendríamos interrupción alguna.

-Muy bien -Los dos hombres frente a mí me miraron, uno con intriga y otro con descontento-. Por favor, majestad, déjenos solos.

-No te dejare sola con un sujeto que acabas de conocer, Athanassia -Se rehusó Ramsés a lo que lo mire mal.

-Se cuidarme sola -Solté de mala manera-. Además usted no tiene porqué meterse, majestad. Este es un asunto que no le concierne, es solo entre mi prometido y yo.

Pude observar como una pequeña sonrisa se formaba en la cara de Casian pero no estaba segura si era una sonrisa o una mueca, mientras tanto la cara de Ramsés se transformó en una mueca de enojo.

-De acuerdo -Aceptó por fin.

Ramsés suspiró, nos dio una mirada a mí y a Casian para luego desaparecer entre los pasillos del palacio. Observe a Casian mientras estaba distraído, sus ojos celeste eran casi tan hipnóticos como los ojos carmín del hombre de la otra noche, que ahora que me daba cuenta su identidad seguía siendo una incógnita para mí.

-Ya que no hay distracciones -Dijo logrando captar mi atención-, me gustaría poder conocer a la persona que será mi esposa, si no le molesta podríamos caminar mientras charlamos.

-Me parece bien, señor.

Extendió su mano hacia mí para que lo agarre y comenzamos a caminar, hicimos el trayecto hacía el jardín del palacio en silencio, yo tenía mi mano enganchada con su brazo y a pesar de que ninguno estuviera hablando no era un silencio incómodo sino que se sentía bastante reconfortable. Llegamos a un banco que estaba frente a una fuente hermosa y tomamos asiento.

-Según mi madre nos conocemos desde que éramos niños -Le informé-, pero me temo que no logro recordarlo.

-No se preocupe, éramos demasiado pequeños. Mi madre me dijo lo mismo, debo confesar que tengo vagos recuerdos de una niña con la que mi hermano y yo jugabamos en el palacio. De hecho creo recordar que una de esas veces en las que estábamos juntos esa niña me tiró a esta fuente.

Me sonroje, no recordaba haberlo hecho pero de igual manera me avergonzaba.

-¿Qué hay de su hermano mayor? Al parecer también lo conozco a él pero la realidad es que ignoraba la existencia de cada uno hasta hace poco -Cambié el tema rápidamente a lo que él se dio cuenta y me dio una sonrisa.

-De hecho usted iba a ser la prometida de mi hermano y no mía.

-¿Y qué sucedió? -Ya me había picado el bichito de la curiosidad, venía la lluvia de preguntas, que bien.

-Bueno -Se quedó pensativo por unos momentos para luego responder-. No le interesa mucho que digamos lo que tiene que ver con la nobleza, títulos, ni nada de esto en lo que vivimos, para él es mucho mejor y más valioso viajar por el mundo conociendo otras culturas y adquiriendo otro tipo de información, le interesa una vida completamente distinta a esta.

-¿Cómo es que sus padres dejaron que haga eso? -Me intrigaba el hecho de que sean permisivos a la hora de dejar que su primogénito deje de lado las responsabilidades que conlleva ser el primer hijo de un Duque.

-Nuestros padres nos entienden bastante, prefieren que tengamos una vida que disfrutemos a que seamos infelices. En palabras de ellos: “Una vida bien vivida es una en la que disfrutamos lo que hacemos y no nos quedemos con las ganas de hacer las cosas solo por lo que piensen los demás”.

-Es una frase muy cierta, tienen una cierta manera de libertad que casi nadie, por no decir nadie, tiene hoy en día y menos en este imperio. Todos se preocupan por los rumores, por las habladurías de los nobles y se olvidan de hacer lo que les gusta, se reprimen para complacer a otros.

-Tienes razón.

Nos quedamos mirándonos fijamente por unos minutos hasta que escuchamos el carraspeo de alguien a mis espaldas. Me di vuelta solo para encontrar a un hombre, de unos 40 o 50 años aproximadamente, con los ojos iguales a los de Casian, fácilmente pude deducir que era el Duque Castiello. Rápidamente me puse de pie e hice una reverencia.

-Es un honor tener el gusto de conocerlo, Duque Castiello.

-Es un honor para mí, señorita Visconti, poder saludarla -Me dio una sonrisa y dirigió su mirada de su hijo a mí-. Veo que por fin se conocieron, espero que Casian no haya sido grosero con usted.

-Todo lo contrario, Duque, Lord Casian se ha comportado muy amable.

-Después de todo los modales me los enseño usted, padre -Alabó Casian.

Al estar frente a los dos pude notar varios rasgos similares. Casian tiene el color de ojos de su padre, al igual que la altura y el porte. Los dos tienen un aura intimidante pero mientras hablan tan cómodamente es como si viera a dos leones jugando entre ellos.

-Está muy callada, señorita Visconti.

-Dígame Athanassia, por favor, después de todo en algunos días se anunciará el compromiso con su hijo de forma oficial y seremos casi familia.

-De acuerdo, Athanassia -Volvió a sonreír.

Era algo raro pero en su sonrisa sentía la calidez y la confianza que sentía cuando mi padre me sonreía. Me sentía a gusto en este momento.

-Por cierto, padre, ¿Estabas buscándome? -Interrogó Casian.

-¡Oh, cierto! Debemos irnos, tu madre no se siente bien, vine para comunicarte eso. Dejaré que se despidan -Me miró con una sonrisa pícara en la cara-. Adiós, Athanassia.

El Duque hizo una pequeña reverencia y partió dentro del palacio.

-Me temo que nuestra charla llega hasta aquí -Habló Casian-. Nos vemos, Lady Athanassia.

Se acercó a mí mejilla y dejó un beso en ella. Me  quedé paralizada, no esperaba eso, Casian en cambio me regaló una sonrisa y partió por el mismo camino que fue su padre.

Me quedé parada en el mismo lugar, con una mano en mi mejilla, completamente sonrojada. Luego de reaccionar me dirigí en busca de mí madre o de Luca para poder irnos también, ya era tarde y no había nada más que valiera la pena en el baile como para quedarnos más tiempo.

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