20. El Olimpo

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Aaliyah's P.O.V

— ¡Bienvenidas a El Olimpo! —Exclamo hacia las muchachas luego de que se bajan de la camioneta. Estamos en el estacionamiento y frente a nosotras está el lugar donde he pasado varios de los mejores momentos de mi vida.

— ¿Tú familia vive en... una posada? —Pregunta Noah confundida.

— La posada es de la familia, realmente —Aclara Altaír llegando a mi lado, dirige su mirada a mí antes de hablar—. Anda adentro y distrae a mi mamá presentando a las muchachas, yo voy a guardar todo en mi pieza. —Asiento y le hago una seña a las muchachas para que me sigan.

— ¡ALIYAAAAAH! —Escucho que gritan mi nombre y lo siguiente que veo es a una estampida de mocosos corriendo hacía nosotras.

Sí, mi familia es gigantesca.

— ¡Bendición, Aaliyah!

— ¿Cómo estás, tía?

— ¡Cárgame!

— ¿Quiénes son ellas?

— ¿Ya terminaste de estudiar?

— ¿Me trajiste chuchería?

— ¡Tus amigas son bonitas!

— ¡Madrina, cárgame!

— ¡Madrina Laya!

— ¡Ya, pues! —Los mando a callar cuando me empiezan a sacar de quicio y casi me hacen caer por andarse guindando de mis piernas— ¿No les da pena comportarse así frente a las muchachas? ¡Se quedan quietos!

Veo a las chicas y me doy cuenta de que Ainhoa y Alysia están casi traumadas por el montón de niños que nos están rodeando. También exageran un poco, son como 15 nomás.

Por su lado, Anisha solo está divertida. Por lo que sé, ella también tiene una familia grande, aunque dudo que exista una más grande que la mía.

— Muchachas, este coñazo de carajitos son mis primos segundos y casi sobrinos —Escucho una pequeña tos— Y mi sobrina. —Pongo los ojos en blanco. Esa niña ama hacerse notar— No hay primos porque yo soy la nieta menor. Todos son hijos de mis primas. No se los voy a presentar porque llega el lunes y no he terminado. Ya después se conocen. Créanme, los van a conocer, sobre todo a este terremoto. —Batuqueo al niño a mi derecha, Hefesto, quien se ríe— Ajá, se me van de aquí, pues. Dejen el fastidio. —Ninguno se mueve— ¡Si no se van no les doy del chocolate que traje!

Puuuuyalooo, nojodaa.

— ¿Los de tu familia son conejos o que coño? —Interroga Alysia mientras nos dirigimos a la pieza donde vive mi mamá con mi abuela que, a juzgar por la hora, debe de estar durmiendo.

— Conejos no, putas es lo que son — Contesto antes de tocar la puerta y abrirla al escuchar un ¡Pase! desde adentro. También escucho unos ladridos desesperados que me hacen sonreír

— ¿Dónde está la vieja más preciosa del mundo? —Pregunto al asomar mi cabeza por la puerta. Mi mamá está sentada en el mueble con un montón de papeles a su alrededor, su cabello rubio recogido y una sonrisa al verme.

— Tendrás diecisiete y vivirás lejos, pero sigo siendo tú mamá y puedo darte tu buen coñazo todavía —Me amenaza y yo solo rio mientras termino de abrir la puerta para que las muchachas pasen.

Abrazo a mamá con Atenea aún ladrando para llamar mi atención y, al separarnos, ella ve a las chicas con su preciosa sonrisa grabada en sus labios mientras yo abrazo a mi preciosa perra.

Atenea es raza pastor alemán. La tengo desde los trece, y fue un regalo de Altaír. La adoro, pero se ha vuelto más cercana a mi mamá desde que me mude a Aragua cuando tenía 15. No me la pude llevar porque en las mañanas tenía que ir al liceo, y en las tardes ir a la academia de baile —muy mala idea inscribirme en esa academia. Algún día sabrán porque—. La veía muy poco. Hace un año volví a mudarme a Mérida, y ahora me mudé a Caracas.

Venezuelan RoomiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora