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Yuta dudó en llamar a la puerta. Sabía que solo había una persona tras esa dichosa puerta tan imposible de tocar, pero no se atrevía.

— ¿A qué esperas, hyung?– animó Mark al pasar por ahí, yendo hacia la habitación de enfrente–. Sabes que Rinnie no te va a matar.

Claro que Yuta lo sabía. Desde ese día que la vieron llorando en brazos del mayor del grupo, algo dentro de ella pareció activarse, o cambiar. En esas tres semanas de diferencia, Rosalind Zhang había reído a carcajadas por simples tonterías, e incluso Jaehyun dijo que la vio viendo un drama y emocionandose por él. Ella jamás reaccionaba ante dramas. Si era de miedo, ella no se asustaba ni sobresaltaba, y si era triste, ella jamás lloraba.

Ese cambio... Era maravilloso. No habían vuelto a discutir, y ella incluso le sonreía (algo que le descolocaba por completo). Ella no era de sonreír, y menos a él. Algo había cambiado con Rin desde que Taeyong la llamó sociópata, desde luego.

La puerta se abrió aunque la persona encargada de abrirla aún no se daba cuenta de que él estaba ahí, ya que estaba detenida viendo algo en el móvil. Tecleó algo, sonó algo similar a cuando mandas un mensaje, y le guardó, percatándose de su presencia.

— ¿Pasa algo, Yuta oppa?

— Y-Yo...

Salió corriendo, escuchando como ella murmuraba que a todos en la casa se les estaba yendo la cabeza.

...

— Y entonces salió corriendo – relató Rin, mirando con atención el dulce antes de llevárselo a la boca, todo bajo la atenta mirada de Mark y Taeil.

— Dos cosas – dijo el mayor, alzando la mano–. La primera, no te debería sorprender que Yuta sea tan raro, le viene de fábrica – Rin sonrió de lado, como acostumbraba a hacer–. Y la segunda – hizo una pequeña pausa–, ¿qué hago yo aquí?

— ¿Y por qué no?– preguntó ella, encogiéndose de hombros–. Si no quieres estar aquí ahí está la puerta, nadie te obliga a quedarte, oppa.

Mark sonrió, mirándola. Sí, Rin había pegado un cambio radical en apenas unos días, pero su actitud seguía ahí, con sus sonrisas ladeadas y vagas, su sinceridad arrolladora y ese tipo de respuestas que te sacaban una sonrisa, o te podías llegar a sentir ofendido.

— ¿Pero por qué yo y no Donghyuk?– insistió Taeil, captando la atención de Mark.

— ¿Por qué tanto interés? Solo estamos hablando, no planeando un ataque terrorista o confesando nuestros más siniestros secretos – frunció el ceño, sacando otro caramelo de la bolsa.– No comprendo tu insistencia en eso, Taeil oppa.

— Pero se supone que Donghyuk es tu amigo.

— Y tú.

— ¡Rin!– reclamó.– Sabes que no me refiero a eso.

— Sí, pero me da igual, no te pienso responder.

Taeil soltó una risa irónica, y Mark rió con fuerza.

— Cambiando de tema – dijo la china, estirándose sobre la cama donde estaban todos sentados en círculo para alcanzar la botella de agua.– Dejad de mirarme como si fuera un alien, o saldréis llorando de la paliza que os voy a dar.

Ambos quedaron mudos.

— No te miramos diferente, Rin.

Taeil miró de reojo a Mark, y este negó, sin querer entrar a esa conversación por su bienestar físico.

— Claro, y Mark no está explotado – ironizó.– Entiendo que estéis abrumados por mi personalidad, pero yo estoy abrumada por vuestras miradas. Dream lo entiende, y muchos de 127 también, ¿por qué sigues mirándome así?– señaló sus ojos.

— Es raro, solo eso.

— Pues más raro va a ser, créeme – sonrió, alzando las cejas.

Taeil temió lo peor. Mark temió lo peor. Rin rió para sus adentros.

 Rin rió para sus adentros

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«RIN; SE NCT» #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora