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Mis piernas se han entumecido por el largo recorrido, logrando un jalón que otro haciendo pasar mi identidad por hombre extranjero, jadeando maldiciendo porque mis pulmones desean la libertad de mi piel enrojecida por el frío, tan pálida que detesto serlo, sonrojada por el frío que perfora mi piel.

Toso con furor, mirando las rejas que detienen mi andar, escabullendo mi cuerpo entre los árboles cuando ambos guardias miran detrás al escuchar un ruido que me sorprende al ver una carroza con bolsas grandes cargando en ella y una manta tapando de ellas. Saliendo ambos guardias para inspeccionar el producto e interrogar al comerciante, asintiendo después de su arduo trabajo y abriendo las rejas.

Aprovecho la distracción, subiendo a la carroza y me escondo en la manta para pasar desapercibida, oliendo el rico olor del pan y no me niego a darle una probada, al oír mi estomago rugir con suma hambre, luego de tan largo recorrido y siendo la luna mi única testigo.

Mordiendo con dulzura el pan que mantiene un sabor dulzón en medio del pan y paso mi lengua por mis labios, comiendo a grandes bocados el pan.

Jamás me hubieran dejado entrar con mis ropas y menos que haya venido a pie, ¿Qué clase de dama Stein sería con tales pintas? Nadie debe saber que estuve aquí.

Me sacudo al no percatarme que ya había parado y saber en que momento bajo de la carroza y la luna ya alumbraba mi rostro, abriendo mi boca con asombro aún con el pan en mi boca, mientras el anciano fruncía el ceño y su rostro se tornaba rojo del furor.

Sin mediar palabra con él, bajo de la carroza y salgo corriendo, sabiendo de sobra a que dirección irme, aunque no tenga idea de la habitación de Matías, al menos sé en que lugar queda en donde entrenamos todos los días.

-¡Un ladrón, atrapen al ladrón!

Los guardias reaccionan de pronto a mi presencia, deseando pasar ese pasillo que me da al único acceso al que quiero, sacando sus espadas y lamo mis labios aún con el sabor dulzón del pan en mi paladar y saco una sonrisa socarrona.

-¿Seguros?-Saco de igual manera mi espada, sé que no he practicado con espadas reales con Matías y sólo con palos, pero esto sería como una pelea a puños, me es muy fácil esquivar y huir, es mi talento. No obstante, jamás olvido el mejor consejo que me pudo dar. 

"Si muestras suficiente seguridad en tus palabras, aunque sean mentiras, ellos pueden retroceder."

Le doy otro mordisco al pan y tiro de él al suelo.

-Ni estaba tan rico panadero.-Suelto, jugando con la espada entre mis dedos, con agilidad y posando mi cuerpo cómo en batalla de combate, mientras los guardias inspeccionan mis pasos y movimientos, rodeando mi cuerpo y dejando un leve espacio, río sin gracia.-¿Tan cobardes, me atacarán todos al mismo tiempo?

Ni doy ni tiempo a que respondan cuando doy un brinco y preparo mi espada para atacar de frente, en instinto de supervivencia del guardia de enfrente, pone su espada frente su cabeza, sin embargo lo engaño con agilidad cuando resbalo entre sus piernas y me pongo sobre mis pies, corriendo directo entre los pasillos.

-¡Idiotas!-Regaña el panadero.

-¡Un ladrón se ha metido a la mansión!

Oh vamos, soy todo menos ladrona y tampoco soy hombre.

Mis piernas quieren desistir, temblando con cada paso que doy por el horrible cansancio y cuestionando entre mi mente y yo, ¿Qué diablos estoy planeando, a qué venido exactamente? Sé que deseo, lo que quiero, pero acaso...¿Puedo ser sincera con él, confiar en él? ¿Y si la bendición es la ignorancia como dijo el padre?

Es demasiado tarde para cuestionarme tales preguntar, al menos sé que quiero seguir practicando con él, porque de otra forma no lograré lo que quiero y la curiosidad me esta matando, apesar que sí resulta siendo mi enemigo, puede que ignorar la verdad sea mi salvación.

Mi pecho sube y baja, mientras mi vista se distorsiona fijando bien mis ojos achinandolos intentando ver bien mi camino y me paro abruptamente cuando un guardia aperece listo para atacar, escuchando los pasos apresurados de los guardias detrás mío, recortando mi tiempo.

Mi corazón nunca se había acelerado tanto en tan corto tiempo.

Justamente esta estorbando en mi camino.

Sin rechistar y siendo el único quien interfiere en mi camino, impacta mi espada haciendo que esta truene contra la mía al intentar proteger mi cuerpo, jadeando impactada cuando logra que mi cuerpo retroceda por su fuerza brutal, sabiendo de sobra que ha dado todo de sí para derrumbarme. 

Palidezco, notando seriamente que puede herirme, vencerme y hasta matarme con su afilada arma, brillando contra la mía y se separa, caminando levemente y chequeando mi cara con sumo cuidado, bajando la capa un poco mi rostro para que no me vea.

No, no, no, ¿Dónde estás Matías?

Vuelve a tirar su espada contra mía y caigo de espaldas cuando intento tirar contra ella, pero lo único que logro es caer, arqueando mi espalda adolorida por su fuerza brutal, tirando su cuerpo sobre el mío y apuntando a mi cuello, respirando con dificultad y mis lágrimas empañar mi vista.

¿Mo-mo-moriré aquí?  

Siento un fuego recorrer mis extremidades y me retuerzo por la brusquedad en la se adentra a cada parte pequeña de mi cuerpo, clavando las uñas en mi piel con sufrimiento, jadeando con sumo dolor que perforan mi oídos mis gritos escandalosos y el guardia se aleja levemente, confuso.

Elevando mi mirada hacia el vació y sentir mi cabeza con sumo calor que provoca mis gritos aún más desgarradores, sintiendo el arder de mi garganta y las lágrimas fluir sin control.

De repente la tortura se detiene abruptamente, dejando mis extremidades decaídas por el extraño acontecimiento y una corriente que nunca había sentido antes, recorre cada parte de mi proporcionándome nuevas fuerzas, nuevo aliento y un invisible poder que fluye dentro de mí.

Sintiéndome fuerte, potente y río sin controlar mi garganta, con suma demencia.

-Sus ojos...-Murmura el guardia impactado y hasta asustado.-son...¿Blancos?

De una patada en su estomago cae de espaldas y se arquea con sufrimiento, retorciendo su cuerpo por el golpe pesado que le he dado, mirando con sumo detalle mis manos, mi piel, que se ha tornado más blanca y una energía que corre dentro de mí.

-¡Atrapenla! 

-Vengan a mí.-Digo, sin mentir.

El Vil Origen del Vínculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora