Capítulo 44: "A favor"

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 no sabía que hacer, sentía una enorme impotencia apoderarse de mi pecho. algo faltaba ahí, había un vacío enorme, que provocaba frío, dolor y sensación de ausencia. algo faltaba. 

algo con ojos verdes y labios de caramelo.  

apreté mis puños en el césped y volví a desgarrar mi garganta con furia, mis manos ahora sucias llenas del verde césped. ella no es la culpable de la mierda de este mundo. me sentía culpable. ella era como una de las cosas blancas e inocentes que quedaban. no debía mancharse. no lo permitiría.  

me levanté con la respiración atorada. gruñí. ¿cuando dejaría de sentirse así? algo me dijo que nunca. no hasta que la tenga enredada en mis brazos y no hasta que mi nariz esté enterrada en su cuello.  

busqué en mis bolsillos, mi teléfono celular. no quería hacerlo. pero era una de las pocas alternativas que me quedaban. deslicé la pantalla hasta que su nombre relucía frente a mis ojos. "Mike". no quería llamarle. ya no le debía nada, y una mierda me había costado salir de sus garras. por su culpa terminé aquí. 

hice una mueca. Mike Herielli era como la mafia de por aquí, y ya lamentable para mi es confesar que he tenido mucho que ver con él. más de lo que me gustaría. gruñí antes de llamar.  

esperé a que la linea timbrara, sonó un par de veces, y su inconfundible vozarrón sonó a través del parlante de mi teléfono. tenía un ridículo acento italiano. manejaba no tan solo las peleas, sino que controlaba el contrabando de drogas, prostitutas, secuestros, peleas de bandas y muchas otras mierdas más. La policía aún no había podido atraparle porque nunca contaba con la evidencia suficiente. mi testimonio era una evidencia suficiente. pero no arriesgaría mi vida por meter a la cárcel a una mierda que probablemente salga libre al otro día. no arriesgaría ni la mía ni la de nadie que me importe. aún así, yo estaba ya muy enterado de su mierda ilegal.  

él era el jodido parásito de Oklahoma.  

—Michael -dijo con su estúpido acento europeo, controlé mis ganas de golpearle- 

—Necesito un favor, Mike -directo al punto, no quería que me enredara en sus negocios, o que diga "accidentalmente" algo que yo no debía haber escuchado y luego estar hasta la cabeza de mierda ilegal, ya me bastaba con las peleas. que muchos problemas me estaban trayendo ahora mismo-

—¿vuelves a mi, Chance? -rió, y daba por seguro que sujetaba su muy estúpida y cliché barriga de mafioso. se seguro ahora mismo debe tener un puto puro entre sus labios gordos- 

—sí pero no me quedaré tanto tiempo contigo. es algo rápido. te pagaré. 

—¿y qué te hace creer que quiero tu dinero? -dijo riendo, sabía que tenía dinero, el muy gilipollas tenía dinero.-

—es un favor, vamos, mike, son trescientos mil dólares -esperé a oír un suspiro desde la otra línea. por favor, era este mi último recurso. por ahora-

—está bien, chance, lo haré. sólo porque me agradas, muchacho. ¿cómo está tu padre? -habló, y un nudo se formó en mi garganta. él muy bien lo sabía. 

—está muerto 

 el silencio que reinó en la llamada me aseguraba que él estaba consiguiendo lo que quería.  

—necesito que busques a alguien. 

—¿es algún tipo de venganza? porque si es así, podría ayudarte, ¿no crees? -gruñí y comencé a caminar hasta una banca- 

—no necesito eso. 

—está bien, nos vemos en cinco minutos -su risa inundó la línea y no pude ocultar mi mueca de desagrado- 

quería contestarle, pero la línea ya se había roto. gruñí mientras guardaba mi teléfono. no me moví del banquillo. sabía que mike llegaría, o alguien, a recogerme. después de un par de minutos, un audi negro se estacionó frente a mi. 

no dudé en subirme a él. después de un par de minutos. me encontraba en la entrada de la mansión de este imbécil. 

esperé hasta que me informaran que ya era seguro bajar, para hacerlo. Entré a su casa, sin pedir permiso. varios de los que se encontraban adentro de miraban sorprendidos, con cara de "¿sabes quién es Herielli?"

no esperé a que me lo preguntasen, sino que simplemente caminé directo hasta su despacho. el gorila que había frente a la puerta intentó detenerme, poniendo una mano en mi hombro. 

gran error.  

Giré de su brazo y en un par de movimientos después de una llave, él se encontraba en el suelo, pasé por su lado y abrí la puerta. ahí estaba la bola de grasa italiana. maldito cerdo.

Greyson chance- Animal in the nightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora