Aquellas palabras entraron en Aro de una forma extraña. Conocer a su verdadera madre. Era lo que había querido desde el momento en que lo supo todo, quería la verdad, pero no sabía si estaba preparado para ella.
Aún así, asintió y junto a Enis, salieron de la fábrica. Tuvieron que ir con más cuidado que de normal. La Cantera estaba plagada de agentes buscando a Enis y a los demás, pero parecía que sólo les importaba encontrar a la Inmune.
Cuando entraron en la calle de Enis, al principio le pareció irreal estar allí. Parecía que habían pasado años desde que la sacaron de allí y la llevaron a Kownen por primera vez. Enis advirtió que la luz de casa estaba encendida, por lo que su madre estaba en casa. Se acercó a la puerta y la abrió intentando que no le temblase mucho el pulso. Cuando entraron, advirtieron que su madre estaba de espaldas a ellos, colocando algo de comida que había podido conseguir.
–Mamá.– La llamó Enis.
Ella se dio la vuelta y cuando vio a su hija, soltó las manzanas que tenía en una mano ante la impresión de verla allí y corrió a abrazarla.
La sonrisa de Enis apareció al instante de abrazarse. Enis rio de alegría y lloro de emoción al volver a abrazar a su madre. A Aro le hubiera gustado sentir lo mismo, pero era como si toda la emoción estuviera contenía tras un muro de cristal que no podía romper.
–No me puedo creer que estés aquí.– Dijo su madre contenta.
–Ni yo... Te he echado tanto de menos...
–Y yo a ti.– Su madre se separó y le puso las manos en las mejillas.– ¿Estás bien? ¿Ya te han curado?
–Es una larga historia, mamá. Ahora no tenemos mucho tiempo, pero...
–¿Quién es él?– Preguntó mirando a Aro y él se puso tenso.
–Oh, ¿yo? Eh... Me llamo Ícaro.
–Ícaro...– Su madre se acercó a él como si intentase recordarle.– Hace muchos años, mi marido lloraba por un niño llamado Ícaro, pero nunca supe de qué hablaba.
–Mamá, Ícaro es hijo tuyo.– Le dijo Enis.– Te lo quitaron cuando era un niño y os obligaron a olvidarlo a ti y a papá, pero él no se olvidó porque...
–Él es Inmune.– Completó su madre mirando a Ícaro. Enis se sorprendió al ver que su madre había hablado de su padre en presente.– Así que todas aquellas historias eran reales. Todo este tiempo fuiste tú...
–Si.
–Te preces tanto a él...– Dijo dulcemente, lo cual le hizo sonreír.– ¿Recuerdas algo?– Aro negó con la cabeza.
–A mi también me borraron la memoria.
Su madre alargó la mano tímidamente hasta rozar la mejilla de Aro. Sintió un escalofrío por la espalda dándole una sensación de calor familiar que hacía mucho tiempo que no sentía en casa. Cuando su madre le acarició la mejilla, él sonrió y la abrazo.
Veintidós largos años sin saber lo que era abrazar a una madre de verdad hasta ese momento.
–Mamá, ¿por qué has dicho que papá es inmune?– Preguntó y ambos se separaron para mirarla. Enis se cruzó de brazos.– ¿No estaba muerto?– Su madre bajo la cabeza y se separó de Aro.– Lo sabes, ¿verdad?
–Si.
–¿Desde cuando?
–Un mes después de que lo sacaran de aquí, llegó el primer mensaje.– Dijo yendo hacia su bolsa y sacó una pequeña plataforma redonda con un botón el cual pulso y apareció una imagen de su padre.
–Hola, Zira. Sé que te han dicho que estoy muerto, pero no lo estoy. Un buen soldado me sacó de allí antes de que me mataran tras enterarse de mi inmunidad. No te preocupes, estaré bien. Me han traído a Holiria, donde podré vivir tranquilo. Espero que algún día pueda encontrar la forma de traeros a Enis y a ti aquí conmigo.
La imagen de su padre sonrió antes de desaparecer. Enis suspiró y su madre guardó el dispositivo con cuidado.
–¿Ese era papá?– Preguntó Aro.
–Si. Enviaba mensajes como este de vez en cuando.
–¿Cuando pensabas contármelo?– Una lagrima bajó por la mejilla de Enis.
–Quería hacerlo, de verdad, pero si lo sabías, nadie estaría seguro. Y era más fácil criar a una buena niña que a una Inmune.
–Ya...– Enis se secó las lágrimas.
–Nuestro plan, es irnos a Holiria.– Dijo Aro para salir de aquel momento tan delicado.– Encontrar a papá, vivir sin preocuparnos por todo esto. Y queremos que vengas con nosotros.
–¿Yo?
–Sin ti no me voy s ningún lado.– Dijo Enis.– Saldrá bien, mamá.
Su madre se quedó mirándola un segundo, pero antes de que pudiera contestar, escucharon golpes bastante agresivos en la puerta.
–No es tu amigo Eurus, ¿verdad?– Dijo Aro mientras todos miraron a la puerta.
–Son agentes.– Dijo su madre.– Ícaro, sube a Enis arriba y escondeos.
–Pero mamá, tenemos que irnos. ¡Tienes que venir con nosotros!
–Te buscan a ti, cariño. No a mi.
–Pero mamá...– Volvieron los golpes.
–Ícaro, por favor.
–Vamos, Enis.– Dijo Aro cogiendo a Enis de los brazos e intentando subirla arriba.
–No. ¡No! ¡No pienso dejarte otra vez!– Dijo Enis mientras se resistía a ir con Aro.
–Te prometo que nos iremos juntas, pero ahora tienes que esconderte.
–Enis, por favor.– Dijo Aro cogiéndola en brazos al final y subiéndola a la fuerza.
Aro llevó a Enis hasta arriba, donde juntos se escondieron en un armario a pesar de que Enis seguía resistiéndose, por lo que tuvo que ponerle una mano en la boca para que se callarse y sujetarla con la otra para que no se escapase
–Calla, por favor Enis, cállate.– Le dijo Aro cuando escucharon la puerta abrirse.
Ambos se quedaron callados y escondidos, escuchando como los agentes entraban y comenzaban a hablar con su madre.
–Señora Zira Harding.– Dijo uno de ellos.– Hemos sido informados de que su hija Enis ha escapado de Kownen...
–¿Qué? Mi hija estaba bajo su responsabilidad, ¿como han podido dejar que se marchase?
–No sé marchó, señora. Se escapó. Y creemos que podría haber vuelto a casa. Es decir, aquí.
–Aquí no ha vuelto nadie.
–¿Esta usted segura?– Escucharon pasos que seguro se acercaban a su madre.– Esconder a una fugitiva de la ciudad es delito también.
–Le repito que mi hija no ha vuelto a casa.
–¿Y nos permitiría quedarnos? Por si esta en camino.
–Váyanse de mi casa. Suficiente soportamos ya los Inferios como para que nos obliguen a traicionar a nuestras familias.
–Es una lástima, ¿sabe?– Dijo el agente tras una pequeña risa.– Que por un secreto mal guardado, una familia entera tenga que... desparecer.
Nadie dijo nada más. Enis y Aro se quedaron en silencio escuchando atentamente lo que pasaba a continuación.
Por desgracia, los silenciadores que utilizaban los agentes no eran muy buenos.
Ambos escucharon el tiro y el cuerpo desplomarse en el suelto tan seguidamente que apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Enis se quedó paralizada frente a Aro, que la miraba intentando creer que aquello no era real. Porque si lo era, la habrían perdido.
Enis habría perdido a su madre a los diecisiete años.
Y Aro habría perdido a su madre, cinco minutos después de conocerla.

ESTÁS LEYENDO
Blue
Science FictionUna sociedad dividida por una valla de muros enormes. Una distopia donde a un lado la gente vive la vida plenamente, disfruta y tiene dinero suficiente como para malgastarlo. Al otro lado la gente se conforma con sobrevivir. El gobiernos controla a...