Capítulo 30

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Enis no volvió al cuarto común para dormir aquella noche. Sentía que todo el mundo que la mirase la devolvería al momento en que Pouke y Aro se pelearon, y todo lo que seguía a aquello.

Se escondió de todos los que la buscaban lo mejor que pudo. Al ser tan pequeña y tener buenas habilidades para esconderse y escabullirse fue bastante fácil encontrar un lugar seguro donde pasar la noche.

Se quedó dormida en la biblioteca, bajo un par de mesas que la escondían bastante bien. Se despertó a la mañana siguiente cuando aún la biblioteca estaba vacía. Nadie solía ir por la mañana, así que era un buen lugar para esconderse, pero entonces empezó a escuchar pisadas que se acercaban. Se encogió un poco más al ver los pies que se acercaban a ella. No quería volver, todavía no. Pero quien quiera que fuera se quedó de pie en frente de la mesa, se apoyó en ella y después se agachó.

–¿Pouke?– Dijo sorprendida.

–Buenos días.

Pouke le sonrió y una sensación de seguridad invadió a Enis. La misma sensación que sentía cuando estaba con Eurus. Sin poder evitarlo, Enis salió de debajo de la mesa y se lanzó al cuello de Pouke para abrazarle. Él rodeó su cintura con su brazo y la hizo sentir protegida.

–Yo también me alegro de verte.– Le susurró Pouke al oído y Enis volvió a la realidad separándose de él, ya que por un momento en su mente, volvía a estar con Eurus.

–¿Cómo me has encontrado?

–Te han buscado por todos los rincones de la base. Rincones que ni sabes qué existen, así que pensé que estarías en un lugar que te daría confianza.– Enis sonrió y agachó un poco la cabeza.– ¿Por qué te escondes?

–Yo...– Al ver que Enis era incapaz de hablar, Pouke le cogió de la mano y la frotó suavemente con el pulgar.

–A mi me lo puedes contar.

–Discutí con Aro. Me sentía tan... humillada por lo que había pasado que no sabía donde meterme. No quería ver ni que me viera nadie y no sabía que más hacer.

–¿Sobre qué discutisteis?– Enis le pasó los dedos por la mejilla, donde tenía el moratón.

–Sobre todo lo que ha pasado.

–¿Qué te parece si desayunamos y hablamos más tranquilamente?– Dijo y señaló a encima de la mesa.

Enis se levantó y vio que Pouke había traido algo de desayuno para que ella no tuviera que volver al comedor y enfrentarse a todo el mundo, lo cual hacía que Enis se sintiera apreciada por Pouke de una manera bastante especial.

Pouke se quedó desayunando con Enis en la biblioteca sin que nadie entrase. Nadie les molestó a pesar de que técnicamente, Enis seguía desaparecida. Disfrutaron de una mañana tranquila, los dos solos, y cuando terminaron de desayunar, Pouke le propuso acompañarla hasta el cuarto común para que descansaste un poco, ya que aún tenía cara de estar bastante cansada.

Por el camino, nadie reparó en ellos, cosa que Enis agradeció bastante. Sabía que en cuanto la encontrasen la llevarían directa con Aro para que él se disculpase, pero aun no quería enfrentarse a ello.

–Gracias por quedarte conmigo.– Dijo Enis mientras ambos se sentaban en su cama.

–No me las des. Me ocuparé de que nadie te moleste en un par de horas como mínimo.

–Gracias.– Dijo de nuevo cogiéndole una mano.– De verdad.

Pouke le sonrió y Enis le devolvió la sonrisa. El contacto de sus manos les recordaba a ambos su momento en el gimnasio. Ahora no había nadie allí, estaban solos y Pouke ya no quiso esperar más. Llevó una de las manos rápidamente al cuello de Enis y se acercó rápidamente para besarla.

Fue el primer beso de Enis. No tenía ni idea de que tenía que hacer, así que se limitó a cerrar los ojos y dejar que Pouke controlase. Enis soltó sus manos, las subió hasta enredar los dedos en los rizos de Pouke y él llevó la otra mano a la parte baja de su espalda para poder tumbarla en la cama con cuidado.

Enis había fantaseado muchas veces en como sería la sensación del primer beso, si estaría a la altura, quien sería quien se lo diera... Y estaba agradecida de que hubiera sido Pouke. Perdió completamente la noción de lo que pasaba a su alrededor hasta que sintió que la cintura de su pantalón dejaba de estar ajustada. Abrió los ojos y empujó un poco para separarle de ella y ver que él era quien se lo estaba desabrochado.

–Pouke, para.– Dijo mientras jadeaba para coger aire.

–¿Qué pasa? ¿No te ha gustado?

–Si que me ha gustado, pero...

–Pues si te ha gustado el beso, lo que viene ahora te va a volver loca.– Dijo y volvió a besarla.

Pero esta vez no fue tan agradable. Pouke se las arregló para mantenerla tumbada mientras intentaba bajarle el pantalón pero ella empezó a resistirse.

–¡Pouke, para! No quiero hacerlo.– Dijo ella intentando apartarlo, pero él cogió sus dos muñecas y las sujetó por encima de la cabeza.

–Será rápido, te lo prometo.

–¡No, no!

–Si no te resistes no te haré daño. ¡Así que deja de moverte!

–¡No! ¡Por favor para!

–¡Ni de coña! La inmunidad tiene que  contagiarse de alguna forma.

Enis no era capaz de ver lo que estaba haciendo Pouke, pero no quería que siguiera. No sabía cuanto tiempo le faltaba para no poder dar marcha atrás, así que en cuanto se acercó lo suficiente, Enis le dio un cabezazo en el ojo herido.

Pouke gritó y soltó las manos de Enis para taparse el ojo y que así pudiera disminuir un poco el dolor. Y ahí fue cuando Enis consiguió soltarse, le empujó para quitárselo de encima y salió corriendo de allí sin prestar atención a como la había dejado. Enis salió corriendo por el pasillo en busca de ayuda pensando que Pouke saldría tras ella.

Cuando vio a Aro al final del pasillo fue como ver las puertas del cielo abiertas para ella. Gritó su nombre completamente desesperada y cuando él la vio, corrió a su encuentro. Enis le abrazó en busca de un lugar seguro, pero él la apartó un poco para mirarla bien y saber por qué lloraba.

–¿Qué te ha pasado?– Dijo al verla con los pantalones medio bajados y la camiseta retorcida.

A Enis no le dio tiempo a responder, ya que ambos escucharon como Pouke gritaba el nombre de Enis de una forma bastante agresiva. Pouke se quedó helado al verla con Aro, y cuando Aro le vio, con el cinturón desabrochado y la cremallera del pantalón a medio bajar, lo entendió todo.

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