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Rin entró al estudio tras hacer crugir su cuello, liberando así un poco de tensión. Tenía algo de miedo, miedo de hacerle daño, miedo de perderle, miedo de que nada volviera a ser lo mismo. Todo había cambiado demasiado, y ella ya no era la niña que los molestaba y era incapaz de sentirse mal por ellos cuando lloraban o sufrían. Ya no era una tonta que se encerraba sobre sí misma, ahora era una mujer de veinte años que había madurado y decidido que era hora de arreglar ciertas cosas.

— ¿Rosie?

— ¿Podemos hablar?– carraspeó. Él asintió, acomodándose sobre su silla y señalando la de enfrente, siendo inmediatamente ocupada por la china–. ¿Prefieres que sea directa o dejo que la conversación fluya?

Taeyong sonrió, dejando a un lado el bolígrafo que tenía sobre su oreja hasta hace unos segundos, y la miró fijamente, analizando su rostro con aquellos ojos grandes y brillantes. Rin le miró igual, ladeando ligeramente la cabeza pensando en como abordar el tema.

— ¿Una mezcla?

Rin tomó aire, y asintió.

— Recuerdo la primera vez que os vi – comenzó, entrelazando sus manos en un gesto para ordenar sus pensamientos de manera rápida–. No quería estar ahí, sentía que era una catástrofe, que mi carrera se arruinaría al ser un proyecto fallido y qué tal vez seríais unos capullos que os sobrepasariais conmigo – Taeyong sonrió ligeramente,atento–. Me equivoqué, claro, pero era una tonta de apenas quince años que no estaba segura de nada, y se había cerrado en sí misma – chasqueó la lengua, volviendo a establecer contacto visual con el mayor–. Os conocí, y aunque no estabais cómodos conmigo, yo os apreciaba de cierta manera. Te vi, y fue como siempre habían pintado ver al chico ideal en las películas – soltó una risita avergonzada–. Te veía rapear, bailar, cantar, tomar las riendas de todo, y solo pensaba en lo genial que eras, y que me gustaría ser como tú. En nuestro pre-debut y debut, tuve un crush contigo, Lee Taeyong.

Él se sonrojó, y tapó sus orejas de manera disimulada, evitando que viera el fuerte tono rojo de ellas.

— ¿Te gustaba?

Rin negó.

— Era más como... Un amor platónico, como el de una fan a su Idol – trató de explicar–. Te admiraba en secreto, y además siempre has sido amable y encantador, fue inevitable – él asintió, algo más rojo que antes–. Cuando debuté con 127, dejé mis bobadas y te comencé a ver cómo un buen compañero – suspiró–. Taeyong oppa, eres increíble, ¿lo sabías? No cualquiera se hace cargo de casi veinte dementes, y soporta todo lo que has estado soportando hasta ahora – tomó aire, apartando la mirada por unos segundos, creando un ambiente algo tenso–, por eso no quería romperte el corazón. Porque tú te mereces que te amen de una manera incondicional, que te amen al punto que sean capaces de quedarse a tu lado siempre, que te amen de manera sincera y fiel – miró con algo de tristeza como sus ojos se humedecian, y parecían más grandes, como los de un niño pequeño–. Lo siento, Taeyong oppa, lo siento mucho, pero no puedo corresponder tus sentimientos, no de esa manera – Taeyong evitó mirarla por unos segundos, segundos donde Rin se sintió la peor persona del mundo, y trató de mantener la calma–. ¿P-Podrías perdonarme?

— No tengo nada que perdonar, Jangmi-ah – dijo con cariño, acariciando su cabeza–. No tengo que perdonarte nada, no estoy enfadado, y tú no debes p-pedir disculpas por no haberte enamorado de mí – suspiró, con su labio inferior temblando ligeramente–. ¿Puedes a-abrazarme y luego irte? Necesito pensar unas c-cosas.

Rin asintió, rodeando al mayor con fuerza, siendo correspondida. La encantaría poder corresponder sus sentimientos, la encantaría no tener que estar rompiendo su corazón de esa manera, y lo que más deseaba en esos momentos era haber correspondido a sus sentimientos para no tener que estar ahora notando como el líder, el valiente, trabajador y amoroso líder lloraba en su hombro, aferrándose a ella.

«RIN; SE NCT» #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora