Prólogo

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Una noche temblada, en medio de la oscuridad y el augurio, mi corazón palpitaba con fervor contra las olas de aflicción que se consumía mi pecho con el pasar de los segundos; Sollozando, pegando mis palmas a mi pecho y mi cabello enredado entre las lágrimas que fluyen de mi interior.

Mis pasos enredados y el vestido arrastrando tras todo el lodo, manchado de ese peculiar café y el rojo carmesí de mis propias venas, el sonar de la danza, de los instrumentos melódicos del interior de la mansión se opacaban con el pasar de mis pasos apresurados a la libertad.

¿Cómo, por qué, qué he hecho? Son muchas de mis preguntas que surgen de mi interior, buscando una respuesta, buscando una salida a la conclusión que quizás nunca existieron respuestas.

Fijando mi mirada en la cabellera amarilla quién apunta a mi dirección con una sonrisa maliciosa, iluminando su rostro con su suficiente perversidad al verme en tal estado tan demacrada cómo espantada. Limpiando su palma en su vestido rojo, mi sangre que fue producida mi herida con esas uñas.

Notando cómo dos personas aparecen detrás mía y toman de mi hombros, forcejeando y gritando con furor, buscando libertad cuando siempre me fue arrebatada por ella, por su codicia y egoísmo, cuando jamás deseé lo suyo, cuando jamás lo codicié.

-Sasha.-Me nombra mi hermana, tomando de su otra palma una cubeta líquido, fijando su mirada en mí cuando caigo sobre mis piernas por la fuerza que ejercen sobre mis hombros, jadeando del dolor.-Quedas capturada por ser Amsel.

Destilando el líquido sobre mi cabello y el tinte se borra, mostrando mi verdadera identidad; Entregándome mi hermana a la muerte, confundiendo mis lágrimas con el líquido que pasa en mi rostro, impactada, congelada al destino cruel que me espera.

Sintiendo sus dedos fríos tomar de mi rostro con brusquedad.

-Hija de prostituta y fruto del mismo demonio, tu destino te espera hermanita.-Sonríe con malicia, abofeteando mi mejilla al soltarme y chillo por el movimiento abrupto, sintiendo un sabor metálico en mi paladar.

No, ¡No deseo morir de esta forma!

¡Por favor no!

El Vil Origen del Vínculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora