Capítulo 14

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Enis durmió tan profundamente que por un momento no recordaba nada de lo que había pasado aquel día. Pensó que volvería a despertar en casa, con su madre, y que volvería a ver a Eurus en la fábrica en unos minutos. Pero obviamente no fue así.

Para empezar, la alarma no la despertó. Le despertó el ruido de la gente levantándose y dándose los buenos días. Ella se removió un poco en la cama y al darse la vuelta, se despertó de golpe al ver a una chica mirándola.

Parecía algo más joven que ella, lo cual ya parecía sorprendente en aquel lugar. Era pelirroja, con pecas por toda la cara y una cicatriz en forma de luna muy cerca de su ojo izquierdo.

–H-hola.– Dijo Enis incorporándose.

–Buenos días.– Dijo con una voz muy dulce.

–¿Quién eres?

–Soy Luna.– Se señaló la cicatriz.– Soy Lunita, Soy Lunática... Tengo muchos nombres.

–¿Y tú nombre de verdad?

–El que tú elijas.– Enis frunció el ceño confundida.– Tú eres la Inmune, ¿verdad?

–Si. Enis Harding.

–Dicen que yo soy única, pero tú lo eres más, Enis Harding.

–Gracias.– Luna se levantó y animó a Enis a hacer lo mismo.

–Te va a costar un poco hacer amigos aquí, así que si quieres, yo puedo ser tu amiga.

–¿Por qué dices eso?– Preguntó Enis mientras Luna la llevaba hasta el comedor.

–Unos te tiene envidia, otros miedo, otros piensan que si se juntan contigo les contagiaras la inmunidad, a otros les da vergüenza acercarse a ti...

–¿Y tú en qué grupo estás?

–Me gusta hacer amigos.

Ambas se pararon a las puertas del comedor donde la gente empezaba a sentarse para el desayuno. Enis observó como todos se juntaban por grupos de amigos y ella no tenía nada de eso.

–¿Dónde te sientas tú?– Le preguntó a Luna mirándola.

–Dónde me inviten. No tengo un sitio fijo.

–Ah...

–¿Y dónde te sientas tu?

–Pues...

–Se sienta con nosotros.– Escucharon y al darse la vuelta, vieron a Aro acercándose a ambas.– Buenos días, Lunita.

–Hola, Aro.– Dijo con una sonrisa.

–¿Vienes?– Dijo él pasando junto a Enis y mirándola para que se sentase de nuevo con ellos.

–Eh, si.

–Hasta luego.– Dijo Luna saludándoles con mano mientras se alejaban.

–¿Quién es esa chica?– Preguntó Enis mirando hacia atrás y viendo como Luna se sentaba en una mesa.

–Lunita es un ángel.

–¿Pero quién es? ¿Cuál es su historia?

–Hay gente a la que no le gusta hablar de su historia.– La miró.– Así que cuidado con lo que preguntas y a quien se lo preguntas.

–¿Todo el mundo puede preguntarme cosas acerca de mi vida pero yo no puedo preguntar?

–Eso te pasa por ser Inmune.

–Yo no pedí ser Inmune.– Dijo parándose y Aro se dio la vuelta a mirarla.

–Pero lo eres.

–¿Y si dejo de serlo podría volver a mi vida?

–¿Por qué querrías volver a tu vida normal?– Le preguntó extrañado mientras seguía caminando hacia la mesa. Enis gruñó un poco y corrió hasta alcanzarle.

–¿Qué tiene de malo mi vida?

–A nadie de La Cantera le gusta su vida.– Dijo Athlas uniéndose a la conversación.

–Eso no lo sabes. No vives allí.– Le miró.

–Pero he visto muchas imágenes de como vivís allí.

–Aún así sigues sin tener ni idea.

–Entre La Cantera y Kownen, seguro que preferirías vivir aquí.– Dijo Airyn.

–Eso es porque habéis vivido aquí. Pero La Cantera es mi hogar, y pienso volver. Digáis lo que digáis.– Los demás se miraron entre ellos.

–Si sigues siendo Inmune no te dejaran volver.– Dijo Bri casi en un susurro.

–Pues arréglalo.– Dijo mirando a Aro.

–¿Cómo quieres que haga eso?

–Dijiste que conocías a un tío. Deiko, ¿no? ¿Él puede curarme?

–Ni siquiera sabemos porqué eres Inmune.

–Pues encuentra la forma de... arreglarme.

–Eso no depende de mí.

–¿Entonces por qué me trajiste aquí? ¡Si no hubierais intervenido, podría estar ya curada!– Dijo levantando un poco la voz haciendo que varias personas la mirasen y después salió corriendo de allí.

Aro se quedó mirando como Enis se enfadaba y después salía corriendo de allí mientras terminaba de comerse los huevos revueltos del desayuno mientras los demás le miraban con intención de que hiciera algo.

–Yo no cuido niños.– Dijo sin dejar de mirar su desayuno.

–Eres el líder, para lo bueno y para lo malo.– Le dijo Bri.– Si tu no arreglas esta clase de problemas, ¿quién lo hará?

–Es que no deberíamos tener esta clase de problemas. Se supone que somos todos lo suficientemente maduros.

–Aro, es una chica que han separado de su madre, de su casa y sus amigos sin ni siquiera darle la opción de opinar. Es normal que este molesta.– Dijo Athlas.– Y estoy con Bri, si alguien debería calmarla y hacerla entrar en razón, deberías ser tú.– Aro dejo caer sus cubiertos enfadado.

–Vale. Pero no garantizo que lo haga con dulzura.– Las últimas palabras las pronunció con un todo de burla antes de levantarse y salir a buscar a Enis.

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