¿La muerte, mi vida peligra?
-No puedo decirte más hija, tu padre no puede saber lo que te he dicho, pero eso sí.-Me dice tomando de mis hombros severa.-Te he dicho la razón suficiente para conocer el fin de evitarte tal mal todos estos años y los Blake, Matías Blake, es de lo que tanto me perturba.
Retrocedo, tirando de sus manos de un golpe, soltando una risa burlona, sin creer en sus palabras, negando con mi cabeza, rodando los ojos.
-¿Morir? Eso es lo más ridículo que he escuchado en mi vida madre.-Aprieto mis puños, fijando mi mirada penetrante en ella, sin juegos.-Es claro que ustedes son los verdaderos malvados en todo esto, encerrarme, privarme de ser libre, casarme y ahora, inventar una excusa tan pobre luego de tantos años de exigir una explicación.
-¡Hija tú no entiendes!-Su respiración se torna pesada, desesperada por hacerme entender.
-¡Confíe en ti, en mi padre en que las decisiones que tomaban eran para mí bien!-Grito, desgarrando mi garganta de lo triste, consumida en la miseria de darme cuenta en todos estos años desperdiciados en ellos, en conformarme en sus malditas decisiones.-Soy una estúpida, jamás debí creerles.
-¡Y lo son Sasha!-Insiste.
Río sin gracia, bufando con suma irritación, sin poder creer en su fe.
-De dejarme ser libre desde el inicio, jamás hubiera escapado con esas ropas, de aceptar que un hombre como Matías Blake puede fijarse en mí, podría ser feliz y una dama, digna, con más oportunidades de ser aceptada.
Mi risa sale a resonar, con cinismo en mi tono, riendo con más gracia al pasar esas sólo imágenes por mi mente, una dama digna, si claro, salir por las calles libre vistiendo como dama en vez de ropas de hombre, peleando con hombres y visitar a Carlo, mi único amigo.
Es curioso que Carlo me visitaba todos los fin de semana a mi hogar, hasta que su madre me vio un día vestida de hombre en las calles peleando con unos tipos, su rostro perdió color y se desmayo, ayudada por varias personas que se recuperará, al tan solo despertar, prohibió a Carlo volver a contactarme.
Su mirada se torna más triste, la culpa la sucumbe, sabe que estuvo mal, sin embargo insiste que fue por mi bien.
-Quizás tienes razón madre,-Finjo mi tono amable, atrayendo su atención hacia mí por un poco de piedad de mi parte, jamás me he enojado con ella, porque la consideraba siempre de mi lado, más que mi padre severo y estricto.-¿Qué pierdes con no decirle a mi padre sobre Matías y yo? Después de todo, si los Blake se enteran por cualquiera de los dos, jamás tendré oportunidad.
-Hija, es muy importante que tu padre sepa sobre este asunto.
-Al igual que tu inútil excusa sobre mi razón.-Añado seria, notando el temor en las facciones de mi madre, contraída con mi amenaza y niega repetidas veces.
-Tu padre no puede enterarse sobre eso.
-Lo hará cuando tu le cuentes sobre Matías.-Digo, restando importancia al asunto, sin emoción.-¿A qué le temes madre? Lo has dicho,-Apunto hacia ella.-es imposible que me acepten.
Me giro sobre mis pies y camino de regreso a mi habitación, girando a la esquina para el pasillo, dejando a mi madre atrás y cuando el silencio sucumbe el lugar, no espero más y echo a correr, tragando el terrible dolor por mi tobillo, cerrando la puerta con seguro al entrar.
Mi corazón late con frenesí, cayendo al suelo rasguñando mi piel con mis uñas y suelto el primer gemido de sollozo, agarrando lo primero que tomo y lo aviento con fuerza hacia la pared, notando como este se rompe a pedazos cayendo directo al suelo.
-¡Maldita sea!
Una vez que mi padre venga, me arriesgo a sepa la verdad y que mi madre, seguramente se enterará de las ropas. Me mirarán más, no me dejarán ni a confesar, lo peor de todo es que los días se acortan y mi entrenamiento se queda atrás.
Con Matías podía lograr grandes cosas, adelantar bastante, pero ahora no, todo ha caído en contra mía, cómo si quisieran que jamás sepa la verdad y jamás sea libre.
-No, no lo harán, conmigo no.-Repito decidida y me saco mis ropas, poniendo las de entrenamiento, amarrando mi cabello y tomo decidida de mis armas, posando el primer paso para salir y me inclino cayendo al suelo adolorida, tomando de mi tobillo que palpita del dolor.
Suspiro lo más que puedo e ignoro ese dolor agudo, amenazando con traspasar mi hueso por las horribles y tortuosas punzadas, posando más peso en un pie que el otro y me giro, mejor cediendo a la ventana que la puerta, saliendo de ahí, teniendo el mayor cuidado posible y lo logro, sintiendo el pasto debajo de mis pies.
Camino hasta llegar al árbol en frente de mí y saco la espada, jalando todo el aire posible y recordando las enseñanzas de Matías, si con Matías me toma toda la mañana y tarde, sola debo esforzarme lo máximo, si eso cuesta la noche, eso sacrificaré.
-Seré libre, seré dama y me casaré.-Me ánimo tomando con fuerza mi arma que no para de temblar bajo mi mano, recordando la esperanza que se esfuma con cada segundo.-Yo puedo, siempre existe una salida, la hay Sasha, aunque no la veas.
Derramo la primer lágrima y elevo mi espada, arrematando contra el árbol en busca de la libertad, del sueño al que tanto anhelo, teniendo como esta mi única oportunidad de obtenerlo. Jalo de nuevo de la espada y la elevo, golpeando de nuevo contra el palo con precisión y fuerza.
-Yo puedo, mi libertad, mi sueño.-Arremato de nuevo.-No me despegarán de ello, pueden prohibirme y encerrarme, pero mi solución sigue aquí.-Derramo otra lágrima, tomando con ambas manos la espada y con suma fuerza corto contra el árbol ya rasguñado de tanto práctica.
Escuchando cómo truena la madera contra mi fuerza y el filo de mi espada, jadeando impactada cuando esta ser parte ante mis ojos y cae al suelo, mirando con orgullo mis manos llenas de moretones, rasguños y unas espinillas.
Adormecidas de tanto dolor.
-Lo logré...-Murmuro sintiendo mis piernas temblar y muerdo mi labio inferior, derramando más lágrimas, cayendo sobre mis piernas directo al suelo y mi vista se nubla borrosa.-Lo logré, yo...lo hice.
Sollozo con alegría y miro mi espada orgullosa, entonces Matías tenía razón, con un motivo uno se vuelve más fuerte. Asiento con mi cabeza y me limpio las lágrimas, tomando del arco igual y veo los otros árboles, lista para practicar más.
-Espera por mí Matías.-Sonrío.-Lo lograré.
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El Vil Origen del Vínculo ©
FantasyLa sociedad le imponía ser dama, ama de casa y sus padres la obligaron a ser diferente, estudiosa, que se pueda defender, sin embargo ella detestaba ser diferente, quería ser normal, sin conocer el verdadero fin que arrastra sus generaciones por el...