Cap.1 Florero

165 14 0
                                    

Después de alejarse de la ventana, rápidamente cerró las cortinas. Pero aún así, no podía contener su curiosidad, así que abrió un poco la cortina para observar a los dos niños. Estaban observando la fachada de la casa, y entonces pareció entrar en pánico, ya que ambos niños empezaron a tocar la puerta. Inmediatamente, se acurrucó en su cama y prefirió dormirse, pero ante la insistencia de los chicos que tocaban su puerta no pudo contenerse y decidió ir a abrirles. Justo cuando estaba delante de la puerta principal, dejó de escuchar los insistentes golpes y dedujo que los niños se habían cansado de esperar. Llena de alivio y luego de lanzar un suspiro, la niña regresó a su cuarto no sin antes haber tomado un pedazo de el pastel de naranja para comerlo y darle un poco a su pequeña ninfa. Después de eso se lavó la cara y dientes y se dispuso a intentar dormir nuevamente. A la mañana siguiente, la pequeña hizo su rutina como de costumbre, ese día su madre no podría ir a visitarla, ya que tenía que ir a trabajar. Después de almorzar, la niña recogió y lavó la vajilla y se puso una capa, ese día saldría a el bosque como de costumbre, su madre no lo sabía, y seguramente si se enterara, su madre la reprendería mucho. «No te acerques a los extraños, no les hables, ni los toques, solo, huye» eso se lo había dicho su madre desde que era más pequeña. La niña puso en una canasta su libro nuevo y otros dos más, un pedazo de el pastel de ayer y un poco de jugo de manzana. Abrió la puerta y salió a el bosque. Iba muy animada, cantando para si misma. Le encantaba sentarse a la orilla de el árbol leer un rato o dibujar. Esa vez tocaba leer, hací que se acomodó debajo de el árbol y se puso a leer. Después de haber leído ya repetidas veces los libros, se puso a comer el pedazo de pastel junto con el jugo de manzana. «me gusta más el jugo de naranja» pensó. Tenía esa costumbre de hablar sola o en su mente, ya que no solía estar rodeada de tanta gente, porque desde que recordaba, eran contadas las personas que había visto. Al acabar los alimentos, se levantó de el árbol y tomó unos pequeños trozos que antes de acabarse el pastel había guardado. Se acercó a el lago y con los trozos de pastel alimento a los peces que estaban en él. Pasados unos minutos, escuchó una voz. Giró su cabeza y logro ver a el mismo chico rubio de el día anterior.
-¡Hola!¿eres tú la niña que estaba en la casa abandonada?¿Cómo te llamas?- preguntó el chico acercándose a la niña.
El pánico la comenzó a invadir y recordó lo que su madre le decía: «no te acerques a los extraños, no les hables, ni los toques, solo, huye». Siguiendo el consejo de su madre, corrió de regreso a su casa sin responder a las preguntas que el niño rubio le había hecho. Ni siquiera había alcanzado a tomar la canasta que traía, la había olvidado. Su madre seguramente le reprendería por ello, pero no era tiempo de pensar en eso, ya que el niño antes mencionado la seguía. Al llegar a su casa, abrió la puerta rápidamente y se apresuró a entrar. La cerró de un portazo que hizo un ruido de los mil demonios. Subió rápidamente las escaleras y observo por su ventana si el chico seguía ahí. Unos minutos después de corroborar que el niño ya no estaba, se puso a pensar en como iba a recuperar la canasta y sus libros, y más importante era que entre esos libros estaba su favorito, "Rapunzel". Al rato se le ocurrió que como su madre no estaría con ella mañana, saldría de nuevo a recuperar su canasta. El resto de el día, se puso a hacer diversas actividades, como recolectar las verduras de su pequeño huerto, armar rompecabezas, hacer dibujos y otras tantas actividades. Ese día había sido bastante normal, a excepción de la persecución que había tenido.
-Ese chico era muy lindo- le dijo a Vecky, su ninfa- si tan solo pudiera hablarle.
Después de eso la niña observó su ventana y se quedó ahí, contemplando la hermosa luna mientras sus ojos se cerraban lentamente.

Ocho años después...
La chica que estaba aún acostada en su cama, pensaba que ese día tal vez su madre, la llevaría a la ciudad, aunque la probabilidad de que eso sucediera era de menos de un uno por ciento, seguramente su madre no le haría caso. Se levantó de la cama y se asomó a su ventana. Las cosas eran muy diferentes a cuando ella tenía seis años, el lago, los árboles, su madre, Vecky, incluso ella. Ya había dejado de ser una niña curiosa y ahora era una adolescente de catorce años. Su cara había cambiado, así como todo en ella, su cabello rubio, sus manos, lo único que no había cambiado eran sus grandes y expresivos ojos azules. Las cosas ya no eran como antes, su madre comenzaba a enfermarse y cada vez se veía más decaída. También las cosas eran bastante aburridas para ella, ya que al estar encerrada en la casa, su aburrimiento crecía. Mientras miraba el paisaje que tenía enfrente, logró recordar porque ya no podía salir ni siquiera a el bosque. Cuando tenía seis años, después de un día haber olvidado sus cosas en el bosque, tenía que recuperarlas, así que un día después fue de nuevo a el bosque a recuperar sus cosas, pero para su mala suerte, se topó con su madre a medio camino. Después de eso, su madre la regañó y le prohibió salir. Desde esa ocasión, su madre cerró la puerta con llave y no la dejo tenerla, y ahora la visitaba diario en horarios al azar. Desde ese día no había puesto un pie fuera de la casa. Ni siquiera había logrado recuperar sus libros. Lo que ella suponía es que alguien los había encontrado antes. También desde ese entonces no había vuelto a ver a otra persona que no fuera su madre. Habían muchas cosas que no sabía, pero con el paso de los años, dejó de preguntar, ya que su madre solo le decía la misma frase: «cuando seas grande, lo entenderás». Recordaba también, la cara de el chico rubio, del que tampoco volvió a saber más.
-¿Qué será de él?- preguntaba, pero nunca obtendría una respuesta.
La chica hizo su rutina normal y como de costumbre. Se supone que ese día era "especial" ya que era su cumpleaños número catorce, pero sinceramente ya no tenía nada de especial, porque sería lo mismo que todos los años. Después de haber acabado de poner la mesa se sentó a esperar la llegada de su madre. Finalmente, luego de unos minutos su madre abrió la puerta y la saludó.
-¡Hola cariño! Mi pequeña niña ya es toda una señorita. Te e traído un regalo- dijo la mujer poniendo la canasta en la mesa y haciendo señas para que su hija viera que hay dentro.
-Hola mamá, ¿qué habrá adentro?- contestó la menor sin ánimos.
En la canasta había un cuaderno, unas pinturas, un lapicero, una caja de chocolates y más al fondo, una carta.
-Cariño, la carta no la leas todavía, hazlo cuando yo ya me halla ido- dijo la mujer.
-Sí mamá- dijo la chica obedientemente. Las dos hicieron las mismas actividades que todos los años, almorzar, conversar, elaborar un pastel y comerlo. Toda esta rutina tenía a la chica enfadada, estaba cansada de hacer las mismas cosas a diario. Cuando acabaron de comer el pastel, se pusieron a conversar, hasta que la chica ya no aguantó más y le hizo una pregunta a su madre.
-Madre, ¿cuándo me dirás la verdad de por que no puedo salir?- le reprochó la niña- mamá, ya no soy una niña de seis años, ya estoy grande como para saber la verdad.
-Sabía que un día me lo preguntarías- respondió la mujer levantándose de su asiento y acercándose a su hija- yo solo te diré que te quiero mucho, eres mi adoración- Luka tomó las manos de Rin.
-Mamá, ¿qué...-dijo la chica mientras sentía como su madre la abrazaba fuertemente, a lo que ella le correspondió.
-La respuesta a todo está en la carta- la mujer le dió un beso en la frente a su hija- te amo cariño y perdóname por haberte tenido todos estos años encerrada.
-Mamá yo también te amo- contestó la chica cerrando sus ojos hasta que sintió que su madre se había retirado de el abrazo. Era la primera vez en toda su vida que su madre (y de hecho una persona en general) le había dado un abrazo. Nunca había sabido lo que es tener algún tipo de contacto físico. No pudo contenerse y de la emoción comenzó a llorar. Al abrir los ojos, su madre no estaba y en su lugar, solo se encontraba un Tulipán de color rosa.

Dame Tu Mano (Rin X Len Kagamine) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora