Miro cómo posiciona la flecha en el arco y con facilidad mira el objetivo, apuntando hacia el palo donde hay una señal donde tiene diferentes puntos para clavar el arma, el mejor es el en medio, da más puntos qué otros, aunque ahora sólo sea práctica, quisiera algún día competir con él.
Soltando de la flecha al alargarla con la cuerda y cae directo de golpe en el punto de en medio y me observa, moviendo su palma en señal que vaya con él, a su lado, mientras posiciona el arco entre mis dedos y posa sus brazos alrededor mío, acomodando el arco en la posición correcta, mientras con sus largos y finos dedos, pone la flecha entre mis dedos.
-Cómo ya haz visto anteriormente Stein,-Mi piel se eriza por su tono que pasa como brisa en mi oído, muy cerca de mí.-la estrategia para lograrlo es, apuntar, ejercer, fuerza y confianza.
-¿Confianza?
-Es sumamente importante en la batalla,-Sisea, apartando su cuerpo del mío.-ya que tiras de la flecha en segundos y debes estar muy segura de tu decisión. Cómo te darás cuenta, con cada arma se debe tener sus estrategias y movimientos, en cambio el arco te salva de más rasguños que la espada.
Entonces debe ser más fácil, seguro será pan comido, tomando con suma confianza la flecha y poniendo de esta tal y cómo me enseño Blake, tirando de ella con la cuerda y se mueve con descuido a varios lados sin poder ponerla firme, frunciendo mi ceño sin poder apuntar hacia el objetivo y jalo más de ella, tardando demasiado para lograrlo y la suelto, cayendo directo al suelo.
¿Qué paso, cómo es tan complicado apuntar?
-Tengo asuntos que atender Stein, entonces por el momento te dejaré por unos minutos, ya regreso.-Se marcha así nomas, dejando a esta aprendiz en augurio, achinando mis ojos al ver otra flecha, ya han pasado cuatro días desde el entrenamiento y he logrado perfeccionar mis movimientos.
Cómo dijo Blake, ya tenía práctica con ello y me resulto fácil, pero en esta zona no, ni un poco y al imaginar que ya tenía un punto a mi favor, se me vienen dos en contra. Tirando mis codos a cada lado masajeando mis hombros adoloridos, ni las aguas calientes me han quitado estos dolores de huesos insoportables.
Blake no es nada comprensivo, le viene sobrando que este cansada y me presiona cada instante, recordándome que me falta demasiado y que haya logrado superar los movimientos de pelea, ha sido meramente de un milagro o la suerte de nuestro lado.
En cambio ahora sólo me enseña lo básico y huye. Prácticamente tengo diez días para ser experta en todo y cinco para saber utilizar la espada, otros cinco el arco...suspiro, cerrando mis ojos estresada, no, no es momento para rendirme, estoy a poco de conseguir lo que siempre he querido.
Pongo mis piernas rectas cómo las tenía Blake, agachando un poco mi cabeza para fijar mi mirada y jalo con todas mis fuerzas la cuerda con la flecha entre ella.
¿Será que llegará al palo siquiera? Las dudas sucumben mi mente.
Apunto directo a la cosa redonda, siguiendo cada paso y muerdo mi labio inferior cuando cae al suelo, tomo otra y hago lo mismo, teniendo el mismo resultando, tomo otra y en sí, acabando con todo el canasto de flechas y la mayoría en el suelo enterradas, sólo una en el palo pero muy lejos del objetivo.
Mis brazos persiven la pesadez y el suplicio, tirando de ellos a cada esquina de mi cuerpo elevando la mirada a los cielos, suspirando y rogando que el aire me de las energías que me faltan, para animarme a seguir luego de cuatro horas de malos resultados.
-No puedo rendirme.-Digo firme y pongo en mi mente los resultados, mi familia, mi boda, ser la dama y ser libre, jamás volver a tocar la espada, ni este estúpido arco. Es más, llevar a cabo mi vida junto a Blake que me dejará libre con mi herencia. No puedo rendirme ahora.
Separo mis piernas y las posiciono para tener más comodidad, poniendo recta mi espalda y acomodo el arco a cada lado correcto, importándome poco las reglas, sino jalar de la flecha rozando mi mejilla y fijo mi mirada en el objetivo, apuntando directo a él y la flecha se mueve levemente, tensando mi mandíbula y aflojando un poco la fuerza, ahora sí, sin moverse.
Al diablo si cae o no, a estas alturas sólo la suerte dirá.
Suelto de ella y en un segundo cae en medio, abriendo mis labios sin poder creerlo, tapando mi boca y sonrío extiendo mi sonrisa por todo mi rostro, aplaudiendo con suficiente euforia y tomo de otra flecha, haciendo lo mismo que la vez anterior, logrando que llegue al objetivo, abro mis ojos negando con mi cabeza.
¿Qué, así de fácil, ya?
-Veo que lo has logrado, felicidades.-Me giro cuando escucho su voz y sonrío aún más, corriendo directo a él y sin previo aviso rodeo mis brazos a su cuerpo, tensando sus extremidades por mi repentino abrazo, sin mover un músculo y me separo luego de darme cuenta lo que he hecho.
Ruborizado mi rostro por mis bruscas acciones y trago duro, rodeando los ojos por mi estúpida acción, Blake no es esa clase de chicos, se ve que es muy serio y precavido.
-Yo...lo siento,-Cierro mis ojos arrepentida y me estremezco cuando siento su brazo en mi espalda y la acaricia levemente, elevando mi mirada repentinamente y nuestros ojos se conectan, observando su sonrisa ladina, tan blanca cómo sus labios carmesí.-...-Trago duro.
-Lo has hecho bien Stein, ahora la dificultad será mayor.
Se separa de mí y sin dudar corro detrás de él, deseando más halagos suyos y poniendo sus halagos en mi lista cómo deseos al terminar todo esto, detestando la idea mínima de ver decepción en sus ojos, sino orgullo por lo que ha logrado en mí.
No te decepcionarás de mí Matías Blake, jamás.
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El Vil Origen del Vínculo ©
FantasyLa sociedad le imponía ser dama, ama de casa y sus padres la obligaron a ser diferente, estudiosa, que se pueda defender, sin embargo ella detestaba ser diferente, quería ser normal, sin conocer el verdadero fin que arrastra sus generaciones por el...