-¡Al carajo nena!-Exclama una persona lo suficiente borracha, quien no aparta sus brazos gigantes de la mujer de vestido rojo, lo cual resalta mucho sus senos, sonriendo a este de forma coqueta, nada incómoda por el toque del hombre fijo en sus pechos.
Asqueroso.
Al entrar, lo primero que huelo es el alcohol, cigarrillos más gruesos que mis tres dedos juntos y música en vivo, bastantes mesas llenas y pocos muchachos de un lado a otro corriendo con las bebidas o los pedidos, camino un tanto insegura de estar aquí, quiero decir, jamás me animaría a entrar, pero en las circunstancias y el letrero "se necesita mesero" entre.
Seguro antes busque en los cuartos en los que se paga por noche, ya que no tengo el dinero suficiente para alquilar, por el momento necesito donde dormir esta noche y esconder mi espada, mis documentos y demás cosas, que no son muchas, pero no andaría con ello aquí.
-Disculpe.-Digo al sujeto que corre de un lado a otro con un jarrón y lo llena, tirando de él a un hombre y corre al mueble a traer otro.-Disculpe...-Muerdo mi labio inferior un tanto molesta por su falta de atención en mí, llenando del jarrón y le tira a otro hombre, me ánimo a volverle a hablar.-Disculpe,-Un hombre me empuja y monta sus hombros en la mesa de bebidas, frunciendo el ceño disgustada, ¡Qué abusivo!
-Una chico, ya.-Requiere el cliente y el chico corre para el jarrón, llenando de este y antes de tenderle el trago, le empujo del hombro al hombre, fijando mi mirada en él indignada, ¿Así su madre le enseño a tratar a las damas o a colarse cuando no es su turno?
Yo esperé pacientemente.
Su semblante se tensa cuando su mirada me barre por completo el cuerpo, irritado de sólo verme y el gran sujeto que parece un rinoceronte repleto de cicatrices, fija su atención en mí.
-Era mi turno,-Le aclaro de primero ese punto, negando con mi cabeza.-simplemente podía pedir permiso con modales y se lo cedería, si tanta era su urgencia, pero no empujarme.-No reprimo mi tono decepcionante, cualquier regaño es para bien, pero este es para que se avergüence.
Golpea la mesa con brutalidad y la sacude, sobresaltando mi cuerpo impactada por su fuerza sin medir, resaltando sus venas cuando se marcan en su cuello y sus puños se forman, tomando de pronto mi cuello de una mano, abriendo mis labios nerviosa y me eleva sin esfuerzo.
Jadeando por la falta de aire y lo difícil que se encuentra hablar así, forcejeando con mi cuerpo inútil ante su agarre, diablos, este hombre no es común, sus ojos me transmiten miedo, temor, que no conoce los modales y mucho menos respetar la vida humana.
-Yo te enseñaré a cerrar la boca cuando debes hacerlo.
-Aquí no se permiten pelear caballeros.-Interrumpe el chico que se encontraba sirviendo bebidas, fijando su mirada en mí claramente preocupado, suspirando porque me ha salvado de esta en la que me he metido, por poco lloro por la impotencia.
-Eso lo podemos arreglar afuera.-Suelta de mí y caigo al suelo abruptamente, retorciendo mi cuerpo adolorida y reprimo mi gemido de aflicción, protegiendo mi tobillo aún herido, sin tratar por la urgencia de conseguir empleo de primero. No obstante, la mano del gran hombre rinoceronte, jala de mi muñeca para arrastrarme a la salida.
-¡No, por favor, me retracto, no me dañes!-Ruego sintiendo mis labios temblar ante cada palabra y el chico del bar no tarda en aparecer delante de mí, parando el andar del rinoceronte, poniendo su vida en riesgo también, por mi culpa, escuchando el palpitar de mi corazón en medio de toda esta gran bulla.
-Él es un empleado de aquí.-Sisea el chico de cabello negro ondulado que tapa su frente, girando su mirada amarilla como el sol, un poco opaca de arriba, dando un aspecto serio y cansado.-Se reprenderá cómo es debido, por eso no debe preocuparse.-Le asegura el chico, sin embargo el rinoceronte no me suelta, forcejeando mi muñeca ya adolorida por su fuerza.-La casa le invita hoy.
Me suelta.
-Mejor despidanlo, sólo les dará problemas.
El rinoceronte camina dando sus zancadas hasta terminar en la silla, ignorando mi estado lamentable en el suelo, asombrada por su sugerencia, ni me han contratado y que me despidan desde ya, muerdo mi labio inferior, guardando unas ganas de romperle el trasero.
Sin embargo me agito cuando unas piernas se inclinan en el suelo hasta mí, recibiendo unos iris amarillos claros de abajo y de arriba un tanto opacos, hermosos e inusuales, con sus cejas cayendo de lado y sus alborotados cabellos negros ondulados por toda su frente.
-Tienes que salir de aquí antes que se de cuenta que no trabajas aquí.
Miro hacia atrás y palidezco cuando mis ojos se conectan con el rinoceronte, mirando fijamente mi cuerpo cómo carnada, tragando duro e intento levantarme, aunque empiezo con la pierna errónea por los nervios acumulados en mí, he olvidado qué pierna usar, jadeando alto por el dolor punzante de esta y caigo al suelo, no sin antes el chico de cabellos ondulados me tomase de los hombros, resguardando mi trasero.
Soy una gran idiota...
-¿Te has torcido el tobillo?-Cuestiona para su sorpresa y debe imaginar que fue por el golpe reciente, pero no, es mucho más que eso. Pasando su mano por la zona donde grite y se lleva el impacto al ver una bola grande ahí, dejando salir un grito de augurio por el dolor.
-Yo, yo puedo...-sola, sola, sola.-solo.
-¿Qué, tú solo?-Repite eso negando con su cabeza.-Deberías ser de cristal para dañarte así de fácil, ven, tengo vendas y unas cuantas cosas para ayudarte.
-Yo...-Trago duro, notando que le estoy metiendo en muchos problemas en tan sólo unos minutos, queriendo recompensar eso de alguna manera. Sin embargo recuerdo que no tengo dinero, ni para alquilar, no tengo techo y menos comida, buscando trabajo.-no tengo cómo pagarte.
-Eso lo discutiremos después.-Jala de mí y cojeo con su ayuda, mientras cruzamos el bar y el chico que me lleva toca en el hombro a otro mesero del lugar.-Cubreme, ya vuelvo.-Este asiento y va de inmediato al lugar de licores, mientras lo pierdo de vista al entrar a la zona trasera.
¿Qué esta ocurriendo conmigo hoy?
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El Vil Origen del Vínculo ©
FantasyLa sociedad le imponía ser dama, ama de casa y sus padres la obligaron a ser diferente, estudiosa, que se pueda defender, sin embargo ella detestaba ser diferente, quería ser normal, sin conocer el verdadero fin que arrastra sus generaciones por el...