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— ¿Dónde vas?

Rin maldijo por lo bajo. Supuestamente todos estaban dormidos, y ahí estaba Taeyong, más despierto que nunca.

— Con Jun – dijo, girándose–. Dispatch ya nos tiene en el punto de mira, debemos dejarnos ver disimuladamente.

— ¿A estas horas? ¿Todos los días? ¿Hasta es necesario que él venga a la agencia?

Rin se encogió de hombros, arrepintiéndose de haber aceptado la oferta de Mark de quedarse a dormir en el dormitorio 127. Sí, tal vez estos últimos días tras conocer a Jun lo único que hacía era salir con él, ensayar, grabar y volver a salir con él. Sabía que la excusa de que tenían que salir para que Dispatch los atrapara de estaba quedando un poco sosa, pero era la única que tenía.

— Taeyong tiene razón – intervino también Taeil–. Es un poco raro todo esto. Dispatch ya tiene fotos, ¿para qué más?– hizo una pausa, acercándose a ella–. ¿Tienes algo que decirnos, Rosie?

— No, es tan solo el plan, nada fuera de ello – mintió sin dudarlo–. Me voy – miró la pantalla de su móvil, la cual se iluminaba por una llamada entrante–. Me esperan. Buenas noches.

Salió, cerrando la puerta despacio para no despertar al resto.

— ¿No ha mentido sin siquiera pestañear?– preguntó Taeil, con el ceño fruncido.

Taeyong no respondió. Se dió media vuelta, y entró a su habitación con un portazo.

....

— Estás loco, ¿a quién se le ocurre salir a esta hora?– preguntó, sentada en el banco y cubierta por un enorme abrigo negro, al igual que el chino a su lado–. Me voy a quedar dormida en el banco y me van a asaltar por tu culpa.

— ¿Ahora es mi culpa?– rió–. Tú has aceptado venir.

— Cierto – asintió, bostezando–. Diablos.

Jun la miró aún con una sonrisa, y se acomodó en el banco. Después, palmeó su hombro.

— Apóyate en mi – indicó–. Ponte cómoda.

Rin sonrió, y se apoyó en el mayor, soltando otro pequeño bostezo. Era extremadamente cómodo, y olía bien, a una colonia que no había olido en su vida (y eso que había vivido con veintiún chicos) pero que era agradable de oler, muy agradable. Disimuladamente, se acurrucó aún más, aunque a Jun no pareció importarle eso en absoluto, sino que sonrió más.

— Eres cómodo– murmuró–. La próxima salida elijo yo la hora.

— Tú mandas, jefa.

Soltó una risa, notando ahora como él también se acomodaba poniendo la cabeza sobre la suya. Estar con Jun era cómodo, ameno, divertido. Podían pasar horas paseando sin rumbo y que parecieran tan solo minutos, hablar de cualquier cosa y que se sintiera entretenido, y los silencios que había en ocasiones no eran nada incómodos. Sentía que tenía en común varias cosas con Jun, lo que los hacía más unidos, pero no de la forma en la que ella estaba unida con Chenle o Mark.

Tras ellos, alguien sacaba fotos, pero no se dieron cuenta, sumidos en una burbuja de comodidad.

...

— ¡Rin, no hagas eso!– reclamó Ten, su profesor de coreografías de WAYV–. Ay, vas a matarte si tratas de hacer eso así de nuevo.

— Exagerado – restó importancia, dando un saltito en su sitio y deshaciéndose la coleta para volver a hacerse otra mejor, sin cabellos locos que la molestaran y se la metieran en boca y ojos–. ¿Entonces cómo lo hago, oh, dios de la coreografía?

Dejun y Sicheng, los únicos atentos a la conversación, soltaron una risa, mientras Ten negaba con una sonrisa tierna.

— Más suave, porque lo único que vas a lograr haciendo eso con tanta fuerza es partirte el cuello... ¡Vamos, Yukhei por la música!

— ¡A sus órdenes, oh, dios de la coreografía!

Justo cuando Lucas iba a poner la música de nuevo, alguien llamó a la puerta de la sala de prácticas, y tras YangYang gritar como un loco que podía pasar, la cabeza de Jun con una tímida sonrisa apareció.

Olvidando completamente la coreografía que debía ensayar con Ten, fue a paso rápido hacia la puerta, de inmediato abrazando al más alto bajo las miradas fulminantes de siete chicos tras ella.

— ¿Qué haces aquí?

— Tengo tiempo libre, y como una vez me dijiste que podía venir cuando quisiera... ¡Aquí estoy!

Sonrió ampliamente, soltándose del abrazo y girándose a mirar a los siete chicos.

— Jun-gege ellos son WAYV. Todos hablan chino, no te preocupes por el coreano cuando estés con nosotros.

Yo sé hablar chino – dijo de inmediato Ten–. ¿Vosotros sabéis?

No, que va.

— ¿Están invocando demonios?

— Tal vez nos estén insultando.

Rin frunció el ceño, borrando su sonrisa de golpe y agachándose para quitarse un zapato y tirarle al que más molestara, en este caso Ten.

— Dejad de hacer el tonto, sois chinos.

— Yo no soy chino – negó Ten, y YangYang asintió en su dirección.

— Pero estáis en un grupo con puro chino, así que os habéis transformado – siseó Rin, cabreada con su actitud–. Jun-gege, estaba ensayando unas coreografías, ¿no te importa quedarte aquí?

— He venido a verte, por supuesto que no me importa.

— Hi vinidi i virti – imitó Dejun.

— ¡Xiao DeJun!– le reclamó, viendo la cara de incomodidad de Jun por el comportamiento de los siete–. Puedes sentarte ahí, tan solo me queda una coreografía y podemos ir a donde quieras.

— ¡Yukhei, música!– gritó Ten, de inmediato Moonwalk comenzando a sonar por toda la sala–. ¡Recuerda hacerlo despacio o te vas a partir el cuello, boba!

— Boba tu pu-.

— ¡Rosie, esa boca!– exclamó Kun, cortando la frase. Escuchó la risa de Jun, y le vio por el reflejo del espejo reír viendo la situación.

Sonrió también, comenzando la coreografía aprendida siguiendo los consejos brutos de Ten, e, inconscientemente, tratando de impresionar al reciente chino de la sala.

Sonrió también, comenzando la coreografía aprendida siguiendo los consejos brutos de Ten, e, inconscientemente, tratando de impresionar al reciente chino de la sala

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Arte puro nidkri

«RIN; SE NCT» #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora