El grito afligido surge desde lo más profundo de la garganta de Carlo, tapando mis oídos incómoda y retrocedo, mientras él soba su mejilla roja por mi golpe y solloza, cómo si mi acción le fuese muy perjudicial, se supone que las mujeres tiene menos fuerza que los hombres.
Admiro mi mano hecha un puño, sintiendo un leve ardor en los costados.
-Niño débil.-Suelto y de sus ojos salen chispas de furor.
Cómo si se tratase de una cucaracha que se aplasta y no muere, así resurge él. Poniéndose sobre sus pies cuando se tira encima de mí, provocando que su peso no lo soporte por ser tres años mayor que yo y mi espalda se estrella en el suelo duro, arqueando mi cuerpo adolorida.
El primer golpe con su puño da justo en mi mejilla, el ardor no se hace esperar con la contusión, confusa por la vista distorsionada por segundos y me reparo de inmediato el ver su siguiente movimiento, empujando su cuerpo y me elevo, quedando mi cuerpo encima del suyo y tirando mi mano contra su cara, sintiendo el sabor metálico colarse por mi paladar.
Saboreo mi labio roto y el ardor se hace mayor al pasar mi lengua por ahí.
-Eres débil Carlos Will, eres débil apesar de ser hombre.-Siento su puño enterrarse en mi estomago y el aire se escapa por mis pulmones, encogiendo mi cuerpo al admirar que el aire no quiere regresar, por más que intente junto al dolor inimaginable.
Dejando mis palmas en mi estomago, ida.
Me avienta del suelo de un golpe y me contraigo, adolorida, sintiendo de pronto de nuevo el aire y no le doy tiempo para dejar de nuevo su puño en mí cuando lo sostengo, impresionada de su fuerza, pero no me rindo, alejando su puño de mí, mientras nuestras miradas son tan eléctricas, capaz de matar a alguien.
-Jamás me dejaré vencer por una mujer y menos de ti Sasha Stein, dices que no quieres ser hombre, pero te comportas como uno.-Muerdo mi labio inferior apesar que ya este herido, sintiendo mi paladar más amargo.
Elevo mi pierna a la altura de su costilla de un golpe y me suelta, cayendo al suelo quejándose mientras acaricia su piel, abriendo sus labios al dejar salir jadeos de dolor puro, mientras sacudo mis ropas y me pongo sobre mis pies, viéndolo a él en el suelo, derrotado.
-Si se le llama ser hombre defenderse, no lamento serlo.-Paso mi dedo por mi labio inferior y admiro la sangre escurrirse por ahí con facilidad, sonriendo con gracia por lo que hicimos, viéndolo a él con la boca hecha una "o" por mi cinismo.-Gracias Carlo, lo necesitaba.
Se arrastra hasta llegar a su cama, sosteniendo su costilla, aún con la expresión adolorida. Veo que no comprende mis palabras, hasta que pasan los segundos y lo entiende, fijando su mirada en mí, ahora preocupado por mi rostro que no debe verse nada bien, en cambio la suya también es lamentable.
Soporta el dolor al caminar hasta mí y me sostiene el rostro, verificando cada esquina de mi cara notablemente afligido, lamiendo sus labios rosados y niega con su cabeza, caminando hacia atrás.
-¿Qué he hecho, qué te he hecho?-Golpea su frente repetidas veces, arrepentido, al igual que sorprendido. Ninguno tiene la culpa, ambos estábamos molestos y frustrados, arrematamos contra nosotros.-Soy un jodido idiota, yo jamás golpearía a una mujer.
Me sorprendo de oírlo decir malas palabras, creó que si soy una mala influencia, Carlo jamás pelearía con nadie y mucho menos con una mujer, pero no es que este precisamente con una mujer, vestida de hombre, altanera y metiche, no son cualidades de una dama.
-Lo lamento Sasha, lo siento tanto,-Me mira, con los ojos llorosos y su expresión notando aflicción, arrepentido, sé que Carlo esta creciendo, me sorprendió verle fuerte, pero no tanto como yo, pero esta mejorando.-anda,-Se apunta el rostro y frunzo el ceño.-golpearme más.
Niego con mi cabeza.
-Nunca digas eso de nuevo o te dejo sin descendencia Carlo.-Se tapa su entrepierna y rompo en carcajadas, a los segundos entiende y achina sus ojos, acusándome con su vista.
-Una dama no debe saber eso Sasha. Ni golpear, ni decir malas palabras y andar vestida de hombre.-Sisea tan rápido cómo niega con su cabeza frustrado, suspirando, relajando sus músculos, sin embargo se tensan de nuevo cuando la puerta se hace sonar con golpes repetidos.
-¿Por qué le has puesto llave a la puerta Will?
Mierda, es su mamá. Es mi señal, debo largarme.
-Debes irte.-Se apura a decirme, empujando mi cuerpo de nuevo a la ventana, sin embargo forcejeo, todavía no he cumplido con mi deber, mi consejo y a lo que he venido. Tomando de sus muñecas y él frunce el ceño, mientras concentro rebuscando mi seriedad donde la deje perdida.
-Con mi historia lamentable, quería decirte que eres libre de ser quién quieres ser Carlo, eres hombre, tienes dinero y un buen apellido. Al diablo el negocio, tu felicidad importa.-Abre sus labios sorprendido y me mira, perplejo, aprovechando, saco de mi bolsillo unas monedas de plata, poniendo de estas en su mano.-Es la paga por la ropa que estabas por tirar,-Le sonrío.-soy todo, menos ladrona.
-Eres única Sasha Stein,-Me subo a la ventana, preparada para salir y escucho el tintinear de las llaves, me estremezco de la adrenalina. Ya lista para irme, siento la mano de Carlo envolverse a mi muñeca, deteniendo mi andar, ¿Qué esta haciendo?-no quiero verte cómo una simple ama de casa Sasha, tienes mucho que dar y hoy me lo demostraste.
Mi corazón late con frenesí y mis mofletes se calientan, ¿Mucho que dar? Ida por segundos por sus palabras y me suelta, cerrando las cortinas al momento de oír la puerta abrirse, escuchando los pasos apresurados de su madre para acercarse a la ventana, todavía acariciando mi muñeca, pensativa.
Me percato de su intención y salto del segundo nivel, agarrando cómo una garrapata la rama del tronco del árbol, bajando de él con facilidad para echar a correr, frunciendo el ceño por mi corazón acelerado que no para de latir y una felicidad indescriptible que surge de mi interior.
Sonrío riendo.
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El Vil Origen del Vínculo ©
FantasyLa sociedad le imponía ser dama, ama de casa y sus padres la obligaron a ser diferente, estudiosa, que se pueda defender, sin embargo ella detestaba ser diferente, quería ser normal, sin conocer el verdadero fin que arrastra sus generaciones por el...