Capítulo 49

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–Espera, espera.– Dijo Aro acercándose a Deiko.–¿Estás diciendo que has encontrado un antídoto para el Gas?

–¿Eso no es imposible?– Quiso saber Athlas.

–Lo es, pero si tienes una Inmune...– Dijo mirando a Enis y todos la miraron.– ¿Entendéis ahora por qué quería quedármela? Imaginaos todo lo que podríamos crear. ¡Comerciar con el antídoto! ¡Nos haríamos ricos, cariño!– Dijo acercándose a Enis.

–No me interesa esa vida.– Dijo Enis bajando la cabeza.

–¿Quien no querría estar día y noche retenida aquí conmigo facilitándome el acceso a la inmunidad?

–¿Tú te escuchas cuando hablas?– Le preguntó Keyer.

–Solo cuando digo cosas interesantes.

–Enis no va a quedarse contigo.– Dijo Aro.

–¡Si se va no podré volver a crear ese antídoto nunca más! ¡Nadie podrá!

–¿Has agotado toda la sangre que le has sacado?– Dijo Airyn sorprendida.

–No se crea un antídoto a algo como el Gas a la primera.– Deiko cruzándose de brazos y después miró a Bri.–  Pero gracias por la idea.

–¿Tú le dijiste que lo hiciera?– Le preguntó Seven y ella se puso roja.

–Eh... si, bu-bueno, yo... N-no podía... no podíamos permitir que n-no recordases qui-quien eras...

–No te avergüences, querida.– Le dijo Deiko.– Gracias a ti sabemos que la posibilidad de un antídoto no es algo imposible.

–Pero si llegamos a Holiria no nos hará falta un antídoto nunca más.– Dijo Aro.– Así que pongámonos en marcha. ¿Sabes salir de aquí?– Le preguntó a Deiko.

–Por favor, la duda ofende.– Dijo encaminándose hacia la salida, pero antes de llegar, Airyn se interpuso en su camino.

–Has tomado notas de como crear el antídoto, ¿verdad?– Extendió la mano hacia él.– Dámelas.

–No he escrito nada.

–Te he visto apuntar cosas. Dame todo lo que hayas apuntado.

–¿Por qué debería?

–Porque si te pagan bien, eres capaz de vendérselas a Uriel.– Dijo seria y miro a Keyer y Seven.– Sin ofender.

–Si tienes razón.

–Está bien...– Deiko cogió un par de papeles que había cerca de donde había estado trabajando y se los dió a Airyn.– ¿Contenta?

–Si. Ya podemos irnos.– Dijo guardándolos en la mochila.

Deiko fue el primero en salir de allí, los demás le siguieron encabezados por Aro y cerrando el grupo con Bri. Pero antes de que ella pudiera salir, Seven se dio la vuelta y la detuvo.

–¿Qué haces?– Preguntó Bri un tanto confundida.

–Tenemos que hablar.

–Seven, no creo que sea...

–Lo siento.– La interrumpió y Bri la miró.– Siento todo lo que te dije acerca de... Nosotras.– Bri bajó la cabeza.

–Dijiste que no hay un "nosotras".

–Me equivocaba.– Dijo y la cogió de la mano.– Creo que todo lo que te dije era una excusa para no afrontar lo que siento.– Bri la miró.– Me di cuenta unos segundos antes de olvidar quién era. Porque quien soy de verdad... quiere esto. La Seven de hace un rato no... no lo olió.– Bri frunció el ceño.

–El Gas siempre tiene un olor significativo para cada persona.– Se dio cuenta Bri.– ¿A qué olía cuanto te pilló el Gas ?

–A ti.

Y tan pronto como terminó de hablar, Seven cogió a Bri de las mejillas y la besó. Bri se quedó sin respiración al principio y después agarró a Seven del cuello para seguirle el beso.

–Ejem...– Escucharon y ambas se separaron de golpe para ver a Keyer sonriendolas en la puerta.– ¿Nos vamos?

–S-si.– Dijo Bri avergonzada por que Keyer la hubiera visto besándose con su hermana y salió corriendo de allí para juntarse con los demás mientras Seven se acercaba lentamente a su hermano.

–Así que... Briseida.

–Briseida.– Seven asintió un par de veces orgullosa.

–Sabes que papá nunca te dejaría estar con una mujer, ¿verdad?

–Ya ves el miedo que me da.– Dijo Seven irónica y Keyer se rió. Le pasó un brazo por los hombros y ambos fueron a reunirse con el resto.

–Esa es mi hermanita.

Cuando Keyer y Seven se unieron al resto, ya estaban en la primera planta del edificio, la misma por la que habían entrado, pero no llegaron a salir. Deiko apartó unos papeles del suelo, movió una mesa y levantó el suelo dejando a la vista una trampilla. A los chicos les pareció un escondite bastante ingenioso, ya que la casa era tal desastre, que nadie se molestaría en buscar una salida como aquella. Bajo la trampilla, unas escaleras descendían varios metros bajo tierra. 

Deiko bajó el primero seguido de los demás y Seven por último, quien se encargó de cerrar la trampilla. Bajaron varios metros a la vez que unas luces se encendían cuando les detectaban. Al llegar al fondo, vieron un pasillo largo, mucho más largo que los que tenían en el refugio, casi no se veía el fondo. Aun así caminaron en fila y en silencio, siguiendo a Deiko con una confianza ciega.

–Ya está.– Dijo Deiko al llegar al final del pasillo.

–¿Ya está que?– Preguntó Athlas.

–¡Queríais salir de Kownen! Pues técnicamente ya está. Solo tenéis que subir estas escaleras y estaréis en La Cantera.

–¿Hemos atravesado los muros por debajo?– Preguntó Keyer.– Como mola.

–¿Quién más conoce esta salida?– Quiso saber Aro.

–Tu padrastro, yo y poca gente más. Pero ninguno os seguirá.

–¿Cómo estas tan seguro?

–¡Porque para bajar hay que pasar por mi casa! Y nadie entra en mi casa sin que yo lo diga.

–Nosotros entremos.– Le recordó Noon frunciendo el ceño.

–¡Porque ya os lo había dicho!

–Pero...

–Déjalo.– Dijo Airyn.– No merece la pena.

–Bueno, yo me vuelvo a casa.– Dijo Deiko.– Espero que sobreviváis, y sino, un placer haberos conocido.

–Pues que bien.– Dijo Athlas cuando Deiko se marchó.– Eso si que son ánimos.

–Bueno, ¿a que estamos esperando?– Dijo Seven.– Todavía nos queda la parte más difícil.

–¿Acaso ha habido alguna parte fácil?

–¿Estás preparada para volver a casa?– Le preguntó Aro a Enis, quien se había mantenido callada todo el trayecto.

–Si.– Dijo a la vez que empezaba a subir la escalera hacia La Cantera.

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