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La noche se ha vuelto larga y muy espesa, un poco decepcionada y preocupada por Garret, si tan sólo hubiera sido más fuerte o despertar aquella fuerza, en el justo momento, pero desconozco su origen o la iniciación de esta, ¿Hace siglos, ella, esa mujer pudo controlar sus poderes?

Esa historia ni se ha mencionado, pero si conozco que hace mucho tiempo ocurrió como una especie de guerra que no tuvo iniciación, quizás esa fue esa mujer, ¿Pero ella sola? ¿Por qué quería hacer algo tan descabellado y cruel? Ahora comprendo el temor de las personas y la persistencia de mi muerte, pero yo no tengo ningún fin de usar mi poder para el mal.

Sin embargo para ellos, esa no es una razón.

¿Podría ser más fuerte, salvar a mis amigos? Si logro conocer mi poder y liberarlo cuando quiera, nadie podrá quitarme lo que aprecio y podría matar a Matías, vengar sus muertes que no fueron en vano.

Pero, ¿Cómo?

Suspiro y cierro mis ojos, recordando aquella vez que fluyo el poder dentro de mí, en esas pocas ocasiones, mi ansiedad, mi estrés y enojo estaban elevados, junto a la desesperación. Sin embargo en otras ocasiones, no despertó, debería probar y ver si esta vez puedo provocarla.

Los grillos, la luna siendo mi única testigo y la soledad, quito la capa y dejo que alumbre mi cabellera blanca, abriendo los ojos y la luz destallante verse reflejada en mis iris traslucidos, cerrando de ellos nuevamente y centrando mi mayor atención, al peor recuerdo de todos para provocar la misma sensación, ante el recuerdo que lucho con enterrar.

Trago duro.

Su mirada, centrado en mí, una última despedida y su te quiero, cómo Matías toma de su espada y sin piedad, arrematada contra la vida de mi madre...desgarrando su garganta y la sangre brotar de ella como manantial, manchando el traje por completo de Matías, alzando una sonrisa maliciosa en su rostro.

Ese no era el Matías que creía conocer.

-¡Nooo!-Caigo sobre mis piernas, ante la horrible punzada en mi cabeza y un fuego, consumirme en mi interior.-¡Agh!

Cierro mis ojos con fuerza y sostengo mi cabeza, ante el desgarrador recuerdo, jadeando por mi respiración acelerada y mis lágrimas, sin reparo, descendiendo en mi rostro. Lo peor de todo, es que paso tan rápido y mi cuerpo quedo estático, ante las horribles imágenes y me petrifique, inútil, inservible, después de todo lo que practique. 

-Por favor,-Sollozo, apretando mi pecho y el nudo agitarse en mi garganta, inclinando mi cuerpo al suelo, ante la mirada latente de mi padre, su última mirada...-¡Basta!

Muevo mi mano, abriendo mis parpados afligida y enfurecida, caminando flaqueando un poco y el terrible ardor desde mi raíz y mi piel, consumirme por completo y observo como mis uñas han crecido bastante y me estremezco por completo, bombeando mi pecho con suprema aflicción, elevando mi mirada hacia la luna y cómo mi cabeza me consume en calor.

Cerrando mis ojos ante la fuerte oleada del dolor punzante en mi cabeza.

-¡Agh...!

Presenciando imágenes, cómo recuerdos de mí, admirando mis uñas largas pálidas, de un momento a otro, cortando a gente en pedazos, bañadas en sangre, más filosas que una espada, partiendo árboles a su paso y tomando de troncos pesados, tirando de ellos a las personas, riendo con gran euforia.

Esa persona, tiene mi rostro, tiene mi voz y cada característica mía, pero no soy yo, yo jamás haría algo como eso y su poder es magnífico. 

El dolor parece secar y las fuerzas consumen cada extremidad mía, sollozando llena de confusión por esas memorias, como si fueran parte de mí y borrando mi parte racional, del bien y del mal, como si eso fuese tan común, tan extraño que ni a mí misma me entiendo, pero es así.

Cerrando mis párpados por el cansancio que me aturde en mis parpados pesados.

Sin embargo en el mismo momento que intento hacerlo, escucho muchos pasos, corriendo a mi lugar, metales sonar de aquí para allá, junto a espadas y escudos, seguramente en busca mía luego del suceso con Philippe y que de esa, no se la perdona a nadie.

-¡Ahí está, arrestenla!

Las palabras de Garret comienzan a tener sentido, por más que huya, jamás será comparado con sus caballos, por más horas que tarde, su ritmo es igual al mío. Sin embargo olvide por completo mi saco y mi cabello esta al espectáculo, tal como cada característica de mí, lo suficiente para hacerlos retroceder cuando me admiraron lo suficiente.

-No puede ser,-Murmuran otros.-es el maldito.

-No sólo con mi Lord, se debe llevar ante el padre.

-Me temo que no me llevarán a ninguna parte.-Observo mis uñas y juego un tanto con ellas, ellos muy seguros con sus armas y yo apenas con la espada que tengo tirada en el suelo, que tomaron segundos antes cuando vinieron, asumiendo que perderé.-Saben lo que soy.

No sé de dónde surgió mi seguridad, sin embargo mi voluntad se ejerce de esos recuerdos, posesivamente, tomando de ellos cómo míos, sintiendo esa sensación de matar, la sangre entre mis dedos, cómo si no fuera la primera vez...

-¡Eres la maldición del mundo, debes morir!

Mis labios tiemblan de la rabia ante esas palabras, crudas de puro odio sin razón hacia mí y mis manos se sobresaltan, observando al causante de mi rabia, tomando de la espada con decisión y echa a correr hacia mí, seguro de arrebatar mi vida.

-Mantenerla con vida, es un riesgo,-Todos parecen estar de acuerdo por su silencio, ejerciendo presión en sus espadas, desvainando de ellas, mirando a mi dirección, palpitando mi corazón con suprema velocidad, teniendo mi vida en riesgo, una vez más.-el padre nos agradecerá.

Tendré de nuevo, a la luna cómo mi único testigo y no tengo queja sobre ello, sino halago, porque es la única que no me juzga, ni me tacha, por querer sobrevivir, a costa de todo.

Sintiendo una terrible conexión con ella.

Paso mis manos por mis cabellos blancos, que han crecido un poco más, cruzando mis brazos en forma de "x" y cuando todos comienzan a correr a mi dirección, los árboles tapan mis travesuras, la luna ilumina mis pecados y la sangre salpica cómo cascadas de agua, empapando mis ropas, mientras sus entrañas salen de sus cuerpos, atesorando el suelo con sus vidas, en vano.

Acabando con ellos en cuestión de segundos y admirar mis palmas, sin un a pizque de hueco en blanco, riendo con sorna, bajo la luz de aquella luna.

Sin culpabilidad, sino satisfacción, alegría e imaginar hacer lo mismo con Matías, mientras suplica por su vida, sacudiendo mi palma asqueada de esta sangre y por fin ser fuerte, sin temerle a la muerte, porque hasta la muerte le tendré pavor.

Te arrepentirás de haberme conocido Matías, lo harás.

El Vil Origen del Vínculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora