Ni he contados los minutos cortos en los que me quite estas ropas sucias, escondiéndolas debajo de mi cama, pasando el agua por mi rostro demacrado, ¿Herido? Hecho añicos, es que los golpes de Carlo fueron tremendos, cómo diablos esconderé estás pruebas.
Me pongo el mejor vestido rosa de flores que me encanta, no sin antes tomarme un baño de agua tibia con flores, rosas siendo más especifica, sin darle tiempo a mi cuerpo para hidratarse, ya que los segundos los tengo contados, secando mi cabello negro liso largo, peinando de este, cómo mi madre me ha enseñado.
Lista recorro el pasillo en busca de la habitación de mis padres, parando mis oídos alerta a cualquier sonido de intruso, sonriendo de la felicidad al admirar el cuarto vació y entro sin dudarlo, escudriñando las gavetas de mi madre, para nada precavida al poner unos cuantos polvos que mi madre suele ponerse en la cara.
¿Qué serán, cuál uso? Sólo quiero tapar estos moretones, le mentí al caballero Blake, es la primera vez que participó en una pelea, ya que siempre suelo huir, no es que sea súper ético golpear a una dama, nadie cae tan bajo, sólo Carlo lo hace.
Mi piel es blanca, más pálida que la del caballero Blake, viendo un polvo blanco que mi madre se hecha cuando ellos tienen que salir, abriendo de este y sin medir la cantidad, me echo de varios golpes el polvo con la almohada en mi cara, intenta tapar las pruebas de mi escapada, pasando hasta por las cejas y mis labios, ahí hay también.
Chillo al sentir el ardor por este producto que afecta mi piel herida.
¿Cómo mamá soporta tener esto en su cara?
Me veo en el espejo y jadeo, viendo la diferencia de color entre mi cara y cuello, echando de ese producto también en la parte de abajo, notando que ya por poco me acabo todo el polvo de mamá. ¿Lo notará? Me veo en el espejo y niego con mi cabeza, debo tener color de vida, parezco muerta.
Veo un polvo rojo y me echo una buena cantidad en mis mejillas, también en mis labios y sonrío, mirando mi reflejo coqueta, posando al espejo, pareciendo a mamá, pero a mi estilo. Poniendo el rojo en mis ojos para resaltar mis iris celestes opacos, sonriendo con elegancia, sin embargo quiero buscar un papel, creó que me pase un poco.
-¿Sasha?
Me sobresalto, metiendo con prisa el maquillaje de mi madre en el cajón, reconociendo esa voz dónde sea, congelando mis extremidades, pero reúno toda mi valentía que me queda para enfrentarlo, pero no en su cuarto, sino saliendo a los pasillos y de milagro no esta ahí, caminando precavida sin emitir sonido.
Notando que esta en mi cuarto y se gira, por poco me ve cuando salgo corriendo hacia las gradas, elevando mi vestido para no caer y riendo al oír sus pasos apresurados atrás mío al percatarse que soy yo, su expresión demuestra furia, enojo total.
Me estremezco completa.
Deteniendo mis pasos abruptamente admirando que esos caballeros siguen en la sala y peor aún, Matías Blake se encuentra aquí, abriendo sus parpados con asombro al verme el rostro, tapando su boca por una risa diminuta que quiere salir de ellos.
En cambio los otros dos caballeros no disimulan sus carcajadas.
Mis mejillas se encienden y retrocedo temerosa, agarrando los cabellos para tapar mi cara pero no encuentro tiempo para hacerlo cuando mi padre me toma del codo con fireza y chillo por el dolor de su movimiento abrupto, chequeando mi cara impactado, por no decir decepcionado, avergonzado.
-¿Victoria?-Le pregunta a mi madre y ella esta tan sorprendida cómo él, negando con su cabeza avergonzada.-Lo lamento caballeros, esta niña...dios.-Suspira frustrado.-Es mi hija, Sasha Stein.-Me suelta libre y masajeo mi hombro con recelo, inclinando levemente mi rostro en forma de saludo y alargando mi vestido.
Veo que no se ha dado cuenta de mis golpes, supongo que ha funcionado.
-¿La señorita Sasha Stein?-Se pone sobre sus pies Matías, fingiendo no conocerme.-Un gusto, soy Matías Blake.-Me extiende su palma y la tomo a gusto, recibiendo un beso en mi palma y eso me estremece, apartando sorprendida mi mano de la suya.-Su hija la vi paseando por los jardines con productos femeninos casualmente, no imagine que sería su hija.
Susurro un gracias de lo más sincero y sonrío, agradecida, mientras él finge no oírme, pero sé que lo escucho. Mientras mi padre jadea, sin poder creerlo, posando su palma en su frente cansado, de mí seguramente.
-Sasha ya tiene once años amor, quizás quiere verse cómo las damas.-Le comenta mi madre, pasando su mano por mi cara quitando ese rubor de mis mejillas, al igual que el resto del maquillaje pero me aparto, nerviosa que me descubran.
-Podemos ofrecerles sirvientes expertos en maquillaje, si desean.-Se ofrece Matías, echando a ver que soy una fracasada en maquillaje, esta bien, lo sé, no me lo restrieguen en la cara.
-No por favor, no queremos serle una molestia.-Se niega mi padre, como siempre.
-No lo es, es todo un gusto.-Insiste Blake.
Mi padre se lo piensa y siente el codazo de mi madre, sobresaltándose y hace una mueca de pensarlo y extiende la mano hacia Blake, este correspondiendo sin saber el porqué.
-Estaremos en contacto caballero Blake.
-Lo mismo digo señor Stein.
Mi padre mira hacia mi madre.
-Acompaña a los caballeros a la salida amor.-Mira hacia los hombres.-Lamento no ser yo quién los despida, pero tengo asuntos urgentes, un gusto conocerlos.
-El gusto es todo nuestro.-Dice uno de ellos.
-En cuánto a ti...-Me ve con reproche y me arrastra por el pasillo, tensando mi mandíbula por su brusquedad.
Oh no.
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El Vil Origen del Vínculo ©
FantasyLa sociedad le imponía ser dama, ama de casa y sus padres la obligaron a ser diferente, estudiosa, que se pueda defender, sin embargo ella detestaba ser diferente, quería ser normal, sin conocer el verdadero fin que arrastra sus generaciones por el...