Aro se quedó despierto casi toda la noche hasta que le venció el sueño. No tener ni siquiera luz solar para guiarse le hacía perder la cabeza. Cuando estaba en el refugio por lo menos tenían relojes que le ayudaban a mantener un horario, pero ahora se sentía completamente perdido.
Se despertó de golpe cuanto escuchó la puerta abrirse bruscamente. Intentó enfocar la vista pero para cuando quiso hacerlo ya se había vuelto a cerrar. Lo máximo que vio es como dejaban una bandeja de comida a la entrada y le daban una patada hasta él. Aro intentó despejarse y centrarse, pero le costó más de lo que pensaba.
Cuando lo consiguió, vio su desayuno en la bandeja: un bol con avena y un baso de agua. No era muy apetecible así que decidió no comer. Esperó sentado hasta que la puerta volvió a abrirse para recoger la bandeja, le dio una patada a la bandeja hasta la puerta y sonrió irónico.
Siguió allí metido, con hambre el resto del día. Y el resto de la noche. Al rechazar su desayuno debieron de interpretarlo como una huelga de hambre y no volvieron a llevarle comida.
Al día siguiente, Aro aún seguía teniendo una pequeña esperanza hasta que la puerta se abrió y Enzo Uriel se paró frente a él.
–¿Por qué no has comido nada en dos días?– Fue lo primero que le preguntó.
–Porque no me han traído un entrecot con patatas fritas.
–Preferiría que hubieras comido algo para que tuvieras algo de fuerzas.
–¿Fuerzas para que?
–Levántate.
Aro hizo caso a lo que Uriel le dijo con un poco de desconfianza, después un par de guardas entraron y le esposaron las muñecas.
–¿Esto es necesario?– Dijo levantando las cadenas.
–Desde que se descubrieron todos tus secretos, toda precaución es poca.
Los guardias sacaron a Aro de allí y le llevaron a una zona de los laboratorios Uriel que no había visto nunca, y debido a las acreditaciones especiales de todo el mundo, dudaba de que incluso Keyer supiera de la existencia de aquel lugar.
–¿A donde vamos?– Preguntó al rato.
–Quiero enseñarte una cosa.
–¿Está Enis aquí?
–No, así que no hagas ninguna estupidez.
Aro frunció el ceño confundido. Enis era a quien querían, así que no tenía ni idea de a donde le llevaban.
Uriel le condujo hasta una sala que parecía una enfermería, solo que todas las camas con "enfermos" estaban tras un cristal bastante grueso. Aro miró con horror a aquella gente, de diferentes edades, desde niños de casi diez años hasta ancianos de ochenta. Todos conectados a un suero rojo oscuro, casi tan intenso que parecía negro que les entraba por las venas y les hacía retorcerse de dolor en sus camas.
–¿Qué... es esto?– Dijo al final.
–Todas estas personas son voluntarios.
–¿Para morir?
–Para probar la inmunidad.– Le dijo mirándole y Aro le miró.– Llevan así desde ayer, intentando hacerle frente a la sangre de tu hermana en su sistema inmunologico. Pero ninguno ha conseguido adaptarla aún.
–¿Aún? Hay gente que no se mueve en esas camas.
–Aceptaron el riesgo.
–¡Los está matando!– Gritó e intentó acercarse, pero los guardias se lo impidieron.– ¿Por qué lo hace? ¿Con qué fin?
–Un fin lógico.– Volvió a mirar a los pacientes.– Soy yo quien controla el Gas, por lo que debería ser yo quien controle la Inmunidad. ¿No crees?
–No si mata a personas. ¡Esto no tiene nada de lógico!
–Lo tendrá. El fin justifica los medios.– Aro forcejeó.– Puede que la sangre de Enis sea demasiado fuerte para distribuirla puramente, pero mezclada con otra sangre parecida...– Volvió a mirar a Aro.
–Yo no le ayudaré.
–Nunca te he preguntado.
Los guardias sacaron a Aro de allí y lo llevaron a una sala parecida, solo que solo había una cama para él. Entre los guardias, científicos y enfermeras consiguieron tumbarlo en la cama e inmovilizarlo antes de que pudiera escapar.
–Descubrir que Enis tenía un hermano nos está viniendo bastante bien, la verdad.– Dijo Uriel entrando a la sala.
–¿Dónde está?– Preguntó Aro enfadado.
–Descansando. Ha sufrido mucho desde ayer.– Aro intentó soltarse y Uriel se rió.– Es impresionante lo mucho que te preocupas por ella habiéndola conocido como hermana hace tan poco. Me preguntó que pasaría si en vez de Enis tuviéramos a Noon.– Aro dejó de forcejear y miró a Uriel más serio que nunca, con una chispa de locura en sus ojos incluso.
–Atrévete a tocarla y te prometo por mi vida Enzo Uriel que te arrancaré los ojos con mis propias manos.
La pequeña y permanente sonrisa de Uriel ponía a Aro de los nervios. Quería arrancarle esa sonrisa por todo lo que le estaba haciendo a todas aquellas personas. Si Enis no salía de aquella, Uriel lo pagaría muy caro.
Las enfermeras aprovecharon que la tensión que soportaba el cuerpo de Aro en aquel momento le marcaba las venas del brazo para ponerle el suero que tenían los demás ''voluntarios''.
–Esperemos que en ti haga algo y sea más... distribuible.– Dijo Uriel mientras Aro miraba el suelo.
–No funcionara.– Dijo cerrando los ojos con fuerza. Empezó a sentir que el suero entraba por sus venas y quemaba y avanzaba a tal velocidad que empezaba a ser consciente de todas y cada una de las venas de su cuerpo.– No debe ser tan concentrado...
–¿Y tú que sabrás?
–Porque nosotros lo conseguimos.– Dijo abriendo los ojos y respirando profundamente. Uriel pareció sorprenderse.
–¿Lo conseguisteis? ¿Cómo lo sabes?
–Porque Seven recuerda lo hijo de puta que es su padre.– Uriel respiró hondo.
–¿Cómo lo hicisteis?– Aro comenzó a reírse por no comenzar a llorar.
–El único que conoce la formula vive drogado. Y con suerte, los papeles en los que lo anotó todo, ya estarán fuera de la ciudad.
–Algo tienes que saber acerca de esa formula.– Le retó y Aro se incorporó un poco.
–Que no la conseguirás nunca.
–Estas jugando con fuego, Ícaro...
–Por suerte no es la primera vez.– Aquella vez, la sonrisa de Aro fue la que puso a Uriel de los nervios.
–Seguid trabajando con él.– Les ordenó todos los que estaban allí.– Nadie se irá a casa hasta que logremos que funcione.– Miró a Aro.– Y si escuchó sus gritos de dolor desde mi casa, mejor.
Uriel se marchó de allí a la vez que uno de los científicos se acercaba a Aro para subirle la dosis, lo que provocó que cerrase los puños hasta casi romperse los dedos y apretase la mandíbula hasta estar a punto de partirse los dientes antes de gritar al sentir aquel ardor, escozor y picor por dentro de su cuerpo.

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Blue
Ciencia FicciónUna sociedad dividida por una valla de muros enormes. Una distopia donde a un lado la gente vive la vida plenamente, disfruta y tiene dinero suficiente como para malgastarlo. Al otro lado la gente se conforma con sobrevivir. El gobiernos controla a...