Capítulo 9

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Enis y Airyn no volvieron a hablar hasta pasado un rato. El vehículo siguió su camino durante un rato sin que Enis pudiera ver por donde iban. Ya estaba un poco harta de no tener ni idea de donde estaba, pero entonces, se pararon y Enis volvió a tener miedo. No sabía quien era esa gente ni si eran los buenos o los malos.

Airyn se levantó de su asiento cuando sintieron que el vehículo tocó tierra y cuando dejaron de escuchar el motor, abrió las puertas y bajó.

–Vamos.– Dijo mirando a Enis.– No tienes que tener miedo. Ahora estás a salvo.

Enis se levantó poco a poco y bajó junto a Airyn. Miró al rededor para ver donde estaba, pero solo vio que estaban bajo tierra. No se veía mucho más que un angar donde había algunos vehículos más, paredes de piedra y poca luz. De la parte delantera del vehículo, apareció un chico que le dio un beso en la mejilla a Airyn pero al mirar a Enis se quedó de piedra.

–¿Es...?– Dijo señalándola.

–Si.– Dijo Airyn y el chico se acercó a Enis. Dio una vuelta al rededor de ella y después miró a Airyn.

–Pero es una...

–Oh, si.

–Creí que era el chico.

–¿Qué chico?– Preguntó Enis.

–Tú y todo el mundo. Nos informaste mal.

–¿Se lo has dicho a Aro?

–¿Yo? No, no.

–¿Alguien puede explicarme que pasa?– Dijo Enis levantando un poco la voz.

–Aro me va matar.– Dijo el chico echando a andar.

–Nah, seguro que le encanta.– Dijo Airyn irónica y después miró a Enis.– Ven, te lo explicaremos cuando estemos todos.

Airyn echó a andar y Enis tuvo que seguirla. Tuvo que confiar en aquella gente y seguirles para saber que era lo que pasaba. Para cuando alcanzó a Airyn, ella había alcanzado ya al otro chico.

Tras caminar por varios pasillos largos y estrechos, llegaron a un lugar mucho más amplio. Los techos eran tan altos que Enis dudaba que hubiera techo, solo plantas superiores a la que estaban. Había bastante gente allí, casi todos seguramente mayores que Enis, pero ninguno parecía adulto del todo. De repente, de una de las plantas de arriba, un chico bajó como si hubiera saltado, pero en realidad, tenía el pie enganchado a una cuerda la cual agarraba con una mano y lo que le permitió aterrizar delante de ellos sin partirse las piernas en la caída.

El chico era un poco más alto que Enis, con una melena rubia y bastante serio. La miró de arriba abajo con el ceño fruncido mientras todo el mundo se quedaba mirando.

–¿Quién es, qué hace aquí y por qué la estoy mirando?– Dijo de repente mirando al chico que había conducido.

–Es tu Inmune.– Dijo Airyn.

–¿El Inmune es una chica?– Dijo mirándola.

–¿Tenéis algún problema con que sea una chica?

–¿Seguro que no hay ningún error?– Preguntó cruzándose de brazos y mirando al chico. Él levantó su brazo derecho y Enis vio que parecía el de un robot. Tocó un par de cosas y de repente, una pantalla con imágenes del mercado de la mañana en que Enis probó el Gas. Se vio a si misma tirada en el suelo con Eurus a su lado, parecía que habían pasado siglos de eso.

–A ver, ¿que diablos pasó aquí?– Le preguntó el chico del brazalete.

–Yo, eh... me pillaron robando unas manzanas e intentaron usar el Gas conmigo, pero no funcionó.

–¿Y él?– Dijo el rubio señalando a Eurus.

–Es mi mejor amigo, Eurus. Estaba conmigo.

–Tú mejor amigo.– Asintió el chico rubio un par de veces y miró al otro.– ¡Su mejor amigo!

–¿Y yo que sé? Te dije que no sabía bien lo que había pasado. No conseguí todas las imágenes.

–Joder.– Dijo echando la cabeza hacia atrás.

–Pero no cambia mucho las cosas, ¿no?– Dijo otra chica acercándose. También rubia.– En fin, ¿que mal puede causar?

–¿Podéis dejar de hablar de mi como si no estuviera y explicarme que pasa?– Interrumpió Enis nerviosa.– Esta mañana me han sacado de mi casa y vosotros me habéis secuestrado otra vez. ¿Tan difícil se os hace darme una explicación?

–Te la daré, pero primero quiero comprobar que no mientes.

El chico rubio chasqueó los dedos hacia uno de los chicos que había ahí y él le dio una pistola con un filtro azul que contenía el Gas. Al verlo, Enis se asustó un poco, al igual que algunas de las personas que estaban allí. El Gas no debía usarse a la ligera como un juguete.

–Me llamo Ícaro.– Le dijo y después la apuntó a la cara con la pistola de Gas.

–¿Qué vas a hacer? ¡Te juro que no miento!

–Comprobemoslo.

Ícaro apretó el gatillo y una nube de Gas azul volvió a cubrir a Enis casi por completo mientras empezaba a oler de nuevo a galletas y canela.

–Ahora vas a olvidar que me llamó Ícaro.– Escuchó decirle mientras giraba a su alrededor.– Puede que hayas oído el nombre antes, pero ninguno sería tan alucinante como yo. Así que vas olvidar por completo que ese es mi nombre.

Cuando Ícaro volvió a ponerse al frente de Enis, la nube desapareció y ella parpadeó varias veces antes de volver a mirarle.

–Bien: ¿Cómo me llamó?

–Te llamas Ícaro.– Dijo Enis y muchos de allí se sorprendieron, incluido Ícaro, aunque no lo mostró tanto.– A lo mejor he oído el nombre antes, pero no sería tan alucinante como tú, ¿verdad? Y como ves, no miento y no he olvidado tu nombre.

–Impresionante.– Dijo la chica rubia que se había unido a ellos.

–Imposible.– Corrigió Ícaro.– Será mejor que busquemos un lugar más tranquilo para hablar.

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