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-Cometiste el peor error al venir.-Se pone sobre sus pies, limpiando la gota de sangre que destila de su labio inferior y lo muerde, abriendo más la herida por mi golpe, sin reaccionar. Sino extendiendo una sonrisa maliciosa por todo su rostro, cómo si mi golpazo le causará diversión.

Causando más furor en mi con tan sólo su indiferencia a lo que realmente quisiera ver, su súplica, su ruego y el terror reflejado en toda su expresión.

El arrepentimiento puro por engañarme y apuñalarme por la espalda.

-¡Cállate!-Exclamo irritando mi garganta por lo seca que esta.

Mis ojos se mueven a las esquinas al ver los guardias caminar a cada lado, en forma de círculo aprisionándonos, estrujando mi corazón por la falta de posibilidades y peor aún, admirando a mi madre abrazar a mi padre con sumo terror en sus facciones, sintiendo la peor encrucijada, que de esto no podría salir viva y menos mis padres.

Retrocedo lentamente, tratando de ver alternativas de matarlos de la forma más rápida y fácil, pero se defenderán y me cansaré demasiado, para dejar al final a Matías, eso le beneficiará demasiado, él mismo me lo ha enseñado, sino es que mata a mis padres antes.

-Ves, luchar no te ayudará en nada.-Comenta Hades obvio a la situación con total confianza, sería ser ciego y estúpido hacer un movimiento, todo juega a mi contra.-Es simple, te entregas Sasha.

-¡No!-Niega rotundamente mi madre, tomándome por los hombros, atrayendo mi atención.-No lo hagas hija, ellos te quieren matar, todos a los que veas te querrán matar, debes huir, escapar y jamás volver.

-¿Por qué quieren mi vida?-No le doy la espalda a Matías, me podría salir muy caro y mejor dedico a darle la espalda a mi madre para protegerla de lo que sea.-Sólo deseo que mis padres vivan, ellos no tienen nada que ver conmigo y con sus asuntos.

-No lo tienen,-Concluye Matías, dándome la razón.-pero se consideran traidores, la iglesia católica, quién da el mandato de matar a todo aquel que conspire con dejar vivir a la hija del demonio, a la perdición del pueblo.-Sisea una historia que me es poca conocida, jamás se me permitió oír de ella.-Si yo no lo mato, ellos lo harán y de la pero forma, torturándolos. 

-¿El padre permitiría eso, hacer tal deshonra? ¿Asesinar?-Suena ridículo para mí, los he conocido por buenos, que honran a sus dioses y que protegen al desamparado, sin embargo me contraigo de la rabia al ver que todo es falsedad.

-Son sus asuntos Stein, yo no sigo sus pasos, sólo te quiero a ti.

-¡Mentiroso!-Arremate mi padre furioso, repleto de rabia, irradiando un destello en sus ojos de enojo puro hacia Matías.-¡No intentes engañar a mi hija con tus mentiras!

-Me rendiré,-Accedo, llamando la atención de mis padres angustiados por mis palabras preguntando varias veces el porqué y no acceda, mientras mi madre solloza y mi corazón se hunde por sus voces, notando que esta puede ser la última vez que los pueda escuchar.-con una condición.

-La que quieras, menos vivir.-Confirma Matías con obviedad y me mira de forma gélida, sin emoción alguna, sino aburrido de tantas palabras.

-Manda a mis padres lejos, déjalos vivir y me voy contigo.

-¡Hija no, por favor no!-Llora con más furor mi madre, intentando zafarse del agarre de mi padre, forcejeando y sacudiendo su cuerpo, cayendo sobre sus piernas mientras solloza con furor y la expresión de mi padre se torna petrificada, triste y dolorosa, que simplemente ya nada puede fluir en mí luego de tanto llorar.

-Acepto.-Agrega y les hace una señal a los guardias.-Tómenla. 

No forcejeo, me retrocedo cuando toman de mis brazos con fuerza y me jalan hacia la salida de la mansión, bajando la mirada en todo el recorrido, sin haberme despedido adecuadamente de mis padres y sus jadeos de dolor, son lo único que me acompañan, arrepintiéndome de no haberlo hecho.

Un te quiero, un gracias por todo o los amo, nada, simplemente nada.

Me detengo abruptamente a medio camino fuera de mi casa, todavía no lista para irme, necesito verlos mi última vez, en buenos términos, necesito agradecerles por tanto y que los amo, que daría mi vida miles de veces por ellos como lo han hecho por mí, que jamás cedería a verlos morir por mi culpa.

-¿Qué haces niña?-Me jala con más fuerza y le veo al guardia, sintiendo mi pecho más presionado y adolorido por dejarlos atrás en los peores términos.-No puedes regresar.

Frunzo el ceño.

-¿Cómo que no puedo?-Espeto confundida y un tanto insegura, sintiendo una gran aflicción al sentir lo peor cuando me volteo y ya no escucho los sollozos de mi madre, sacudiendo mis hombros cuando la desesperación me domina y la amargura carcome mi paladar, al igual que mi garganta.-¡Suéltame!

Con un movimiento rápido logro hacer caer al guardia de la derecha con mi pie al hacerle tropezar y al otro estamparle mi puño en su cara. Girando mi cuerpo al correr mortificando mi pecho y el sudor bajar con suma urgencia por toda mi frente, faltando el aire a mis pulmones. 

¡No, por favor, que no sea lo que estoy pensando, no!

Me detengo abruptamente cuando caigo sobre mis piernas al dejar escapar todo mi aire de mis pulmones de la impresión, jadeando del dolor puro de mi pecho y el ahogo de mi grito amargo, elevando mi mano con necesidad de salvarla, cuando yace muerta, bañada de sangre en su cuello y con la vista perdida en el vació.

Mordiendo mi labio inferior con suma tortura, sintiendo el sabor metálico resbalar por mi piel sin reparo, girando mi mirada hacia Matías quién sonríe con suma alegría perversa de sus labios por lo que ha hecho, mirando a mi padre amarrado, sin emitir sonido sin quitar sus ojos de Matías.

Jadeo de la impresión.

Eleva su espada y la cuchilla brilla por las llamas de la habitación, colándose el humo entre mis pulmones al extenderse más, me levanto cómo puedo para correr he intentar para lo imparable, con la esperanza de verlo una última sin embargo me aflijo dolorosamente en mi pecho cuando corta la garganta de mi padre de un sólo golpe, cayendo al suelo mientras la sangre espesa sale de su cuello, convulsionando todo su cuerpo, manchado Matías completamente de la sangre de ellos y ahora fijando su mirada en mí, soltando sus últimas lágrimas y moviendo sus labios, antes de perder la vida.

Justo en ese momento algo se rompe dentro de mí.

Me levanto como puedo percibiendo el temblor de mis extremidades sin control alguno, errática sin poder creer lo que he visto, temiendo por primera vez el verdadero demonio que es Matías y lo que llego a hacer, sin importarle sus vidas y por el poco momento que lo llegue a considerar amigo.

Resbalando sin parar las lágrimas y lo difícil que es la simple tarea de caminar sin desplomarme.

"Tus papeles y la ropa para escapar esta en mi oficina, huye muy lejos y te amamos hija."

El Vil Origen del Vínculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora