Cap.15 ¡Que comience el trabajo!

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Narra Rin:

Hubo un silencio incómodo, nadie decía nada. Pronto, lo rompió la chica de pelo verde.
-Bueno, perdón por ni haberme presentado antes. Soy Gumi, mucho gusto.
-Yo soy Yuki.
-Len, Len Kagamine- Len se giró para decir eso.
-Yo Rin Megurine.
-...
-...
-...
-¡La señora Kagene estará feliz de verte de nuevo, Gakupo!-Gumi se veía feliz. En ese momento, recordé la carta de mi madre. La saqué rápidamente de mi bolso y la volví a leer. Me sorprendí mucho, ese era el apellido de mi padre. Tenía mucho sentido. Comencé a temblar un poco, pensando y temiendo lo peor, ¿sería acaso que mi padre verdadero estuviera aquí?
-Rin, ¿estás bien?- eso me sacó de mis pensamientos y Len puso su mano en mi espalda- estás temblando.
-¡Si! Solo me dió un escalofrío.
-¿Segura?
-¡Sip!
Len quitó su mano de mi espalda y volvió a girarse hacía Rinto.
-¿Sabes dónde está la señora Lucía?- Gakupo habló por fin.
-¡Si! ¿Quieres ir a verla?- respondió la peliverde.
-Sí no hay ningún inconveniente, si.
-¡Entonces vamos!
Gakupo y Gumi salieron de la casa. Mientras tanto, yo dejé mi maleta en un lugar donde no estorbara y me quedé de pie. Luego sentí que Yuki rodeaba mi cintura con sus brazos. Rinto se giró a mi y finalmente nos habló.
-Por favor, sientate donde quieras- dijo.
-Gracias- dije y Yuki se sentó en una silla al lado mio.
-Y bien, ¿qué te trae por aquí hermano?- dijo Rinto.
-Solo vine por ti. Lenka me mandó, a estado muy preocupada- Len se sentó a mi lado.
-¿Venir por mi?
-Eso mismo. Quiere que regreses a Zen.
-Olle Len, se que de verdad me extraña, pero quiero quedarme aquí. Digamos que ya me acostumbré.
-¿Pero qué demonios dices? ¡No vine a aquí por nada!- Len se levantó de la silla.
-Entiéndelo Len.
-¡¿Entender qué?! ¡Entiéndeme tú!- Len soltó un golpe a la mesa.
Todos quedamos en silencio. Luego de esa escena, Len recuperó la compostura y volvió a sentarse. Tenía una mirada bastante helada, que si te mirara, podría asustarte en un segundo. Ahora podría comprenderlo un poco más, todo este tiempo Gakupo tenía razón. No era solo arrogancia, el en verdad sufría. Su hermano, aunque amable, también era egoísta. Si yo estuviera en su lugar, regresaría sin dudar a mi hogar, es más, nunca me habría ido de casa. En ese momento, mejor quise ser prudente y haciéndole una seña discreta a Yuki, ella me entendió y habló.
-Rin, tengo que ir al baño.
-Si- me levanté de un golpe- vamos.
Caminamos rápidamente de ahí sin siquiera saber donde estaba el baño. Salimos de la casa, a el hermoso jardín. Que mala suerte la mía, había dejado mi bolso adentro. Nos sentamos en una de las bancas que estaban por ahí.
-Rin, ¿a ti te gusta alguien?- Yuki se volteó a mi y sus ojos se iluminaron.
-¿Por qué quieres saberlo?
-Solo curiosidad.
-Bueno, si hay alguien.
-¿Y quién es?- Yuki puso sus manos en el vestido poniéndose de pie.
-Eres pequeña para saberlo.
-¡Solo me ganas por cuatro años!- Yuki cruzó sus brazos y volvió a sentarse.
-Hasta un segundo hace la diferencia.
-Humm.
-No te enojes.
-¡No estoy enojada!- Yuki se puso roja.
-Jajajaja.
-¡No te rías!
-Bien, bien. ¿Quieres pasear un rato por este jardín?- dije para tratar de matar el tiempo.
-¡Sip!
Caminamos un poco, la vista era increíble y el pasto verde daba la sensación de ser irreal. El aire era fresco y se sentía bien. Yuki estaba igual de fascinada que yo. Seguimos caminando un poco más y llegamos a un jardín donde solo habían rosas blancas, rojas y amarillas. Eran hermosas. Me quedé tan fascinada mirando las rosas que no noté cuando Yuki se fue de mi lado. La comencé a buscar y unos segundos después la encontré. Estaba sentada en el pasto junto con una niña de pelo blanco platinado, con ojos amarillos y piel muy clara. Tenía un vestido muy hermoso de color negro a juego con un sombrero negro y unos zapatos de el mismo color. Traía con ella un peluche en forma de conejo, con el cual ambas jugaban. Justo cuando iba ir por Yuki, alguien más llamó mi atención. Un hombre alto rubio, con un traje color marrón con una corbata amarilla y zapatos formales negros. Supuse de quien se trataba, de seguro de el dueño de la casa, o cuando menos, un hombre importante. Se acercó a las niñas y se inclinó para prestarle más atención. La niña antes mencionada se levantó al verlo y lo abrazó. Yuki volteo a verme y se acercó a mi.
-No te vayas tan así de repente- dije y el hombre y la niña voltearon a verme.
-Perdón... Mira Rin, ella es Mayu ¡es mi nueva amiga!
Me acerqué un poco a la niña y el hombre se me acercó también.
-Lamento su hubo alguna molestia- dije dirijendome a el señor.
-No hay ningún problema, es una niña adorable- dijo por primera vez el señor.
-De todos modos, lamento la intromisión.
-Bien, ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Rin Megurine.
En cuanto dije eso, el se quedó pensativo.
-¿Megurine? Ese apellido me es familiar. Dime, ¿de dónde vienes?
-Yo vengo de...- justo en eso llegó Gakupo por detrás de mi acompañado de una mujer igualmente bien vestida y muy guapa. También era rubia y tenía un tocado un su pelo corto.
-¡Gakupo! Hace tiempo que no te veía, ¿cómo han estado las cosas con tu madre?- dijo el señor acercándose a Gakupo y poniendo su mano sobre su hombro. De seguro se trataba de viejos amigos.
-Ya mejor. Gracias por preocuparse, señor León.
Me quedé paralizada, si mi madre no mentía, ese nombre era el de mi padre. Bajé mi cabeza un poco pensando que era lo que debía decir ahora.
-¡Me alegro! ¿Y qué te trae por aquí?- León quitó su mano de el hombro de Gakupo y se alejó de él un poco.
-Vinimos a acompañar a Rin- dijo Gakupo poniendo su mano en mi hombro- está buscando a una amiga.
-Ya veo, ¿acaso dijiste vinimos?- preguntó León.
-Ah si, también el hermano de Rinto nos acompaña. Se llama Len.
-¡Valla! Parece que vino toda la familia- dijo divertido León- ¿Y ella quién es? Digo, se que se llama Rin, pero ¿qué es de ti?- el volteo a mi.
-Ella es mi.... Amiga- Gakupo dijo esto y yo podía escuchar mi corazón rompiéndose en miles de pedacitos.
-Eres valiente al llamarla "amiga" Gakupo- La mujer finalmente habló- Es una chica hermosa.
-Gracias- dije sonrojandome un poco pero no de nervios, sino de incomodidad.
-¡Una disculpa! Creo que soy la única que no se ah presentado- dijo la mujer- Soy Lucía, la esposa de León.
-Ella es la dueña de la finca- Gakupo dijo esto y yo aproveché para rápidamente hacer una reverencia.
-Lamento haber pasado eso por alto.
-¡Qué va! No te preocupes, no soy ningún tipo de reina o algo parecido.
Nos quedamos riendo un poco en silencio y finalmente León habló.
-Veo que las niñas se llevan bien.
-Si, nunca había visto jugar a Mayu así con alguien.
-¿Cuánto tiempo se van a quedar aquí en Mitsaki?- preguntó el señor León.
-No lo sé, yo pensaba quedarme a vivir un tiempo aquí, digo, si Rin así lo quiere- Gakupo dijo eso y yo me sonrojé.
-¿Están en algo?- la señora Lucía habló.
-Todavía no lo sé- Gakupo soltó una pequeña risita y contagió a la señora Lucía y al señor León, hasta a mi.
-Eres afortunada, es un buen chico- León palmeó mi hombro y yo sentí un escalofrío. Por suerte había tocado sobre mi ropa. De ahora en adelante, debería usar ropa más cerrada.
-Si jeje- reí nerviosamente.
-Y tú señorita Rin, ¿se podría saber a quién buscas?- dijo la señora Lucía.
