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-Le responderé una, para obtener su silencio caballero Blake.-Añado, fijando mis iris en él.-No tengo idea.-Me aparto, girando de la perilla para salir, sin embargo siento su palma envolviendo mi muñeca, nada satisfecho con mi respuesta.

-Esa respuesta no vale.

-Me dijo que le respondiera la pregunta con sinceridad y eso hice, al menos que quiera mentiras.-Forcejeo mi muñeca con fiereza y logro que me suelte, acariciando mi muñeca con recelo.-Ahora cumpla con su palabra caballero.

-Si desea la libertad, tendrá que averiguarlo.-Me detengo abruptamente, mirando hacia él, su cabello negro alborotado por mis movimientos bruscos al adentrarlo, cayendo como cortinas en sus cejas pobladas, resaltando su azul oscuro en sus iris, buen contraste con su piel pálida de porcelana.

-¿Cuál es su nombre?

Ladea su sonrisa burlona y me extiende una tarjeta, tomando de ella con gusto, admirando su linda letra escrita en el papel grueso. Más hermosa que la mía, fina, elegante, tanto como sus ropas y el aura que demuestra con su postura, actitud.

Matías Blake.

-Ahí se encuentra mi dirección de mi mansión, puede venir cuando deseé, a tomar el té o traer la información encomendada.-Mueve sus palmas, restando importancia a lo dicho, riendo al imaginar ambos, tomando el té, es ridículo.-Le aconsejo ser inteligente señorita Stein.

-Lo soy desde que nací y más que usted.

-Que soberbia.-Finge indignación, poniendo su palma sobre su pecho.

-Sólo soy sincera.-Le sonrío, provocando en él un bufido, sonriendo sinceramente sin un a pizque de irritarme. Ya ambos afuera, decido irme, no sin antes despedirme pero no creó que sea adecuado que alguien mire una despedida formal con las pintas con las que ando.-Entonces me comunicaré con usted y si desea verme, sabe que aquí vivo.

Pongo mis dos dedos en mi frente y los separo, en despedida de comandante.

Él ríe con más gracia por mi actitud, sin embargo no se va, sigue ahí, ¿Ahora qué?

-¿Le ayudo con sus heridas señorita Stein?-Muevo mi palma, restando importancia y niego con mi cabeza sonriendo.

-¿Cree que es mi primera pelea?-Tapa su boca con una gran sonrisa de burla, pintando en toda su cara divertido, luciendo joven, libertino, nada que ver con su actitud anterior, frío, calculador, luciendo adulto.-Mejor colaboré diciéndole a mi padre que me vio paseando por el jardín.

-¿Mentirle?

-Perdón.-Suelto, avergonzada, no sé quiénes son los Blake, pero veo que no se haría cómplice de mis niñadas.-Si le pregunta o surge el tema, sería de gran ayuda para mí, por favor.-Asiente, todavía dudoso, pero lo hace.

Camino para subirme al árbol que esta al lado de mi cuarto, en el segundo nivel, lista para escalar, sin embargo su mirada sigue fija en mí, ruborizando mis mejillas por la pena de ser vista, siempre lo hago, sin importarme quién me mire, pero él precisamente suena ser alguien importante.

-¡No mire!

-¿Por qué, es la primera vez viendo a una futura dama subiendo un árbol con apellido honorable?-Denota burla, frunciendo mi ceño.

-Que usted no pueda, no quiere decir que yo no pueda.

-¿Yo, me habla?-Asiento, formando mis labios en forma de pez.-Asume que es más inteligente que yo y apenas me conoce, al menos esto puedo demostrar que también sé, es fácil.-Se quita sus guantes, luciendo sus palmas grandes y masculinas, sin mancha, sin arrugas o rasguños. 

No puedo evitarlo, miro las mías arañadas, sucias y heridas. 

Se quita su saco y se acomoda los pantalones, no se lo he pedido, pero él mismo se lo ha buscado. Notando su expresión fría y calculadora, viendo el grosor del árbol y la altura, junto a las ramas, tocando las hojas con detenimiento, reventando en carcajadas por su inspección, como si nunca hubiera visto un árbol en su vida.

Hace una mueca de desagrado por mi burla, es que no se aguanta ni una y él le encanta hacerme enojar.

-¿Es la primera vez que toca un árbol?-Le pregunto, formando un leve rubor en sus mejillas. Riendo con más ganas, pataleando divertida y se cruza de brazos, frustrado.

-En la mansión quiénes se encargan de ellos son los sirvientes, tengo mejores cosas que hacer que ver el césped.-Tira la hoja, tocando con desagrado la madera áspera, eso explica el porqué de sus manos que no tienen ni un rasguño, ni suciedad.

-Es fácil, cuando me tiro a ellos, lo que más miro es el grosor de las ramas.-Le apunto una en la que camino para irme a mi cuarto.-Si pesas mucho y te recargas en una delgada, lo lamentarás. El resto poco importa.-Elevo mis codos sonriendo y me subo, extendiendo mi mano hacia él.-¿Vienes?

Duda pero accede al unir su palma cálida a la mía, entrelazando nuestros dedos, pero antes de subir, abro mis labios divertida, ¿Creen que lo dejaría entrar a mi cuarto así de fácil? Ni Carlo ha entrado.

-¿Sabes que al subir tienes que saber bajar?-Su rostro se palidece.-Ese último uno solo lo aprende campeón.-Le guiño un ojo y suelta mi mano, negando definitivamente esa lección.

-Es una lastima, pensé que era mejor que yo.-Con facilidad me subo en las ramas hasta llegar a la ventana y me entro, viendo su paradero desde abajo, sacudiendo mi palma en forma de despedida.-Adiós Matías Blake, espero su visita, si es que sigo viva.

Mi tumba hecha por las mismas manos de mi padre si me ve cómo estoy.

-¿Viva?

-Olvídelo.

Y así se retira, dejando esa incertidumbre en mi mente, dudosa si lo correcto será seguirlo o no, admito que me cae mal, pero tiene su lado positivo. ¿Abandonar a mi familia, irme contra las reglas de mi padre?

Carlo dijo que sería una lastima si me convierto en ama de casa, ¿Qué será lo mejor?

Parece que Matías Blake tiene la llave a mi solución, ¡Eso es!


El Vil Origen del Vínculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora