Cap.42 Verdad

48 4 0
                                    

Narra Len:

Haku se fue dejándome solo. Sin nada mejor que hacer me levanté de las escaleras y me fui a mi nuevo cuarto. Al pasar por el pasillo me detuve enfrente del cuarto de Rin. Quería tocar la puerta pero al final no lo hice y mejor seguí mi camino a mi cuarto. Me metí en el baño y me di una reconfortante ducha. Al salir simplemente me vestí y me aventé en la cama.

Narra Rin:

Estaba un poco mareada, todo el asunto me tenía bastante cansada y intranquila. ¿Quién lo diría?, yo que quería quitarme la maldición de mis hombros al final estaba más preocupada. Tenía que hacer algo, ya no era solo el sentimiento de derrocar a Meiko del trono, ahora ya tenía un propósito más personal, que era algo egoísta, pero en verdad se lo merecía. Quería vengar a mis amigos pasados y familiares, que aunque no los recuerdo, se que les hizo daño, quería vengar a mi padre, porque de seguro ella lo mandó matar, quería vengar a Gakupo, y quería vengarme a mi y a todos a los que le hizo daño esa bruja. Se que tener sed de venganza no es bueno, ¿pero qué no esa pecadora se merecía ir al infierno? Hay personas que sobran en el mundo, personas que hacen este planeta un lugar horrible, como la basura de Makoto y sus incompetentes hijos, o los malditos políticos que solo viven para robar y aprovecharse del pueblo, los ladrones, asesinos o violadores... Todos ellos merecen estar en el infierno... Pero incluso si se mueren, tal vez en lugar de castigarlos les estaríamos haciendo un favor...

Narra Lenka:

Salimos a ver la pequeña aldea donde ahora vivíamos, "Yen", queríamos ver el lugar. Ahora mismo estábamos comprando comida y cosas así para tenerlas de reserva. Haku se quedó cuidando de Rin, se suponía que ella iba a buscar comida hace un rato, pero se le había olvidado el dinero... Qué distraída era esa mujer. En fin, la dejamos a ella a cargo de los dos pequeños, Rin y Len. La aldea era muy pequeña, no habían muchas personas, pero a pesar de eso todos se veían muy cómodos y no parecían carecer de recursos. Esa era una de los pocas cosas buenas que había realizado Meiko, con su labor de primer ministro logró combatir la hambruna y contribuyó en gran medida para disminuir el número de criminales en Mitsaki... Por eso todos la alababan y la elogiaban. Sin embargo las medidas que tomaba con los criminales eran realmente extremistas y crueles... Aunque incluso esas personas lo merecieran, no le deseaba a nadie una suerte como terminar en una de sus famosas torturas. Casi todos los días, en la plaza principal podías ver a tres o cuatro personas en la hoguera, siendo decapitadas o enviadas a la orca. Se decía también que gustaba de dejar a los criminales en las mazmorras sin comida o agua durante días, y a los condenados a muerte los torturaba lentamente hasta poder causarles un grado de dolor fuerte y luego matarlos de maneras dolorosas. Temía mucho por la seguridad de Rin y mi hermano, no me lo perdonaría si el fuera ejecutado... Perdí a mi madre cuando era pequeña, perdí a mi padre cuando era una adolescente, y no podía perder a mi hermano menor ahora ni a mi mejor amiga, y menos permitir que fueran torturados de esa manera. Compramos un par de cosas y alimentos y nos fuimos, pero antes alguien llamó mi atención. Era la chica de pelo corto verde que trabajaba junto con Rin y Gakupo hace algunos años, si no mal me equivocaba su nombre debía ser Gumi.
-Hola -saludé al toparmela fuera de una de las tiendas.
-¿Te conozco?
-Ah, veo que no me recuerdas, pero a Rinto si, ¿no?
Sus ojos se iluminaron y mi hermano salió de la tienda.
-¡Gumi! Eres tú, tanto tiempo sin vernos -mi hermano abrazó fuertemente a la chica y esta le correspondió.
-Rinto... ¿Cómo han ido las cosas? -la chica se separó de el abrazo y mi hermano también.
-Bien jeje, creo.
-¿Crees?
-Es... Una larga historia -dijo mi hermano nervioso rascándose la cabeza.
-Oh, ¿Y Rin? ¿Cómo ah estado ella?
Según yo las cosas entre esa chica y Rin no habían acabado muy bien que digamos, sobre todo por lo que me había contado Rin.
-Bien, ah estado mejor.
-...
-¿Vives aquí?
-Si, me mudé hace unos años. Si es prudente, me gustaría poder visitarlos un día -preguntó tímidamente la chica.
-Cuando quieras, solo dímelo.
-¿Puede ser mañana? Hay muchas cosas que quiero hablar con ustedes, sobre todo con Rin, quiero arreglar lo que hice mal.
-Si, está bien. ¿Vengo por ti mañana a las dos?
-Si, aquí mismo.
Kaito se apareció y Gumi se despidió de nosotros aclarando la hora en la que vendría. Caminamos en dirección a nuestra casa los tres.
-No debiste invitarla -dije yo.
-No sabía que contestar, sabes que cuando se trata de ella pierdo la cabeza.
-No te preocupes, de todos modos podemos quitar el hechizo por un momento.
-¿Pero y si quiere volver otro día a vernos?
-No importa, eso ya lo veremos.
Entramos silenciosamente a la cabaña y en la mesa sentada estaba Haku con un libro en sus manos. Tenía unas gafas puestas y por su posición se veía bastante intelectual y hermosa.
-Ya han regresado -se levantó de su asiento cerrando el libro y quitándose las gafas- ¿consiguieron mucha comida?
-Si, bastante.
-Entonces hay que preparar la cena.
-¿Y Rin y Len? -preguntó Kaito.
-Están arriba.
-¡¿Qué?! -soltamos los tres sorprendidos -¿solos los dos?
-En sus cuartos... No sen malpensados -dijo y se puso un pequeño mandil de cocina.
-¡Nosotros no malpensamos nada! -dijimos los tres.
-Bueno, ya. Mejor a trabajar que ya tengo hambre.
-Si, por cierto, ¿y Kiyouteru? Salió hace algunas horas así que ya debió de haber regresado, ¿no?
-Le gusta mucho estar solo, creeme. Estuve encerrada con el mucho tiempo y casi ni nos conocemos nada. Siempre estaba encerrado en su habitación, así que no se preocupen por él.
-Hump...
-¡A cocinar!
Cada quien nos pusimos a preparar algo, Haku hizo una rica sopa de gallina con verduras y arroz, Kaito hizo agua de naranja (lo más fácil) y yo hice el postre, un pastel de queso con zarzamora y azúcar. Al acabar Len bajó de su cuarto con una expresión sueñolienta.
-¡Huele delicioso! -dijo acercándose a el pastel que estaba poniendo en la mesa con la intención de probar un poco.
-¡Ni se te ocurra! Creo que si hay algo que te saca de tu sueño de princesa es el olor a la comida.
-Tengo mucho apetito.
-Entonces al menos ayuda a poner los cubiertos en la mesa.
-¡Si!
Len puso los cubiertos torpemente en la mesa y yo sonreí al verlo. Algo definitivamente había cambiado en él, y estaba muy contenta con ese cambio suyo. De cierto modo, había dejado de tener su comportamiento frío y arrogante a uno mucho más noble y expresivo. Nunca lo había visto tener ese comportamiento en mucho tiempo.

Dame Tu Mano (Rin X Len Kagamine) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora