-¡Debes ayudarme Carlo!-Carlo se tapa los oídos cerrando sus parpados con molestias, mientras sigue apuntando cosas de un libro a las hojas de su cuaderno, ¿Todavía haciendo eso?-No qué te ibas a convertir en artista en vez de estudiar.
Un silencio sucumbo la pequeña habitación, que me erizo la piel de lo incómodo que resulta ser.
Sus ojos casi salen de su cara y se levanta abruptamente, retrocediendo temerosa cuando siento su mano tapando por completo mi boca, sudando por su frente nervioso. Su respiración es acelerada, al igual que sus movimiento, aunque sigo siendo más alta que él.
-No digas eso en voz alta, es más, ni hables.-Me riñe, dejando posar sus glúteos sobre la madera fría de la silla. Volviendo a lo suyo y bufo por su comportamiento temperamental, es en serio, creó que soy la única amiga que tiene, ¿Quién lo aguantaría? No nos hemos visto en días y así me recibe.
Inconcebible.
-¿Quieres que me quede quieta sin mover mi boca?-La frustración es notoria en mi tono.
Voltea hacia mí, con unas ojeras tan negras bajo sus ojos, que me preocupan, no lo había notado antes, es más, se ve muy cansado. Opacando el lindo color de sus iris azuladas, barriendo su vista con sus pestañas doradas.
¿Qué ha pasado en mi ausencia?
Me bajo de su ventana y sin previo aviso, busco la caja donde guarda sus dibujos, quitando de encima los que son de estudio y rebuscando en el fondo, escuchando el quejido de Carlo, intentando parar mi objetivo, forcejeando e insistiendo con ver el fondo de la caja.
-¡Detente Sasha!-Tira de mis brazos pero me aparto con fuerza, abriendo mis labios impactada cuando veo hojas y hojas con sus dibujos...¿Destrozados? En miles de pedazos y me giro hacia él, sin poder creer lo que he visto, en su rostro esta la perfecta expresión de petrificado, viendo con sus propios ojos nada extrañado de lo que admira.
¿Acaso no le afecta tanto cómo a mí?
-¿Qué ha pasado, qué te hicieron?-Busco en lo que me permite ver por encima si hay alguna herida y él se siente incómodo con mi voluntad, tirando de mi cuerpo al suelo, molesto, sin paciencia. Frunciendo el ceño, ¿Cómo ha pasado?
-Yo lo hice Sasha.-Su tono frívolo eriza mis vellos, impactada.
-¿Qué, cómo, por qué? Si es lo que más amas hacer.
-Soy el único heredero de la familia, no abandonaré a mi familia por mis deseos egoístas.-Vuelve a posar su cuerpo, en cambio esta vez en su cama, sacudiendo sus cabellos dorados. Relajando su expresión, aún petrificada, pero en vez de cálida, es sombría.-Dibujaré desde una oficina,-Me sonríe amargamente.-es mi destino. Tampoco sería feliz si ellos no son felices.
Una punzada se instala a mi pecho cuando recuerdo que por poco considero la idea de abandonar a mi padres por la propuesta de Matías, sin siquiera pensar si ellos serán felices sin mí o no. Carlo tiene un gran corazón, que pone en primer lugar la felicidad de otros que la suya.
Me deja en mucho que pensar.
Me pongo sobre mis pies y acomodo sus manos entres las mías, acariando levemente de estas, sonriendo con pesar.
-Sólo deseo lo mejor para ti Carlo.
Presiona su mano entre la mía y asiente.
No he tenido la cara para decirle sobre mis aventuras de estos últimos días, ya que por las circunstancias en las que vive, no sería muy lindo de mi parte que le diga que mis sueños se están cumpliendo de diferentes maneras, con más de una opción.
Carlo no tiene derecho a escoger y eso me rompe el corazón.
Golpeo con más furor la espada contra la madera, sintiendo las gotas de sudor resbalar por mi frente y no me desanimó, quiero decir, es lo único que me queda, aunque el camino sea largo mi persistencia sigue intacta, sintiendo los nudillos de mis dedos entumecerse y mis hombros acalambrarse.
Mi respiración no ha ayudado mucho que digamos, no tengo práctica en esto y la hora parecen horas, ni de imaginar si sigo presionando mi cuerpo de esta forma. Tiro la espada a un lado luego de raspas a puras penas la orilla del árbol, se ven miles de cortadas finas pero poco profundas, sintiendo las grandes gotas de sudor resbalar por mi frente y empapar mi cabello.
Cayendo sin fuerzas en el suelo y dejar que el fresco césped acaricie mi piel entumecida, aspirando el dulce aroma de las flores que acompañan este árbol y la sombra que me brinda, ¿Por qué quiero cortarlo si me da lo que más necesito? Pasando la mano por mi frente y abriendo con más desespero los botones que llegan hasta mi cuello.
¿Ropa fresca dije? Siento que estoy en pleno horno.
Extiendo mis manos hacia el sol y pequeños moretones opacan la belleza de mi piel, con dolores fuertes y rasguños, suspiro, esto no es nada bueno para mí que quiero ser dama y entre tanto, desvió la mirada, recordando el gran labor de Carlo hacia su familia, quizás escapar no sea la mejor opción.
Mis padres me quieren, se preocupan por mí y siempre hago de las mías, esperando que alguien venga al rescate por mí, pero hacerles esto...si existe una forma más justa, eso haré.
Me levanto, sin darle tiempo a mi recuperación inmediata, tragando en mis adentros los dolores agudos de mi cuerpo cuando me estiro, tomando de un gran sorbo la vaso de agua que me traje conmigo, fijando mi objetivo y cortando con mayor profundidad que la anterior, cada golpe.
De esto saldré, cómo muchas otras, sin importar el precio.
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El Vil Origen del Vínculo ©
FantasyLa sociedad le imponía ser dama, ama de casa y sus padres la obligaron a ser diferente, estudiosa, que se pueda defender, sin embargo ella detestaba ser diferente, quería ser normal, sin conocer el verdadero fin que arrastra sus generaciones por el...