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La singularidad del pueblo que da un cierto aire de calidez al adentrarnos, una bienvenida, lo cual en pocos lugares suelo sentir, sino sólo en mi hogar y este mercado pequeño, que fue el primero en recibirme después de tan nefasto evento, imposible de olvidar, con el pasar del tiempo, cada recuerdo se vuelve más tortuoso y presente.

Muerdo mi labio inferior y miro al Philippe, que también esta sumido en sus pensamientos, observando con detalle el mercado humilde. 

-Vendré pronto Lord, tengo que recoger mis cosas.-Me apresuro a decir, mientras ya echo a correr directo a los apartamentos, que tampoco son lujosos, sino ya deseando hospedarme en otro lugar mejor que este, al menos con agua limpia y sin insectos.

Me tardo menos de tres minutos en recoger todo e irme, sin dejar rastro.

Corriendo a lo largo del pueblo, me detengo abruptamente al observar repentinamente más panfletos pegados en las tiendas, con mi rostro y nombre, ahora son más, son demasiados y le han ascendido la cantidad de la recompensa, mordiendo mi labio con furor y arrebato la hoja de ese lugar, despedazando de esta.

A mi distancia, logro despegar más para romperlas, sé que es en vano, sé que mi esfuerzo y furia no cambiarán nada y que todo el pueblo esta enterado, pero hacer esto, significa aunque sea un poco desquitar mi odio hacia los Blake, hacia Matías Blake.

Jadeo sorprendida cuando un oficial me cacha haciendo de las mías.

-¡Oye, alto ahí!

Decido correr, mover mis piernas a más no poder, ejerciendo presión en cada esquina que cruzo, escabullendome entre las personas, perdiendo de vista al sujeto que me perseguía, gimiendo por la falta de aliento y aspirando todo el aire posible, de regreso a mi pulmones, tocando mi pecho y volviendo a posar la gorra del saco en mi cabeza, al caer de espaldas.

Debería dejar de tentar a la muerte, realmente.

Sin embargo cuando elevo mi mirada, no espero con toparme en frente del bar, donde seguramente se debe encontrar Garret, suspirando con leve nostalgia, ya que seguramente no volveré a pisar ese lugar, ni a verle, lista para girarme e irme por donde andaba, me tomo la sorpresa al mirar como un sujeto envuelto en un saco negro y largo entra con prisa en el bar.

Abriendo mis ojos del impacto al verle decidido tomar del cuello a un hombre de cabellos negros revueltos y tirarlo del suelo abruptamente, mientras este se retuerce del dolor y sin meditar un segundo más empuña su espada en frente suya.

Jadeo sin aliento.

Quitando su saco que oculta su rostro y unos cabellos dorados rebosan de él, identificando donde sea ese rostro, mirando con total frialdad y desprecio al sujeto, no, a Garret, empuñando sus manos mientras respira aceleradamente y quiere ponerse sobre sus pies, pero Philippe le da una patada en el pecho, tirando de él al suelo.

-¡Agh!-Desde afuera se puede escuchar su grito.

Eleva su espada justo a la medida para arrebatarle la cabeza a Garret y mi cuerpo completamente se estremece, palideciendo, ejerciendo toda la fuerza en mis piernas y no mido el tiempo cuando tiro de la puerta y empuño mi espada, justamente la espada que me dio mi padre, parando en seco la suya, respirando contra mis pulmones, justo en frente suya.

-¿Qué diablos sucede contigo,-Escupe cada palabra.-interfiriendo en mis asuntos?-Mis huesos se tensan al oír su voz irritada, expulsando frialdad en cada extremidad suya, perforando mis ojos sólo con su mirada.

-Me has mentido.-Es lo primero que surge en mi mente y mi corazón se hunde ante la idea, de una mentira, ¿Cuántas más? La sola idea que me haya mentido hace hervir mi sangre de la rabia.

Ladea una sonrisa burlona y ríe sin gracia, suspirando y borrando al instante sus dientes, posando una línea recta y presionando aún más nuestras espadas. Retrocediendo apenas unos centímetros, su fuerza es monumental a comparación a la mía, entonces no cedo en ningún segundo.

-Quiénes interfieren en mis asuntos mueren.-Empuja de mí y golpea de mí, poniendo como protección mi espada, jadeando impacta y confusa, ¿Matarme, habla en serio? Corre de nuevo hacia mí y impactando nuestra espadas, rechinando de la fuerza, tornándose mi respiración más pesada.

-Con esto no resolverás nada, ni conseguirás nada.

-Detesto que me hables con tanta confianza y ser tan irrespetuoso.-Añade, revolviendo sus cabellos dorados y sacando ese saco que le estorba tanto, tirándolo a un lado y su cuerpo tonificado hace presencia con su traje, botas altas, pantalón apretado y su camiseta blanca con más largas, con su chaleco formal.-Resolveré quitar el estorbo para cumplir mi misión.

De una patada que no vi venir, me tira directo a la pared, jadeando del dolor y logro posar mi espada en frente cuando chocan estas entre sí, mirando con total detalle su destello de venganza, odio profundo, un deseo puro de matarme ahí mismo, palideciendo mi rostro.

Este no es el mismo Philippe que conocí, es como una máscara diferente de él, su verdadero él.

-Matarme no te convendría...-Murmuro, ejerciendo toda la presión posible, sin embargo su fuerza es mayor, posando mi mano en la otra orilla y la punzada llega, recorriendo mi sangre la espada y a centímetros de mi cuello, conectando mi mirada con la suya.

No planeo morir, no todavía, ni siquiera sé porque le detuve, pero Garret, Anthony me dieron la bienvenida y la primera comida al venir, trataron con mis heridas y les debo demasiado simplemente con ese gesto, dejar que muriera, teniendo la oportunidad de salvarlo, jamás me lo perdonaría.

-¿Por qué diablos debería creerte?-Ejerce más presión y jadeo adolorida cuando la cuchilla llega a mi cuello y se hunde lentamente, presionando más mis dedos y la sangre recorre todo mi cuello, hasta mis pechos. Pasando las lágrimas a mis mejillas por el horroroso dolor que consume mi piel y los chillidos que surgen desde mi garganta.

Suelto de una mano, posando toda mi fuerza posible solo en una y tomo del gorro que es el único que cubre mi cabeza, bajando de este, cayendo al suelo abruptamente y los ojos de Philippe se posan en mi cabeza, retrocediendo de inmediato, al conectar su vista, de nuevo conmigo.

Ladeando una sonrisa maliciosa y lamiendo su labio inferior, fascinado con lo que ve.

-Ahora sabes lo que soy.

Sin llevarme con la sorpresa que no sólo Philippe fue espectador de eso, sino también Garret.

El Vil Origen del Vínculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora