Capítulo 11

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Cuando Aro salió de aquella sala, Enis respiró un poco más tranquila. Nunca había conocido a una persona como él, su sola presencia imponía a Enis casi lo mismo que un grupo de seis agentes armados hasta los dientes.

Los demás tardaron un par de segundos en procesar lo que Aro les había dicho. Athlas fue quien tomó la iniciativa de levantarse y enseñarle el lugar a Enis. Parecía que él era la mano derecha de Aro.

Aquel lugar era mucho más grande de lo que Enis podría pensar. Las habitaciones estaban todas juntas en una sala enorme donde había literas y camas, algunas muy personalizadas y otras que no parecían de nadie. Athlas le explicó que había gente que tenía su propia habitación, como ellos tres y Aro, pero otros preferían compartir.

–Algunos aún no se han acostumbrado no tener hermanos y esto es lo más parecido que podemos ofrecer.– Le explicó.– Somos una gran familia.

–¿Y que fue de vuestros hermanos?– Preguntó Enis mirándoles.

–Mi hermano murió de una enfermedad muy rara.– Dijo Airyn.– Ahí fue cuando empezamos a caer.

–El mío cayó con mis padres en La Cantera, pero dudo que les vaya bien...

–Mi hermana desapareció.– Dijo Athlas.– Cuando yo me uní a Aro y su gente, ella ya estaba en paradero desconocido. Luego nuestros padres cayeron.

–¿Tú tienes hermanos?– Le preguntó Airyn.

–No. Solo tengo a Eurus.

–A veces es mejor.– Dijo Bri.– No puedes echar de menos algo que nunca has tenido.

–Siento haber preguntado por ellos.– Dijo Enis al darse cuenta de lo que había provocado su pregunta.

–No lo sientas.– La animó Airyn.– Es un tema que lo tenemos bastante superado. En fin, vivimos con ello desde hace tiempo.

Enis asintió, pero Airyn no arregló nada con sus palabras. Enis seguiría sintiéndose mal un rato por haber preguntado por su pasado.

Siguieron con la visita y le enseñaron a Enis las salas comunes donde la gente se relajaba, los gimnasios improvisados que habían conseguido levantar, la biblioteca que habían llenado con los libros que nadie quería y que ellos habían recolectado... y el comedor, uno de los lugares más grandes del refugio.

Para cuando llegaron a él, la hora de comer se acercaba, así que la mayoría de la gente estaba allí. Los chicos invitaron a Enis a sentarse en su mesa, todas eran mesas largas que salían de las paredes, pero la suya era una mesa más pequeña al fondo del comedor.

La gente fue llegando al comedor y llenando las mesas mientras otros iban sacando la comida, y de entre toda la gente que entraba, Aro apareció como uno más y se sentó en la mesa.

–¿Ya te lo han enseñado todo?– Preguntó sin mirarla, ya que su vista seguía fija en la gente que seguía entrando.

–Si, es... muy impresionante todo.

–Lo tomaré como un cumplido.– Aro sonrió y chocó los cinco con Athlas.

–¿Cómo conseguisteis crear algo tan grande y sin que nadie se enterase?

–Con mucha paciencia.– Dijo y vió que los que trabajaban en la cocina salían con la comida.– Genial, a comer.– Dijo dando unos golpecitos en la mesa antes de levantarse.

Todo el mundo se levantó y fue hasta la fila que se creaba para coger la comida. Enis actuó un poco por instinto y se levantó también, pero no tenía muy claro que era lo que iba a comer, y eso hacía que se le revolviera el estomago.

Después de un rato esperando, consiguió una bandeja con la comida, tenía buena pinta para todo el mundo, pero para Enis eran todo cosas que no había probado nunca y eso le producía rechazo.

–¿No comes?– Le preguntó Bri al ver que ni siquiera cogía los cubiertos.

–Es que... con todo lo que ha pasado hoy tengo el estomago un poco raro...

–Pues tienes que comer.– Le dijo Aro en tono de amenaza.– Aquí no hay sitio para débiles, y por lo que veo... estas bastante flacucha.

–Nunca había tenido que ponerme en forma.– Se excusó ella.– A la gente de mi edad en La Cantera les basta y les sobra para vivir estando así.

–¿Qué edad tienes?– Le preguntó Airyn.

–Hace unos mese cumplí diecisiete.– Al oír su edad, los demás dejaron de comer y la miraron.– ¿Q-qué pasa ahora?

–Pues que eres una cría.– Dijo Aro y Airyn le miró serio en modo de advertencia.

–¿Una cría? ¿Se puede saber que edad tenéis vosotros?

–Yo soy la mas joven, y tengo veinte años.– Dijo Bri con una sonrisa.

Al oír aquello, Enis si que empezó a sentirse un poco niña. Toda su vida había estado rodeada de gente de su edad y nunca había conocido a gente mayor salvó sus padres y algunos de los padres de sus amigos.

–Empieza a comer.– Le aconsejó Athlas tras un silencio bastante incomodo para todos.

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