-A una amiga, se llama Haku y vive aquí, o eso me dijeron.
-¿Y dónde piensan quedarse mientras buscan?
-En alguna posada o por ahí- dijo Gakupo poniendo su mano en su nuca.
-No busquen nada, quédense aquí. Gakupo sabes que eres como de la familia, siempre serás bienvenido- dijo el señor León.
-¿En verdad?- pregunté yo.
-¡Claro que si!
-Gracias, encerio- agradeció Gakupo tomando las manos de Lucía.
-No es nada.
-¿Cómo podríamos agradecérselo?- pregunté yo.
-Con nada, está bien- la señora Lucía me respondió amablemente.
-¿Encerio, en qué?- volví a insistir.
-Bueno... ¿Sabes leer?
-Si.
-¿Te gustan los niños?
-Si.
-¿Podrías cuidar de uno?
-Si.
-¿Y de dos?
-También.
-...
La señora Lucía se me quedó mirando como inspeccionándome con la mirada. Luego de unos segundos por fin fue al grano.
-¿Puedes cuidar a mi hija?
-Claro que sí señora- contesté sin más.
-Entonces con eso será suficiente- la señora Lucía puso una sonrisa en su rostro- ¡Sígueme! Te llevaré para que te den ropa nueva.
-¡No será necesario! Yo tengo mi propia ropa.
-¡Anda! ¡Te verás más preciosa de lo que ya eres!
Lucía comenzó a caminar y yo la seguí. Entramos en lo que yo suponía era la casa principal. Dentro estaba todo muy hermoso, las paredes eran color blancas con toques de color rojo y café. Había una sala de color rojo en el centro y una mesita con un florero y flores amarillas en el. Subimos unas escaleras y en una de las puertas entramos. Era una habitación muy amplia, con una cama que daban ganas de acostarse en ella de tan solo verla. La señora Lucía se acercó a un gran armario y de este sacó tres vestidos muy hermosos. El primero que me mostró era rojo con toques negros, con la espalda descubierta. Me lo probé y me quedaba grande, pero de todos modos no me había gustado por el hecho de la espalda. Si quería mantener con vida a las personas debía estar lo más cubierta posible. El segundo vestido era uno café con blanco, el cuál era muy bonito. Lo malo es que este tenía los hombros y el cuello descubierto. Por último, me mostró el vestido final, el cuál era negro con blanco y me tapaba el cuello y las mangas eran largas. Me llegaba hasta un poco arriba de los tobillos. Me quedaba perfecto.
-¡Te queda hermoso!- la señora Lucía aplaudió un poco y sonrió.
-Gracias por esto- dije.
-¿Tienes algunas medias blancas y unos tacones?- preguntó.
-No.
-Espera un minuto...- la señora Lucía sacó una caja de abajo de el armario y la abrió. En ella estaban unos tacones muy sencillos pero hermosos de color negro y unas medias blancas. Me los dió y yo me coloqué las medias y después los tacones.
En el tiempo que había estado en mi casa mi madre solo me había comprado unos tacones color amarillo, y así fue como aprendí a caminar en ellos. En lo que me ponía los tacones la señora sacó una pequeña cajita y en ella estaban un juego de aretes de oro. Me los dió y me los coloqué. Al final ella solo me admiraba.
-Cuando era joven, a tu edad, yo usaba mucho esos tacones.
-Son hermosos.. Pero no tiene porque darmelos.
-¡Claro que si! Dejaron de quedarme hace como tres años.
-Gracias.
-¡No es nada querida! Vamos, de seguro deben de estar esperándote.
Salimos de la habitación y debajo en la gran sala estaban Gakupo, León y Gumi. Los tres se me quedaron viendo.
-¡Te ves bellísima Rin- Gakupo estaba todo rojo, y yo igual me sonrojé.
-Si, de verdad- León puso su mano en mi hombro- ¡de verdad que tienes suerte Gakupo!
-Bien, entonces se podría decir que ambos tenemos trabajo- Gakupo se levantó del sillón en donde estaba.
-¿Tenemos?
-Si. Me han contratado a mi también.
-Gumi, lleva a estos muchachos a una habitación en la casa de trabajadores y explícale a Rin todo sobre mi hija.
-Sí señora- Gumi respondió y los tres fuimos a la casa donde habíamos estado antes.

Dame Tu Mano (Rin X Len Kagamine) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora