Introdución

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Narrador omnisciente:

En una casa "abandonada" en el bosque, una niña de cinco años intentaba dormir sin poder conseguirlo. Estába sola, en su habitación que solamente era iluminada por la luna. Ella sabía que su madre no puedía verla en ese momento, ni siquiera tocarla. «cuando seas mayor, lo entenderás» eso solía decirle. Ella no entendía a que se refería su madre, pero no se lo cuestionaba, «así son las cosas, y cuando sea grande lo entenderé» se decía para sí misma. La niña abrazaba a su peluche mientras se acurrucaba en su cama intentando dormir nuevamente. Siempre era lo mismo cada noche, ya se había hecho casi un hábito. Al día siguiente, ameneció con una gran sonrisa, pues era su cumpleaños número seis. Miró a la ventana que daba hacia el hermoso lago mientras se cepillaba el cabello.
-¡Despierta, Vecky, hoy es un día espectacular!- dijo la niña a su paqueño pajarito, a quien ella adoptó cuando su madre, hace dos años se lo había traído.
Después de cepillar su cabello, se dirigió a tender su cama. Mientras lo hacía, pensaba que tal vez en ese día, su madre si le daría un abrazo. Después de tender la cama, se fue a ducharse en el agua helada, ya que no quería esperar a que se calentara, pues quería arreglarse muy bien. Al salir de la ducha, se puso un vestido amarillo que su madre le había regalado el día anterior, a ella le había encantado. Se puso sus zapatos blancos y se amarró el cabello con su preciado moño blanco. Ya estaba lista, solo quedaba esperar la llegada de su madre. Salió de su habitación y tomó un libro títulado "Rapunzel", su favorito, todas las mañanas lo había leído. Era una niña muy inteligente, pues aprendió a leer por si misma cuando tenía tres años. Su madre, aunque no la visitaba a diario, estaba frecuentemente, pero aun así, la niña no sabia por que no vivía con ella. «Así son las cosas, y cuando sea grande le entenderé» decía con su típica frase. Después de leer el libro, acomodó la mesa. Puso el mantel, los cubiertos y la vajilla de porcelana que tanto le gustaba. Con un trapo se dispuso a limpiar los pétalos de las flores coloridas que estaban en el florero, en el centro de la mesa. Desde que recordaba, nunca habían cambiado las flores desde que era una niña y, sin embargo, no estaban ni cerca de marchitarse. Unos minutos después, escucho la puerta principal abrirse y vió entrar a una mujer de largos cabellos rosas la cual era su madre, quien llevaba una canasta y sonrisa en su rostro.
-¡Mami!- dijo la niña mientras se acercaba a su madre estirando sus brazos para que su madre la abrazara.
-Hola cariño, sabes que no puedo abrazarte- dijo la mujer mientras caminaba, ignorando el gesto que la niña hacia.
-Oh, lo siento mami- dijo ella mientras caminaba al lado de su madre.
-¡Que linda te ves hoy, mi pequeña Rinny!- exclamó la mayor mientras dejaba una canasta en la mesa- ¡te he traído un regalo!- dijo esta misma apuntando la canasta.
-¿Qué será?- dijo la niña emocionda mientras miraba lo que había en la canasta.
Dentro de la canasta estaba un libro títulado "Hansel y Gretel", unas zapatillas color rojo y una caja de chocolates.
-¡Gracias mami!
-Ahora, vamos a almorzar, ¿ya has puesto la mesa?- le preguntó la mujer a la más pequeña mientras se dirigía a el comedor.
-Si mami.

La niña siguió a su madre y le ayudó a elaborar su almuerzo, el cual consistía en una omellette de queso con jugo de naranja, acompañado con un pan de ese mismo sabor. Luego prosiguieron a sentarse en la mesa y comer. Durante la comida ambas chicas hablaban de esto y aquello. Después de el almuerzo, madre e hija se sentaron a conversar un poco más mientras la niña dibujaba en su cuaderno. Su dibujo era el de un florero, muy similar al que estaba en el centro de el comedor, solo que el que la niña dibujaba estaba vacío y sin ninguna flor. Después de acabar el dibujo, se lo dió a su madre, la cual lo vió y lo guardo en su canasta mientras se dirigía a la cocina en compañía de su hija. Ambas hicieron un pastel de naranja para poder celebrar y cuando estuvo listo, se lo comieron.
-Mami, ¿por que nunca puedo salir de la casa?- preguntó la niña a su madre.
-Es muy peligroso cariño- se excusó la pelirosa mirando a su pequeña hija de ojos azules.
-¿Y porque es "peligroso"- le respondió la niña haciendo comillas con sus dedos.
-Cuando seas mayor, lo entenderás- dijo la mujer respondiendo a la pregunta de su hija con su típica frase.
-¿Y cuando seré mayor?- replicó la niña.
-Cuando yo lo decida.
Después de la charla la mujer se despidió de la niña con la mano y se fue de la casa. Mientras tanto, la niña, se dispuso a recoger y ordenar todo y después de eso se puso a leer el libro que le había regalado su madre. «Es un buen libro, pero aún prefiero Rapunzel» pensó para si misma. Después de eso, se asomó por su ventana para contemplar el atardecer, le encantaba mirar las puestas de sol, ya que, ante sus ojos, era una completa obra de arte.
-Es como si el sol se estuviera derritiendo- dijo para si misma.
Se quedó perdida en el hermoso paisaje y en el lago cristalino que estaba a pocos metros de su casa. De pronto, pareció escuchar unas voces y se asomó un poco más a la ventana y logró ver a dos niños, uno de cabello largo morado atado en una coleta que parecía ser ligeramente mayor que el otro niño, y este era rubio de ojos azules. Se quedó un tiempo mirándolos pérdida en sus pensamientos, cuando se dió cuenta de que ellos también la estaban mirando. Ella rápidamente se apartó de la ventana para evitar que ellos la vieran.

Dame Tu Mano (Rin X Len Kagamine) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora