Capítulo 17

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Enis se pasó la mañana en el campo de tiro con Airyn intentando aprender a manejar un arma.

Al principio, apenas era capaz de sujetar el arma en condiciones, pero antes de la hora de comer, consiguió por lo menos acertar en las dianas. Airyn las recogió, las examinó y le dedicó una sonrisa. Enis interpretó aquello como algo positivo. 

Ambas estaban dispuestas a volver al comedor y juntarse con los demás, pero había alguien más allí que quería sonreirle a Enis antes de que se fueran. Un chico con una melena color caramelo y ojos verdes que llevaba un pañuelo azul atado al cuello. Pasaron a su lado y él se dió la vuelta para sonreirle a Enis antes de que ellas se fueran y él siguiera con lo suyo

–Los resultados de la primera vez que Enis coge un arma.– Anunció poniendo la diana sobre la mesa y enseñándosela a los demás.

Aro frunció un poco el ceño y la cogió para examinarla mejor.

–No está mal.– Dijo con un tono de sorpresa ligera.– Podría estar mucho mejor pero no está mal para ser la primera vez.

Enis sonrió un poco antes de sentarse a comer. No le hacía demasiada ilusión que sus resultados siguieran encima de la mesa, y Airyn se dio cuenta de ello, por eso los quitó cuando empezaron a comer.

–¿Cómo va lo de Uriel?– Preguntó Bri al rato mirando a los chicos.– ¿Sabéis algo ya?

–No, y la cosa tampoco pinta bien para ti.– Dijo Athlas mirando a Enis.

–¿Y eso?– Dijo ella un poco preocupada y Athlas miró a Aro.

–Enséñaselo, pero que no se entere todo el comedor.

Athlas asintió a lo que dijo y tras teclear algo en su brazalete apareció una pequeña pantalla que enseñó a las chicas.

En ella, se podían ver imágenes en tiempo real de la ciudad de Kownen y de cómo habían colocado carteles con imágenes de Enis, no se le veía bien la cara, pero si el tatuaje en el cuello, y eso era bastante específico. También había textos que decían que si alguien conocía a aquella chica, avisase a cualquier agente.

–Están por todo la ciudad. Dudo que haya alguien en Kownen que no los haya visto.– Anunció Athlas y Enis se encogió un poco frotándose el cuello.

–Son imágenes de la última vez que fui al mercado.– Dijo ella reconociéndolas.– Pero son antes de probar el Gas.

–Te han buscado.– Le dijo Aro.– No muy bien, pero te han buscado. Si At te encontró, ellos también.– La miró.– Pero te lo repito, aquí estas a salvo. Te basta con no salir. Y con que no... Te vean el cuello.– La pequeña esperanza de Enis de conocer la ciudad de Kownen se vio aplastada en ese momento.

Cuando terminaron de comer, Aro y Athlas volvieron para seguir investigando acerca de Uriel y las chicas desaparecieron sin que Enis se diera cuenta. Así que se quedó sola, otra vez. No quería volver a pasarse la tarde metida en la biblioteca, pero tenía que seguir con lo suyo, así que optó por coger algunos libros y buscar un lugar más animado para estudiar.

Todo estaba en silencio en la biblioteca, por eso se llevó el susto de su vida cuando escuchó a alguien hablarle justo detrás de ella.

–Hola.– Escuchó y pegó un pequeño salto y un pequeño grito soltando los libros. Se llevó la mano al pecho y se dio la vuelta para descubrir que quien le hablaba era el chico del pañuelo en el cuello de aquella mañana.

–Joder.– Dijo Enis soltando el aire.– Que susto me has dado.

–Lo siento mucho.– Se disculpó y Enis hizo el amago de agacharse a por los libros, pero él la detuvo.– No, deja. Ya los recojo yo. Ha sido culpa mía.

–Gracias.

Enis sonrió un poco mientras el chico se arrodillaba delante de ella y recogía los libros de Enis antes de dárselos.

–Eres la Inmune, ¿verdad?– Dijo dándoselos.

–Si, supongo que todos me conocen por ese...

–Enis.– Dijo él de repente y ella se quedó sin palabras.

–¿Cómo lo sabes?

–Me lo ha dicho Lunática.– Enis sonrió al recordar a Luna. Lo siguiente que pasó, fue que él le cogió una mano y sonrió antes de presentarse:– Yo soy Pouke Banks.– Le besó la mano.– Y es un placer conocerte.

–Lo mismo digo.– Dijo ella mientras él se levantaba.

–Te he visto esta mañana en el campo de tiro. Si Airyn te enseña, pronto puede que seas mejor que ella.

–Vaya, gracias. Ojalá me ayudasen un poco más con lo demás.– Cogió bien los libros.

–¿Qué es lo demás?

–Tengo que aprender a leer y escribir bien, y después Aro me prometió que me enseñaría a defenderme.

–Pierdes el tiempo con Aro.– Negó levemente con la cabeza mientras sonreía.– Si, es muy bueno, pero les hay mejores.

–¿Quién es mejor?

–Gente.

–¿Tú?

–Yo soy gente.– Sonrió y Enis se rió.– A lo mejor podrías entrenar con esa gente para que cuando Aro te enseñe, le des una sorpresa, si es que cumple su promesa.

–¿Por qué no iba a cumplir?

–Se preocupa mucho de que estés bien y a salvo, pero... no le veo ayudándote con los libros.

–Supongo que pensará que puedo hacer esto sola.

–No le conoces, salta la vista.

–Tampoco te conozco a ti. ¿Por qué debería fiarme?

–Porque llevamos cinco minutos hablando y me he ofrecido a ayudarte en más cosas que él.–  Enis apartó la mirada con una sonrisa.– Y porque te he hecho sonreír varias veces.– Volvió a mirarle.– ¿Qué me dices? ¿Nos damos una oportunidad?

–No tengo otra opción, ¿verdad?

–Por supuesto que si. Pero esas opciones no te llevarán los libros.– Dijo cogiéndole los libros, y Enis dejó que lo hiciera sin oponer resistencia.– Anda, vamos.

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