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Sin soltar la gorra con suma fuerza escondiendo hasta el mínimo cabello, temblando mis dedos aparte del frío, sino del miedo continuó de me identifiquen por quién soy, entre la multitud de gente caminar por el mercado y sin opción alguna, meterme entre ellos para llegar donde vivo, bajando la mirada hasta el suelo y que nadie haga contacto visual conmigo.

-¡Oye!-Me grita molesto cuando le empujo por no verle.

Llevando conmigo más personas molestas por no mirar hacia arriba y una la cual no perdona mi imprudencia, gruñe furioso y me empuja sin medir su fuerza, viéndome atraída al poste de primero, chocando bruscamente y caer al suelo, chillando del dolor punzante en mi espina dorsal.

-¡Mira por donde vas idiota!

Cierro mis ojos, mordiendo mi labio inferior, tratando de equilibrarme nuevamente, sin embargo cae encima mío una hoja que al parecer estaba pegada en el poste, elevando una ceja curiosa, aunque quería darle vuelta, interfiere el sujeto que no le basto con empujarme.

-Debes disculparte idiota.-Se acerca con grandes pasos, mirando un poco hasta por su cuerpo, el cual se ve muy alto y musculoso, pero bajo la mirada temiendo que mire mis pupilas, tragando duro.-Al menos que quiera otra puño.

¿Qué le sucede a este tipo? No andaba tirando gente cuando caminaba, seguramente ni le dolió al mirar sus grandes masas de carne en sus brazos.

No planeo quedarme aquí más tiempo, me pongo sobre mis pies un poco adolorida y me giro para irme a mi apartamento, sin embargo este hombre le falta la paciencia al empujarme nuevamente sin tanta fuerza cómo antes, pero si la suficiente para tropezar y caer de frente.

Palpitando mis manos de la irritación y el ardor palpable, más mis rodillas raspadas por el impacto, maldiciendo en mis adentros a la hora de toparme con este hombre imbécil. 

No obstante, ni me percato cuando cae la hoja y admiro mi rostro dibujado con ella, temblando mis labios al verme con las ropas que utilice al huir la última vez que estuve en mi hogar, sintiendo terribles punzadas en mi pecho asombrada, mi rostro dibujado hasta el último detalle de mis lunares y mis labios finos, mis ojos grandes celeste pálidos.

Jadeo impactada, al igual que consternada nublando mi mirada de la rabia.

¿Cómo, cómo pudo hacer eso? Mis padres jamás retrataron mi rostro por el temor mismo de mi búsqueda, ¿Cómo pudo quedar gravado en la mente de Matías que soy así? Si ni siquiera me permitieron tener amigos y la más cercano fue Matías...

De tan sólo ver mi nombre junto al suyo el repudio surge de mí.

Que la luz de nuestro padre ilumine a nuestro hermoso país, declarando una terrible noticia que entristece a la familia Blake, por la desafortunada muerte de los padres de Sasha Stein, quién como ya sabrán, desapareció esa misma noche.

Arrugo la hoja al estrujarla entre mis dedos, respirando agitadamente al mirar la hipocresía, la mentira escrita en esta hoja, con descaro y falsa ilusión que los Blake son personas buenas. Cuando son la peor peste existente.

-¡Oye no me ignores!-Grita el sujeto detrás mío.

Admitiendo tales noticias, por lo cual se le sumará una cantidad humilde de mil monedas de oro a quién encuentre a Sasha Stein, la comprometida de Matías Blake, quién agradecerá eternamente su buena acción.

Que siempre el bien este de su lado.

Dios bendiga a nuestro país.

Retrocedo, poniéndome sobre mis pies y miro de nuevo la palabra "comprometida", una y otra vez, sin creer lo que he leído, arrugando la hoja entre mis dedos y muerdo con supremo furor mi labio inferior, sintiendo el líquido carmesí caer hasta mi barbilla, consumiéndome el odio por tales noticias.

Jadeando por el aire contraído en mí y mi corazón hundiéndose aún más, tan terrible y asfixiante el dolor que consume y desgarra mi interior.

Despedazo la hoja como si eso fuese a cambiar algo, ahora mis derechos de soltera se han ido, ni las leyes me protegerán de lo que me repara si tan sólo Matías me encuentra, puede aclamarme como suya completamente, tomando mi tutela tras la muerte de mis únicos parientes.

¡Sin poder defender, ni ante la ley, ni ante la iglesia!

-¡Desgracia, te maldigo, de maldigo!-Grito hasta sentir la irritación en mi garganta, estremeciendo mi piel por los temblores continuos de mi cuerpo. Cerrando mis ojos fuermente derramando las lágrimas más ácidas desde mi interior. Formando puños en mis manos, incapaz de hacer algo por las cosas terribles que acontecen en mi vida, haciendo Matías en mi vida lo que se le da la gana, como si nada repercutiera en él.

Sin miedo a provocarme.

Trago mi grito afligido dentro de mí y le pego a mi pecho, queriendo acabar con su familia, con su legado, arrebatarle todo lo que me arrebato sin compasión alguna.

Elevando mi cabeza de golpe hacia ese cielo nublado, sin una pizca de sol que descoce mi corazón y llena con penumbra, con el delirio de sangre, ver la peor cantidad de sangre en su rostro que la que fue derramada por mis padres.

Sintiendo las lágrimas resbalar por mis mejillas y el vació taladrarme, tan agobiante mi corazón absorbido por la sed de justicia.

-¿Me maldices?-Sus palabras se escuchan tan lejanas para mí, ida por segundos ante esa insípida sensación de frialdad...-¿Qué diablos contigo imbécil?-Eleva su puño hacia donde me encuentro y le esquivo sin chistar, tomando de su puño y poniendo de este en segundo tras su espalda, ejerciendo el control.-¡Ah...!-Exclama adolorido y cuando me pongo sobre mis pies, de una patada lo tiro al suelo.

Embarrando toda su cara con la suciedad del suelo húmedo.

-Piérdete.

Su rostro se torna rojo por el furor y la vergüenza, llamando la atención de algunas personas por el escándalo, me recuerda el de hace unos días en el bar, me quiso arrastrar a la calle para golpearme, sólo por enseñarle modales.

Se pone sobre sus pies y sacude su trasero mojado.

-¡Eres ese niño idiota!-Escupe cada palabra que hasta la saliva sale de su boca.-Maldito idiota, te enseñaré a no meterte con gente mayor.

Remanga sus brazos, apretando los músculos y sin responder, me giro desinteresada en continuar con esa farsa, el dolor sigue consumiendo mi pecho y mis dedos tiemblan de la impotencia, mientras carcomo mi labio herido para suprimir estas emociones.

Sin embargo el primer golpe llega cuando caigo al suelo y mi mejilla lo recibe. 


El Vil Origen del Vínculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora