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La puerta se abrió de golpe, y Rin se sobresaltó, apartando su atención del juego de mesa para mirar a Haechan entrar como Pedro por su casa, quitándose los zapatos y gritando que el rey estaba en la casa. Chenle rodó los ojos, y Jeno aprovechó para robar dinero y así conseguir comprar el segundo hotel, y superar a Chenle.

— ¡Rosie, amor de mi vida, te he extrañado!– chilló, tirándose al sofá a su lado y comenzando una ronda de besos por sus mejillas, haciendo que se despistara y ahora fuera Chenle el que robara–. Dos semanas de sufrimiento sin verte, ¿como crees que está mi corazón tras tanto tiempo sin ti?

— Igual, exagerado – soltó una risa, logrando que dejara de llenarla las mejillas de babas, y ahora simplemente estuviera enganchado a ella como chicle–. Tampoco ha sido tanto tiempo, Donghyuck.

— Incluso cuando vas al baño te echo de menos.

— ¡ugh, hyung, que cursi!– exclamó Chenle, contando el dinero para comprar otro hotel–. Rosie noona, deja de distraerte con hyung y lucha por su empresa.

— Ya os he ganado, os supero por mucho – señaló obvia como cada una de sus calles (que no eran pocas) tenían al menos un pequeño edificio, y después señaló su dinero, el cual superaba el de ambos–. Aceptad vuestra derrota.

Haechan se burló de ambos, acomodando su cabeza sobre su hombro, y Jeno dejó el dinero resignado a no poder adquirir más propiedades. Esperaba que Chenle hiciera lo mismo tras una larga tarde de Monopoly, pero en su lugar dio la vuelta al tablero, y se marchó resignado.

— Eso ha sido intenso – comentó Renjun bebiendo bubble tea desde la puerta del salón–. Rin, regaña tú a Chenle para que lo recoja, no pienso hacer el trabajo de nadie.

Dio media vuelta, y volvió a desaparecer por el pasillo. Jeno se puso en pie, comenzando a recoger, y dejó varias cosas, antes de irse gritando el nombre del chino, y reclamandole que era un vago competitivo y enfaduño.

— ¿Por qué no te has pasado por casa 127? – preguntó su chicle personal, con voz melosa–. Sé que tus promociones terminaron hace dos días, y hoy es el único que te apareces por algún departamento que no sea el de las chicas.

— Estaba cansada – dijo con simpleza, empujandole un poco.

— ¿Segura? – la forzó a hacer contacto visual, y alzó ambas cejas. Ella asintió, y Haechan puso mala cara–. Sé que Taeyong hyung te besó y estás huyendo de él, le escuché hablando con su hermana.

— Su... ¿Hermana?– preguntó, anonadada. Suspiró, tapándose la cara con las manos–. Diablos, Lee Taeyong– se lamentó–. Esto va de mal en peor.

— Y peor irá – dijo con seguridad. Rin apartó las manos, mirándole con confusión–. ¿Por qué Taeyong hyung puede besarte y yo no?

— Me largo – se puso en pie, corriendo hacia la puerta y siendo perseguida por Haechan, aunque no contaba con que esta se abriera de golpe y el mayor se comiera toda la madera, cayendo hacia atrás. Rin estaba dividida entre reír y ayudarle, o reír, ayudarle y luego regañarle–. ¿Estás bien, Donghyuck oppa? – se agachó, ayudándole a incorporarse un poco, notando que parecía algo atontado y se cubría la frente con las manos–. Hey, Lee Haechan, mírame... ¡Lee Donghyuck!

— ¿Estoy viendo un ángel? – dijo arrastrando la voz de manera graciosa, inclinándose y dejándola un beso en la nariz.

— El ángel de la muerte – bromeó, ayudándole a ponerse de pie, y mirando su frente, la cual tenía un pequeño corte, y un gran golpe que pronto sería un chichón–. Ven, Donghyuck, hay que curarte eso y ponerte pomada.

«RIN; SE NCT» #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora