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Un pensamiento surgió de mi, de al parecer mi recuerdo, que aún no comprendo cómo llegó a mi, al despedazar a toda esa gente, fue en un bosque, pero una mirada, una mirada latente y tortuosa en la profundidad del bosque que admiraba mis matanzas, no se movía de ahí, cautivada con su atención, ansiosa por más, se estremece mi piel de sólo recordarlo.

Me pregunto si el alma de aquella mujer, se quiere sincronizar con la mía, queriéndose apropiar de mí, cómo sea, sea lo que sea me ha enseñado cómo usar estas uñas y hacerlas crecer, haré todo lo que pueda para provocarle y mirar más de sus recuerdos.

Ansiosa de ver más.

Sin embargo no puedo siempre darme los minutos para elevar mi estado de ánimo negativo, cuando los enemigos ni siquieran dan segundos los suficientes para prepararme, no puedo valerme solamente de mi poder, necesito provocar aunque sea la fuerza, ¡Diablos! ¿Por qué es tan complicado?

Necesito una guía.








Mis pasos rechinan por el metal, ocultando mi rostro gracias a la capa, cabizbaja sin llamar la atención en medio de la gente, en el mercado para ser más precisa, para variar la compra y venta de productos insignificantes para mí, cambiada de ropas para no llamar la atención y hacerme pasar por un guardia.

Con guantes que robe a uno de esos guardias que mate a sangre fría, dinero, joyas y demás cosas que enterré en un lugar seguro, que nadie encontrará, llevando conmigo sólo lo necesario, hasta enterré la espada de papá, nadie puede enterarse que soy Sasha, ni Ash, soy un desconocido guardia y ya.

Mi objetivo principal es la catedral, un lugar prohibido para mí, sin embargo quiero adentrarme a la biblioteca y hasta documentos estrictamente negados al público, estoy en planes de descubrir la historia de esa mujer a la que tanto le temen y provocar uno que otro recuerdo, quiero conocerme, saber lo que puedo hacer.

Sé que ellos tienen las respuesta y estoy cansada de escabullirme, huir, cuando no he hecho nada malo.

Según tengo enterado, nadie puede entrar a esos lugares sin identificación de ser parte de su iglesia, en rangos privilegiados, pocos son los que conocen de esa historia y su lecho de juramente, es jamás sacar esa información, bueno, de primero necesito una distracción para maniobrar mi plan.

Saco el objetivo redondo de mi bolsa y esto seguro llamará mucho la atención, sonriendo de lado, girando mi cuerpo lo suficiente para centrar mi vista al punto medio del mercado, donde se encuentra bastante gente y puestos de negocio, hay cómo veinte guardias a cada esquina, muchas hojas con mi cara pegadas a todos lados.

Cómo Sasha y Asher, soy el premio gordo al parecer.

-Maldito Matías y Philippe, que les den.

Destrabo el seguro del objeto y comienza a sacar humo, camino tapando de él en mi saco, pasando desapercibida, tapándome con un sujeto apropósito bruscamente, soltando de él, viendo como rueda justo al punto que quiero que llegué.

-¡Oye idiota, cuidado!

Levanto mis manos en rendición, cabizbaja.

-Lo lamento.-Finjo dolencia, masajenado mi hombro.-Creó que se le cayó algo señor,-Rasco mi nuca.-me voy.

Mis pasos son precisos y rápidos, girando mi cuerpo atrás de un muro al momento del impacto, produciendo un fuerte estruendo y gritos afligidos, corriendo de un lado a otro personas y me fijo cuando los guardias, la mitad de ellos fueron parte del estallido, socorriendo la otra mitad a las personas, hasta saliendo de la catedral despavoridas personas.

He causado el punto fijo de la atención, es mi oportunidad.

Impacto mi puño a una ventana de la catedral, reventando a pedazos y logro oír a lo lejos, cómo empujan a un sujeto, otros maldiciendo, alegando y gritando, socorriendo los guardias, estando la catedral vacía en el área público, tratando de ayudar, no me sienta bien crear caos, pero ellos jamás se preocuparían por mí, sino buscarían mi muerte.

¿Quién soy yo para ayudar?

-¡Ese maldito boto algo segundos antes que esto ocurriera!

-¿Qué? ¡Yo no he sido, diablos, no traía nada conmigo!

Bullicio de gente lleno de caos, otro punto fijo de atención, a mi favor.

-¡Te he escuchado, arrestenlo!

No me permito oír más, pero mi segundos paso se ha cumplido, corriendo por las puertas de la catedral, internándome a la primer planta, al sótano, que se encuentra con llave y que claro, es donde esconden la información, elevando mi pierna y aspirando aire, sintiendo cómo el furor y la rabia recorren mis venas, produciendo ese ardor que es la señal.

Chocando una patada brutal que avienta la puerta de golpe, cayendo al fondo del sótano, corriendo directo, descendiendo con los latidos apresurados de mi corazón, sudando lo suficiente para morir aquí mismo de un paro cardíaco si no salgo de aquí ya.

Gracias a dios, nadie se encuentra en este lugar.

Mirando estantes llenos de libros, tomando de varios, los primeros que me encuentro, buscando cualquier nombre relacionado con mi historia, lo que fui, lo que logré, cualquier pista, tirando al suelo directamente los que no me son de utilidad, agitándose mi respiración y filtrándose el polvo en mis pulmones, tosiendo de pronto.

-¡Mierda!-Maldigo desesperada, ya siendo más de treinta libros que voy tirando.

Pasan los segundos que me pesan cómo horas, malditas horas que me encontrarán aquí mismo y que la conmoción puede tardar poco, muy poco cuando me encuentren aquí, espulgando los secretos de la catedral, que puede ser una condena muy grande y el peor pecado cometido.

Hasta que por fin, por fin miro el último libro en mis manos, temblando un poco bajo el título de este libro, que me indica en efectivo, que se trata de mí, nadie más que a mí.

"La primer guerra del renaciente mal, la maldición del mundo y sus oscuros secretos."  

Meto este libro en mi bolso, debajo de mi saco.

Lo he encontrado.

Sin embargo la felicidad no tarda cuando varias personas se adentran al sótano, vestidos con trajes de la catedral y un guardia, admirados de verme ahí dentro, guardando el libro, en frente de sus rostros, sonriendo de lado y soltando una leve risa macabra.

-Supongo que me descubrieron.

-¡Arrestenlo!

El Vil Origen del Vínculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora