Capítulo 10

76 11 1
                                    

Ícaro fue el primero en salir de allí, después las dos chicas rubias y por último el chico del brazalete, quien dejó que Enis pasase delante de él. Le hizo una señal para que siguiera a los demás a la cual Enis respondió acelerando un poco el paso hasta unirse al grupo.

Aquel lugar parecía demasiado espacioso para estar bajo tierra, al igual que la sala donde habían dejado el vehículo al llegar, pero no habían subido ningún desnivel, así que Enis estaba más perdida que nunca.

La llevaron a una especie de despacho, aunque más bien parecía el aula de un colegio. Enis no sabía como eran los colegios, pero había visto fotografías en los libros de historia que Eurus le conseguía.

–Por favor.– Dijo Ícaro señalando una de las butacas que había delante del escritorio para que Enis se sentara. Ella lo hizo sin rechistar pensando que Ícaro se sentaría al otro lado de este, pero en vez de eso, se sentó en él directamente delante de Enis mientras los demás se sentaban donde querían.– Empecemos por el principio: ¿Quién coño eres?

–P-pues soy Enis Harding.

–Ya sabes como me llamo yo, pero la mayoría de la gente me llama Aro. A Airyn supongo que también la conoces.– Dijo señalándola.– Él es Athlas, pareja de Airyn. Y la otra rubita es Briseida, también conocida como Bri.

–Hola.– Dijo Bri saludándola y Enis hizo lo propio.

–Ahora ya nos conocemos todos. Continua.

–Vivo en La Cantera, en una casa pequeña con mi madre. Mi padre murió cuando yo tenía diez años.

–¿Cómo murió?– Preguntó Athlas.

–Murió en las minas.

–Te he preguntado como, no donde.

–Sólo sabemos que murió en las minas.– Dijo Enis negando ligeramente con la cabeza y Athlas decidió dejar de preguntar.

–¿Alguna vez habías probado el Gas antes de ayer?– Le preguntó Aro.

–No... Conozco gente con la que lo habían usado, y he visto varias veces como funcionaba, pero conmigo... no, nunca.

–¿A tus padres les afecta el Gas?

–Si, creo que si. Alguna vez lo han usado con mi madre.– Los chicos se miraron entre ellos.– ¿Qué?

–No es hereditario.– Dijo Bri.

–Entonces, ¿qué es?– Dijo Airyn.

–Los agentes dijeron que me ayudarían.– Dijo Enis.– Que a lo mejor era el inicio de algo peor y que me curarían.

–Claro, ¿que iban a decir sino?– Dijo Aro levantándose.– Querían traerte sin que sospechases nada y sin que opusieras resistencia.

–¿Resistencia yo? pero...– Enis no sabía cómo terminar.

–Bonito tatuaje.– Le dijo Aro apartandole el pelo del cuello y observándolo.

–Gracias.

–¿Qué significa?– Le preguntó Bri.

–Simbolizan el sol, la luna y la verdad.

–Tres cosas que no se ocultan mucho tiempo.– Completó Aro y todos le miraron.– ¿Qué? ¿Creíais qué solo soy una cara bonita?

–Mi padre me contaba eso cuando era pequeña.– Dijo Enis frotándose un poco el cuello.

–¿Qué sabes de Enzo Uriel?– Dijo Aro de repente.

–Eh, poco, la verdad. Por no decir nada.– Los chicos se sorprendieron.

–¿Tampoco sabes leer o que?

–No muy bien. Las escuelas están prohibidas en La Cantera.

–Que hijos de puta.– Dijo Aro de repente.

–¿Cómo?

–Enzo Uriel, es una de las personas más importantes de Kownen.– Le explicó Bri mientras se acercaba a ella para sentarse en la silla que había a su lado.– La familia Uriel es quien inventó el Gas, y a día de hoy, Enzo Uriel es quien dirige los laboratorios en los que experimentan con ello. Seguramente quisieran llevarte allí para saber porqué eres inmune.

–Porqué sobre todo Uriel odia lo que no puede controlar.

–Y yo soy algo que no puede controlar.– Dijo Enis mirándoles a todos.– Todos los Fortunos odiáis a lo que no podéis controlar.

–No todos.– Dijo Aro rápidamente.

–¿Entonces por qué estoy aquí y no en los laboratorios Uriel?

–Responde a eso, genio.– Le dijo Athlas reclinándose en su silla y cruzando los brazos con una sonrisa burlona.

–Los Caídos.– Empezó diciendo Aro.– Fortunos que lo tenían todo y lo perdieron. Nadie sabe como pasa, pero pasa. Debes dinero a la persona equivocada, una mala inversión, malas decisiones tras una depresión... Es como cuando un ángel cae del cielo: no puede volver a subir. Y por el camino, se deja a personas como nosotros.– Abrió los brazos señalando a los chicos.

–Todos los Fortunos tiene la ''obligación'' de tener dos hijos: Un chico y una chica. Es una ley.– Dijo Airyn.– Ellos se encargan de seguir con el negocio familiar o lo que sea, pero tienen que ser dos.

–¿Por qué dos?

–¿Y por qué no?– Dijo Aro.– La cuestión es que aquí todos somos hijos de Caídos. Bastardos, los olvidados, escoria para algunos... como quieras llamarnos. Por eso nuestros apellidos dejaron de tener valor. El caso es que nosotros no nos iremos de Kownen, nunca. Vivimos escondidos pero a la vista de todos.

–Y ayudamos a los Inferios.– Dijo Athlas.– ¿Conoces La Brecha?

–¿Vosotros sois los que lleváis la comida a La Brecha?– Preguntó Enis.

–Nosotros exactamente no. Pero si gente de los nuestros.

–Y le hacemos la vida imposible en la medida que podemos a los Fortunos más poderosos.– Añadió Aro.– Si nosotros no te hubiéramos pillado a tiempo, estarías en los laboratorios, si, y puede que en unos días muerta.– Enis se asustó.– No les gustará que haya una Inmune en paradero desconocido.

–¿Y que hago? ¿Volver a casa?

–Volverían a por ti.– Dijo Bri.

–¿Y que solución me dais?

–Puedes quedarte aquí.– Dijo Airyn.

–¿Aquí?– Dijo Aro extrañado.– ¿Cuándo he decidido yo eso?

–¿Y que pretendías hacer?

–No lo sé.– Admitió tranquilamente.

–Entonces se queda.

–Aquí mando yo, Airyn.

–No te pongas en plan dictador. No es tu estilo.

–Muy bien.– Dijo tras unos segundos de silencio.– Enis Harding se queda. ¿Contenta?

–Si.– Airyn sonrió.

–Pero solo hasta que sepamos porqué es inmune. Luego ya... se me ocurrirá algo.

–¿Y cómo piensas averiguarlo?– Le preguntó Bri.

–Visitando a Deiko.

–¿Estás de coña?– Dijo Athlas.– Si Deiko la pilla no la dejará marchar.

–¿Qué?– Dijo Enis alarmada.

–Deiko es el único que puede ayudarnos. Si le pagamos bien, hará lo que le digamos, solo lo que le digamos.

–Es una locura de plan, Aro.– Airyn le dio la razón a Athlas.

–Deiko no volverá a Kownen hasta la semana que viene. Tenéis hasta entonces para pensar un plan mejor, si es que lo hay.– Dijo acercándose a la puerta.– Enseñadle todo esto. Ahora es una más, que se sienta como tal.– Dijo antes de irse.

BlueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora