Capítulo 38

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A Enis se le hizo algo raro desayunar sin Aro en la mesa. Aquel día se podía notar la tensión en la mesa. Airyn estuvo toda la mañana preparando las armas y perfeccionando el plan con Athlas mientras Bri terminaba de preparar los dispositivos que les cambiarían la cara. Enis no sabía muy cómo funcionaba aquello, pero parecía bastante complicado.

Cuando Aro llegó al refugio para dejar la ropa y la furgoneta, cada uno cogió lo suyo y volvieron a separarse.

–¿De dónde habrá sacado todo esto?– Dijo Enis mirando su vestido mientras volvía con Bri al laboratorio para comprobar si el cambio de cara funciona bien.

–Aro sabe lo que se hace.

–¿Y cómo funcionan los dispositivos?– Ambas dejaron sus trajes a un lado y se sentaron junto a la mesa en la que había estado trabajando Bri.

–Se colocan estos pequeños parches junto a las orejas, en la frente y bajo la barbilla.– Dijo Bri mientras se lo colocaba.– Y cuando se activen, cambian todas las facciones de la cara.– Los activó y después le dio un espejo a Enis.– Perfecta.

Enis se miró en el espejo y vio que su cara había cambiado por completo. Tenía la cara más redonda, los labios más finos, los pómulos completamente cambiados...

–Mola, ¿eh?– Dijo Bri orgullosa.

–Es una pasada, pero creo que mi problema está en el cuello.– Dijo mirándose el tatuaje.

–También he pensado en eso.

Bri le enseñó un pequeño cuadrado de algo que parecía metal pero con la textura que podría tener la seda. Se lo colocó en el cuello como si fuera un parche y este fue tomando el color de su cuello hasta que desapareció junto con el tatuaje.

–Wow...

–Lo sé, lo sé. Soy impresionante.– Enis se rió.– Para desactivarlos, solo tienes que pulsar los dispositivos de ambos lados.– Dijo demostrándoselo.

–Genial.

–Vale, pues llévale los suyos a Keyer con el traje y asegúrate de que está listo para la hora dicha.

–Está bien.– Dijo cogiendo los dispositivos de Keyer.

–Oye Enis, una pregunta.– Dijo Bri mientras Enis cogía la ropa.– ¿Accediste a ser la pareja de Keyer para darle celos a Aro?

–¿Por qué querría darle celos?

–Porque... ¿Te gusta?

–¿Qué? A mi no me gusta Aro.

–¿Y... Keyer?

–N-no. A mi no me gusta nadie. No tengo la cabeza para eso.

–En eso no manda la cabeza, manda el corazón.– Bri le sonrió.

–¿Hablas por experiencia?

–¿Pero de que hablas?

–Vi como mirabas a Seven el otro día.– La sonrisa de Bri desapareció y se ruborizó.– ¿Te gusta ella?

–Tengo que volver al trabajo.– Dijo dándose la vuelta.

Enis bajó los hombros al darse cuenta de que a lo mejor había hablado de más, así que decidió irse. Dejó su vestido en el cuarto de Aro y después bajó a la celda de Keyer. Dejó los dispositivos y su traje a un lado y después le curó las heridas que aún tenía en la cara.

–¡Ah!– Se quejó él cuando Enis le desinfectó la herida de la ceja.

–Lo siento.

–Tranquila, no pasa nada. Supongo que me lo merezco.

–No, no que va.– Enis siguió curandole.– Pero no te preocupes, pronto acabará esto.

–Ojalá todos fueran tan buenas personas como tú.

Keyer se quedó mirando a Enis, la cual se quedó un poco cortada.

–De-debería irme.– Dijo Enis apartándose.– Tengo que prepararme.

Enis salió corriendo de allí con intención de llegar a su cuarto, pero se topó con Luna antes de ellos.

–Hola Enis Harding.– La saludó.

–Oh, hola Luna.

–He oído que esta noche tenéis una misión. ¿Es por eso por lo que estas nerviosa?

–¿Qué? Yo no estoy nerviosa.

–Tú cara está roja e ibas bastante deprisa.

–No, tranquila Luna, estoy bien.

–¿Es por Aro?– El corazón de Enis dio un vuelco.

–¿Q-que? No.

–¿Entonces...?– Luna la miró.

–Oye, Luna, me encantaría seguir hablando contigo, pero tengo que irme.– Dijo Enis empezando a marcharse.

Enis salió de allí lo más rápido que pudo hasta llegar a su cuarto, donde cerró la puerta y se apoyó en ella. Respiró hondo un par de veces para calmarse y cuando lo consiguió, empezó a prepararse.

Cuando empezó a maquillarse y se puso el vestido pensó en su madre. Siempre pensó que si llegaba a vivir un momento como aquel, su madre estaría a su lado ayudándola a verse tan guapa como debería.

Forza...– Se dijo a si misma mirándose en el espejo.

–Enis, ¿estás lista?– Le preguntó Airyn abriendo la puerta.

–Casi. Es que no consigo...– Dijo intentando atarse el pelo.

–Anda, déjame.

Airyn cogió el cepillo de las manos de Enis y ella dejó que le arreglara el pelo.

–Estás preciosa.– Dijo Enis mirando a Airyn a través del espejo.

–Tú también.– Dijo Airyn terminando con su pelo.– Seguro que le quitas la respiración a más de uno esta noche.– Enis se rió un poco.– ¿Preparada?

–Si.– Respondió con confianza.

Mientras, al otro lado de la base, Aro había llegado ya vestido de camarero y se había juntado con Athlas, Bri y Keyer, que había salido por primera vez de aquella celda desde que entró.

–No entiendo la necesidad de las esposas.– Se quejó él.

–Hasta que tengamos la receta, sigues siendo un prisionero.

–Y recuerda que todos en esa fiesta iremos armados.– Le dijo Athlas terminando de atarse bien la corbata.

Entonces, Airyn y Enis aparecieron por el fondo del pasillo. Athlas se quedó mirando a Airyn con la sonrisa que siempre le provocaba ver a la mujer de sus sueños, pero Aro y Keyer, ambos dos se quedaron mirando a Enis como si fuera un espejismo.

–¿Y bien?– Preguntó ella un tanto avergonzada por todas aquellas miradas.

–Estás muy guapa.– Le dijo Aro sin dejar de mirarla.

–¿Muy guapa?– Dijo Keyer subiendo las cejas.– Estas preciosa.

–Vaya, gracias.– Dijo ella colorada.

–Vaya tres...– Dijo Bri.

–T-tenemos qué irnos.– Dijo Aro yendo hacia la furgoneta.

–Pero quítadle las esposas.– Dijo Enis mirando a Keyer.– Es obvio que a estas alruras no va a hacer nada.

–Se las quitaré cuando lleguemos.– Está vez Aro no cedió, pero aún con todo, Keyer se las arregló para ofrecerle a Enis su brazo y ella se agarró como si fuera su pareja de verdad y fueron juntos hasta la furgoneta.

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