-¿Crees que me creería tal mentira del maquillaje?-Fija su mirada acusadora en mí y me sobresalto, quitando mi vista de la suya descubierta.-Ni si quiera puedes verme a los ojos.
-Padre...-Arquea una ceja atento, al menos me escucha, aunque todo el tiempo me riñe.-¿Por qué...-quieres que sea diferente, hablaste con los Blake.-practicaré con la espada si seré dama?-Siento que me escoden algo, algo mío que no sé, pero me han tratado diferente al resto y Matías también, no siendo parte de la familia.
-Ya te había aclarado eso Sasha, debes aprender a defenderte.-Persiste, sacando las espadas de la gaveta, envueltas con su debido artefacto.
-No,-Me niego, fijando mi mirada en él.-estudiar tampoco es aprender a defenderse, ni estás prácticas que manchan mi nombre.-No me rindo que existe alguna manera de satisfacer a mis padres sin perjudicar mi futuro como esposa.
Me he empañado toda mi vida para aprender a cocinar, lavar y limpiar, al igual que unos enseñanzas de parte de mi madre cuando tenga hijos, qué hacer y qué no hacer. Mi futuro será ser la mujer de mi marido importante, no una solterona que aunque tenga las cualidades e inteligencia, jamás me darán la oportunidad para sacarle provecho.
Sino me juzgarán, lo sé, porque varias lo han intentado y han fracasado rotundamente, siendo humilladas y rechazadas por toda la sociedad.
-No estás en posición para negarte a mí.-Responde tosco y frío que hiela mi piel.-Luego hablaremos de tu escapada, ahora cámbiate y ven a practicar, te espero en el patio Sasha Stein y no colmes mi paciencia.-Finaliza, tomando con él las espadas y camina directo al patio trasero, suspirando cansada.
Es un hecho, jamás conseguiré nada si le pregunto a mi padre y mi madre ni hablar, ¿Una razón, qué sospecha Matías? Ni siquiera yo puedo sospechar, sólo veo su preocupación genuina en mí y que les importa poco que sea diferente con tal de protegerme a mi misma. Pero si ellos seguirán conmigo, eso no significa que vaya a estar sola toda mi vida, tendré a mi marido y a ellos.
Tengo que encontrar otro modo para obtener la razón supuestamente real.
Los minutos pasaron rápido cuando llego a mi habitación y me encuentro en la cama un hermoso traje que parece de caballero ya que es un pantalón, pero el diseño es de dama, muy elegante y digno de una...comandante, ¿Si existe esa palabra? Sonrío enamorada, el traje que me robe de Carlo me queda perfecto y la comodidad es estupenda, ¿Este será igual?
Si algo que tengo que envidiar de los trajes de caballeros, es la comodidad y la frescura, jamás tienes calor con esas ropas y se les ve más piel...y figura. Me río a lo bajo tapando mis mejillas sonrojadas y me deshago de mis vestimentas femeninas, probando todo lo que mi padre compro y diseño para mí, porque de estas ropas no venden.
Jadeo del impacto y me toco cada esquina de mis caderas, embobada con lo precioso que se ve, apegado a mis caderas y piernas, pantalones negros con unas botas negras altas hasta mis rodillas de cuero, con una blusa de vuelos blanca, manga larga y floja, tan fresca como cómoda, metida entre los pantalones.
Enseña con más vigor toda mi figura, admito que los chicos me pedirían matrimonio con ver mis ropas.
-No es tan malo ser diferente...-Murmuro, girando mi cuerpo admirando más mi cuerpo, embobada, jamás me he fascinado tanto con algo y menos más que mis vestidos.
-¡Sasha!
-¡Ya voy padre!-Le respondo, corriendo por los pasillos y a los pocos segundos de vuelta al jardín, él se sorprende viendo mis ropas y lo bien que me quedan, pero cuando llega a mi cara hace una expresión de enojo, decepcionado.
-Te haces una coleta y te quitas eso que te echaste, no te ves nada bien.
¡No!
-No tengo con qué quitarme el maquillaje padre...-Me excuso, formando mi coleta alta.
Toma de pronto un trapo húmedo y sin mi consentimiento lo pone sobre mi cara, retrocediendo nerviosa de que logre su objetivo, sin embargo me toma de mi cuello para que no insista y restriega el trapo por toda mi cara, mientras mis quejidos suenan a lo largo del tiempo.
Lo separa de mi cara al terminar y tapo con ambas manos mi rostro, ya sin opciones de librarme de esta y lo peor de todo, obligar a Matías que mintiera por mí, soy toda una idiota.
Trago duro y lentamente.
-Quitas tus manos Sasha o yo lo haré, niña caprichosa.-Su tono no es paciente y me eriza la piel por su malhumor latente.
-Es que...padre,-Me quito las manos de la cara y él jadea sorprendido, acercando su cuerpo y mirando mi cara con detalle, preocupado, esfumando su furia conmigo.-cuando quise salir a dar un paseo, unos bandalos quisieron...-Suprimo mi voz y bajo mi cara, para parecer afectada.-asaltarme.
Por favor créeme, por favor.
Debo esforzarme por soltar lágrimas, pero lo único que puedo fingir es que tiembla mi cuerpo bajo su toque y su rostro se torna afligido, pensativo, creó que si cayó. Suprimiendo de verdad mis ganas por sonreír de haber salido de esta, es que esto no sucede desde que perdí su confianza.
Me sobresalto al sentir la espada pesada contra mi pecho y la tomo cuando la suelta, chillando por lo dura y pesada que es, al igual de grande. Entornando los ojos, se supone que estoy herida y debo seguir. ¿Y la compasión?
-Con más razón debes entrenar.-Añade mi padre, desvainando su espada.-Ahora los cobardes atacan niñas, los tiempos se vuelven peores hija.
Suelto un bufido, sin poder creer la clase de padre que tengo.
Asiento, rendida, incapaz de soltar una palabra más, lo único que quiero es salir lo más pronto posible de estos entrenamientos y que la libertad venga a mi, encontrando la información que necesito, lo soportaré, sólo por esta vez.
Sacando la espada que me inclino cayendo al suelo, impactada por lo pesada.
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El Vil Origen del Vínculo ©
FantasyLa sociedad le imponía ser dama, ama de casa y sus padres la obligaron a ser diferente, estudiosa, que se pueda defender, sin embargo ella detestaba ser diferente, quería ser normal, sin conocer el verdadero fin que arrastra sus generaciones por el...