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-Te he dicho que no te quejes y no me retracto.

Corro hacia él y nuestros palos chocan entre sí de golpe, tensando un poco mis músculos, fingiendo por segundos debilidad y ejerce tanta fuerza, ladeando una sonrisa socarrona, tirando con toda mi fuerza su palo y pasando al lado suyo, se gira para enfrentarme, sin embargo no se fija de mi pie y tropieza.

Estaba por poco de caer de espaldas cuando se gira y con sólo una mano se sostiene, mientras que con la otra protege su cuerpo con el palo, mientras hago mi labor de debilitarlo, no obstante, no funciona ya que logra que retroceda por su vigor y se ponga sobre sus pies. 

Otra vez cómo si nada.

¿Cómo lo hace tan fácilmente? Nada parece afectarle de mí, lo único que puedo ver es un poco de polvo en su traje, pero de ahí nada más. Tensando mis hombros por la frustración acumulada, debo pensar más, seguro él sabe cada movimiento mío, debe haber algo que no se espere.

-Estás pensando en el factor sorpresa.-Abro mis labios sorprendida.

-¿Cómo lo has?

-Primer regla, ataca a tu enemigo hasta debilitar sus fuerzas y al último momento, utiliza el factor sorpresa.-Eleva una ceja, nada divertido por mis pésimas decisiones, es cierto, por eso mismo se me complica derrotarlo y me desgasto más yo que él.-Aunque casi pierdo con una tuya, de calle, se nota que es de calle que lo has aprendido.

Me ruborizo, tragando duro, me ha ayudado mucho en mis peleas y he vencido de golpe, pero Matías no es cómo los niños, es más grande y fuerte, sabe de batalla.

-No tengo la misma fuerza que tú Blake.

-Piensa Stein, piensa muy bien cuando la desventaja esta contra ti.

Debilitarlo...¿Cómo hacerlo si Matías es más fuerte? Aunque diere todo de mí, seguiría en pie y ya me encuentro cansada por los intentos fallidos, si fuera real, estaría muerta. Debe haber otro modo donde salga ganando, pero la negatividad suele surgir cuando menos la quiero.

Mordiendo mi labio inferior con furor y capto la imagen en mi mente.

¡Eso!

Decido correr con suficiente fuerza, provocando que el polvo se eleve por mi furor, calculando Matías mis pasos, mis movimientos, pero lo único que le dejo a la vista son mis piernas en movimiento y elevo mi palo para precipitar mi supuesto ataque, subiendo Matías al nivel de su pecho el palo.

Me deslizo a un lado, tirando mi cuerpo al suelo y por la velocidad, logro resbalar lo suficiente, Matías se gira, sabiendo de sobra mi plan, sin embargo no se espera cuando tiro el polvo de mis manos a sus ojos y pierde su vista por segundos.

Primera debilidad.

Retrocede, es mi momento, me levanto sobre mis pies y corro, sin embargo pone atento su oído y detecta mis golpes, chocando entre sí los palos cada vez que quiero golpearlo. Sin abrir los ojos, su segunda opción es el oír. Las opciones se acaban, sus ojos ya parecen tener muy poco polvo y perderé.

Bufo y retrocedo, haciendo mi mayor silencio y frunce el ceño, confundido por mi paradero, sin tener idea donde me encuentro, cuando decido tirar el palo al otro extremo, alertando su cuerpo por el sonido estruendoso, marcando mi puño en su cara y cae de espaldas al suelo, arqueando su espalda por el dolor y aprovecho cuando suelta su palo, saltando hacia él y apuntando su garganta con su propia arma.

El carmesí se extiende por el ardor en su labio inferior y abre sus ojos en par en par por el golpe, fijando su mirada en mí sorprendido al ver que ha perdido y de la mejor forma.

La emoción florece dentro de mí y mi sonrisa se extiende por todo mi rostro, riendo sin poder creer que he vencido a Matías, de las maneras más sucias de la calle, pero lo he logrado, le hice morder el polvo. 

-Rrrr.-Toco su garganta y suelto el palo al lado, sin poner atención que estoy sentada en su estomago.-Muerto Matías Blake, funeral...-Río con más ganas.-mañana.

-Grandioso Sasha Stein.-Conmocionó por su halago y lo admite, ladeando una sonrisa satisfecho.-Eres muy buena en la defensa y creó que ese puede ser tu fuerte, sólo sería enseñarte cosas básicas, pero sabes dominarlo.

Tantas pelear callejeras me han hecho así, no es malo, sólo me gusta patear traseros.

Me levanto y extiendo mi mano hacia la suya, ayudando a este ponerse sobre sus pies y hace una mueca por los dolores que socorren su cuerpo, frunciendo el ceño por lo brusca que he sido, quiero decir, dí todo de mí, pero supongo que tenía planeado dejarlo peor que Carlo.

-Lamento los golpes.-Me disculpo ruborizada, sin medir mi espacio toco de su mejilla herida y rastro de sangre se posa en su mejilla, preocupada decido correr al lavo y traer un pañuelo con un poco de agua.

Supongo que esto sucede, cuando hayan batallas reales puede que quede peor.

¿Batallas reales? Agh claro que no estaré involucrada, para cuando llegue cualquier momento seré la dama de mi esposo, ¿Matías? 

Trago duro.

Él no parece poner resistencia, pero si verifica cada cosa que hago, cómo remojarlo y exprimirlo, mirando sus ojos un tanto nerviosa, pero le debo esto y dejo de lado mi orgullo, acariciando el pañuelo en su mejilla con suaves movimientos mientras limpio la zona infectada.

-Supongo que mis estrategias no son formales y ni de caballeros...-Murmuro un tanto avergonzada esquivando a todo momento su penetrante mirada, fría, un tanto intimidante y sin esperarme siento sus dedos en mi nuca, elevando mi rostro para fijar mi mirada en la suya.

Me detengo abruptamente con el pañuelo ya un poco rojo por su sangre, notando su cabello negro lleno de polvo y sus iris azuladas profundas, destallantes con un brillo singular en ellas, admirando cada esquina de mi rostro con sumo detalle, ruborizando mi cara ante el descarado chequeo.

-¿Te, tengo algo en mi...-Elevo más la mirada y no sé en que momento el espacio se cerro entre ambos.-ro, ro, rostro?

Suspira, erizando mis vellos al rozar mis labios con su aliento.

-En la zona de batalla todo es valido señorita Stein, ¿Sabe por qué?

Elevo una ceja, reaccionando cuando me separo de él, abochornada por darme la idea equivocada, claro, ¿Por qué estaría viendo mi rostro? Dios...estoy enloqueciendo con todo este tema del matrimonio, debe ser eso, aunque todavía no le he dejado todo concluido. 

-¿Por qué?

-Porque su vida esta en juego. 


El Vil Origen del Vínculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora