Capítulo 4

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Cuando Enis llegó a casa, su sección aún no había vuelto de las minas, por lo que le dió tiempo a sacar todo lo que había conseguido aquella mañana con Eurus en La Brecha y organizarlo. Para cuando su madre llegó, Enis estaba terminando.

-Hola, mamá.- Dijo con una sonrisa.- ¿Qué tal el día?

-Bien.- Dijo acercándose a ella y le dio un beso en la frente.- Como siempre. ¿Y tú?

-He estado en La Breca.

-¿En serio?- Dijo asombrada.- ¿Y-y que te han dado?

-Pues... pan, algo de carne, verduras...

-Vaya, estoy impresionada.

-En realidad, agradéceselo a Eurus.- Dijo sentándose en uno de los taburetes de la cocina.- Él es quien ha pedido las cosas. Yo no sabía ni que decir.

-Bueno, lo importante es que hay comida de sobra para unos días.

-Si, pero no tenían manzanas.

-Oh. Bueno, no pasa nada.

-Mañana probaré en el mercado.- Dije sacando un par de monedas del bolsillo.- A lo mejor tengo para un par de ellas.

-Deberías guardar ese dinero para cuando lo necesitemos de verdad.

-Pero si la delincuencia está a la orden del día, mamá.

-Enis, no empieces.

-Muchos de mis amigos roban y no les pasa nada. Y yo alguna vez también lo he hecho, ya lo sabes.

-Estoy muy cansada como para discutir acerca de esto, cielo. Así que me voy a asear un poco y preparo la cena.

-No, no te preocupes. Tengo medio burrito de esta mañana. Ya te preparo yo algo mientras te pones cómoda.- Dijo y su madre le acarició la mejilla.

-Gracias, cielo. ¿Qué haría yo sin ti?

-Esperemos no tener que averiguarlo.- Enis sonrió.

Enis preparó algo de cena para su madre y aprovechó el medio burrito que no se había comido aquella mañana. Le había gustado, pero tenía el estomago pequeño y se llenaba enseguida, lo cual le venía bastante bien a la hora de repartirse la comida. Muchas veces no entendía como en pleno año 2257 había tantos problemas para alimentar y educar a la mayor parte de la población.

Por las noches, Enis subía a su cuarto e intentaba leer. Eurus le conseguía libros de vez en cuando y cuando conseguía coger buen ritmo, se los terminaba bastante rápido. Así que por las noches, Enis se acurrucaba en su cama con una linterna en la boca para no despertar a su madre y leía hasta caer de sueño.

Por la mañana siguiente, la alarma volvió a despertar a La Cantera entera. Enis se levantó nada más abrir los ojos y se preparó. Si iban a ir al mercado, tenía que estar preparada. Se puso ropa cómoda para correr y sus botas. Se recogió el pelo en una coleta y sacó todo el peso innecesario de su mochila que no iba a necesitar aquella mañana.

-Eurus.- Dijo sorprendida al verle en casa cuando ella bajaba.- ¿Qué haces aquí?

-¿Pensabas en serio que íbamos a ir a pie hasta el mercado?- Dijo y ella vio los cascos encima de la mesa de la cocina por primera vez.

-Eurus me ha contado que tiene moto.- Dijo su madre.- No me lo habías dicho.

-Yo me enteré ayer.

-Enis, deberíamos irnos. Cuanta mas gente haya, peor. Ya lo sabes.

-Si, lo sé.- Dijo cogiendo su casco y dándole un beso a su madre.- Nos vemos esta noche.

-Por favor, tened cuidado.

-No se preocupe, Sra. Harding. Estaremos bien.

Enis se puso el casco antes de subir a la moto y le sonrió a su madre antes de que Eurus saliese disparado de allí.

La gente que no trabajaba en las minas trabajaba en el mercado. Era uno de los lugares donde más agentes había. Sabían que chavales de la edad de Enis y Eurus se dedicaban a robar porque sus padres no ganaban lo suficiente. Pero normalmente robaban de los bolsillos de la gente, y ellos dos preferían robar directamente de los puestos y quitarse de intermediarios.

-¿Desde cuando tres manzanas valen cinco Reales?- Dijo Eurus sorprendido. Los Reales era la moneda universal que había empezado a acuñarse en el año 2100.

-¿Cinco Reales?- Enis sacó su dinero.- Solo tengo dos.

-Hace una semana costaban dos.

-Razón de más robar.- Enis guardó el dinero.

Eurus no era muy partidario de robar, pero sabía perfectamente en que clase de sociedad le había tocado vivir, y se adaptaba a ella.

Él se acercó al puesto y empezó a hablar con la mujer que había atendiendo. Era bastante joven y guapa, así que Eurus aprovechó eso para que le prestara más atención a él que al puesto. Ella parecía encantada de hablar con él, y no sospechaba que él era la distracción. Enis se acercó al puesto por la otra esquina de espaldas y con cuidado empezó a meter algunas manzanas en su mochila.

-¡Eh!- Escuchó a un hombre gritar y se dio la vuelta.- ¿Qué diablos haces?- Enis salió corriendo sin dar ninguna explicación y el hombre salió tras ella.

Enis corrió apartando gente y sin perder de vista el frente para evitar chocarse con nada. Escuchaba al hombre gritar que alguien la parase, pero ella no dejó que nadie le atrapase hasta que algo se enredó en sus pies impidiendola correr y cayendo al suelo. Enis escupió un poco de tierra que había tragado y se miro los pies, ahora enredados por completo por unas esposa inteligentes lanzadas por uno de los tres agentes que ahora la rodeaban.

Enis se quedó en el medio de un circulo de tres agentes, que a su vez estaban rodeados por toda la gente que había allí.

-¿Qué es lo que ha hecho?- Le preguntó uno de los agentes al dueño del puesto.

-Me ha robado unas manzanas.- Dijo con un poco de miedo. Incluso si era para ayudar, pocos Inferios se atrevían a hablar con agentes.

Aquel mismo hombre se acercó a Enis y le arrancó la mochila para vaciarla delante de todo el mundo.

-Jugarse la memoria por un par de manzanas...- Dijo serio.- Definitivamente, hay gente muy idiota.

El agente levantó su dispensador de Gas y la apuntó. A Enis nunca la habían gaseado, por eso ahora estaba absolutamente muerta de miedo. Una nube azul invadió a Enis en cuestión de segundos. Había oído que el Gas olía diferente para cada persona, pero que siempre eran olores especiales para ellos. El Gas de Enis olía a galletas y canela.

-Olvida que necesitabas manzanas.- Le dijo el agente.- Olvida incluso que es una manzana. Y olvida también como se roba.

Segundos después, la nube había desaparecido. Los agentes se marcharon poco a poco, al igual que la gente. El único que se acercó a ella fue Eurus.

-¡Enis!- Dijo arrodillándose frente a ella.- ¿Estás bien? ¿Hasta donde recuerdas?

Enis tardó unos segundos en contestar. Estaba mucho más asustada que antes de ser gaseada, y tenía bastantes motivos para estarlo.

-Lo recuerdo todo.

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