Mi plan principal es caminar por las calles, cerca y verificar los guardias de Matías, los cuales no son difíciles de saber, pues tienen un signo en su pecho que marcan como propiedad Blake. Caminando con cautela de supuestamente ser descubierta, demostrando falta de naturalidad en mis pasos y llamar su atención, a lo cual corresponden.
Con papales donde esta mi rostro, preguntando de persona en persona si me han visto.
Sin embargo me detengo abruptamente al ver mi hogar a metros de este lugar, notando cómo el fuego se pudo extender en su mayor esplendor, notando como manchas grandes negras la decoran y pedazos faltantes de esta reposan sobre el suelo.
No puedo soportar el dolor, tras meses de mantenerme alejada, no dudo en echar a correr a ese lugar, quizás esta pueda ser mi última vez que pueda admirar mi hogar, el lugar donde fui tan feliz y jamás lo aprecie, ni las caricias de mi madre, ni los regaños de mi padre, su cariño tan inmenso de preferir morir, antes de quitarme la vida.
Mis pasos son inseguros, al adentrarme de primero en el infértil pasto, seco amarillento, palos que están por caer y el palo por donde solía subir, para adentrarme a mi cuarto, sin hojas, seco a su totalidad y lo toco levemente, sintiendo como la tristeza me abruma y mi pecho crece una angustia que atora mi garganta de palabras.
Camino a una vez más al abrir las grandes puertas de mi hogar y el crujir de estas al chocar contra la pared al abrir, corro a dirección de la sala principal, justo donde reposan las manchas de sangre que secaron y se quemaron, quedando sólo cenizas de estás, formando mis manos en puños al momentos de tocarlas y deshacerse entre mis dedos.
Las lágrimas caen sin pudor sobre ellas.
-Mamá...-Pronuncio débilmente-papá...
Las imágenes que tanto intente borrar de mi memoria, reaparecen como cizaña, recobrando las memorias perdidas de sus cabezas siendo separadas de sus cuerpos y la sonrisa maliciosa de ese hombre monstruoso que me utilizo a su antojo y todavía arrebato sus vidas, no cumpliendo su promesa, tras sentirme débil, inútil de luchar contra todos ellos.
-¡Aghhh!-Sollozo, golpeando el piso con furor y el fuego consumirme nuevamente por todo mi cuerpo, raspando el suelo con mis uñas pálidas y la rabia consumirme, me odio, me odio tanto tras ese día, jamás fui fuerte, ni suficiente y me deje vencer, por quién ahora debo fingir amor, cuando lo único que deseo es su muerte.-¡Ah...-El enojo se acopla en mi voz, soltando es nudo que me aprisiona.-AHHH!
Sin embargo unos pasos acompañan mi dolor, girando mi rostro a donde se aproxima el sonido, notando unos guardias que me han estado persiguiendo desde el lugar que llame su atención, identificando con rapidez mi rostro, abriendo sus ojos sorprendidos.
-Es la señorita Stein.
-No.-Suelto fría, poniéndome sobre mis pies, sacando con brutalidad mi saco.-No me llamen por ese maldito nombre y apellido,-Sus rostros palidecen al identificar quién soy.-mi nombre es Amiel.
-¿La señorita Stein todo este tiempo resulto ser la maldición?-Suelta una de ellos, petrificado, sacando su espada con temor, al igual que los demás, ladeando una sonrisa sin gracia.-Al amo Blake, no le gustará nada de esto.
-Oh no, claro que le gustará, es más, sabe quién soy.-Juego un momento con mis uñas y ladea una sonrisa macabra y llena de maldad, lo cual los desconcierta, retrocediendo.-Pero me han encontrado en mi peor momento y no deseo que su amo, se enteré de nada de esto.
-¿Qué es lo que significa eso? Debemos llevarla con el padre.-Medita uno.
-Me refiero, que sólo uno vivirá, ¿Por quién se deciden?-Añado, contenta, extrañamente contenta, riendo con mi mejor sonrisa y pasando mis palmas por mi rostro húmedo.-Porqué, el que escojan, no podrá mencionar nada de lo que sucederá aquí, si aprecia su vida y la de su familia.
-¿Qué?-Palidecen todos, negando uno con su cabeza.-Es peligrosa, sea quién sea, no puede salir de aquí viva.
Elevo mi palma y apunto al más joven, sobresaltándose en su lugar.
-Tú, vivirás.-Río con picardía y de un segundo a otro borro mi expresión, neutra y caminan seguros los guardias, apuntando hacia mí, sin embargo siento algo extraño en mis manos, más haya de mis uñas, mis venas se tornan negras, justo en mi muñeca.
Acerco levemente mi uña a la vena que se torna negra y corto un tanto de ella, jadeando un tanto por el dolor pero la sangre sale de ella, negra, completamente negra, tocando mis dedos curiosa por esa mezcla extraña, al mismo tiempo que el color negro quedan en mis dedos, no obstante un pequeño trance surge de mi mente.
Unos recuerdos como la última vez.
Cortando la punta de mis primeros dedos y de un movimiento rápido, posar la sangre en la frente de una persona para extraer sus recuerdos, memorias y lo que quisiera escudriñar, con la consecuencia de paralizarlo en el intento y tener la oportunidad de arrebatarle la vida, si lo quisiera.
Los recuerdos de esa mujer me presentan repetidas veces donde hizo esa acción.
Esquivo el primer ataque, girando mi cuerpo al momento de posar mis dedos en su frente y su cuerpo entero se contrae, poniéndose recto y caer directo al suelo. Saco mis garras y desgarro su garganta, salpicando toda su sangre, por suerte esquivando el líquido, cayendo pequeñas gotas sobre mí.
-Mierda.-Maldigo.
-¡No dejen que toquen sus frentes!-Atribuye un guardia, a lo cual este disparate de juego que no quise desde un principio me tiene cansada.
-No necesito hacer eso para acabar con todos.
Desgarro las puntas de mis dedos con profundidad, soportando el leve dolor, a lo cual tiro mis palmas a cada esquina, salpicando de mi sangre negra y caen sobre todos, paralizando sus cuerpos, excepto a quién escogí como mi sobreviviente. Tomo de una espada, para no manchar mis ropas y menos mis manos, a lo cual las heridas de mi piel se recuperan con facilidad y rapidez.
Pasando sólo un minuto, para cuando ya haya insertado la espada en todas las gargantas.
-Ahora tú.-Me dirijo al sobreviviente, a lo cual se sobresalta con la vista repleta de lágrimas y su cuerpo temblando del miedo.-Será mejor que borres esa expresión y me lleves con tu amo.
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El Vil Origen del Vínculo ©
FantasyLa sociedad le imponía ser dama, ama de casa y sus padres la obligaron a ser diferente, estudiosa, que se pueda defender, sin embargo ella detestaba ser diferente, quería ser normal, sin conocer el verdadero fin que arrastra sus generaciones por el...