Cap.37 Piedad

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Narra Rin:

¿Dónde estaba Len cuando más lo necesitaba? Demonios, debí al menos traer un guisante de control mental, pero se los había dado a Len para que cumpliera con la búsqueda.
-No te sientas mal, a pesar de todo, no te tengo tanto rencor. Por eso, te voy a dar lo que realmente te mereces. Durante más de trecientos años estuviste reencarnando en diferentes personas, hombres, niños, mujeres, ¿y sabes qué?, ¡yo siempre te eliminaba! Me divertía mucho verte nacer y tener que matarte otra vez, era realmente divertido. ¡Pero ahora, tu vida final, sería la más miserable! Siempre en tus reencarnaciones me empeñé mucho en hacerte sufrir, maté a tus padres, amigos, te mandaba enfermedades, o ¡incluso a la guillotina! Todavía lo recuerdo, fue hace dieciocho años y eras un chico muy pobre y guapo, y te acuse de ladrón. ¡Incluso la reina Clara me apoyó y me dejó cortarte el cuello! Fue tan hermoso... Pero ahora, es turno de hacer el espectáculo final... Se me ocurrió la forma en como hacerte sufrir, así que se me ocurrió ponerte una maldición, ¡así te castigaría con la pena más dolorosa de todas, la soledad! Creí que te había perdido, la estúpida de Haku te encerró en su mansión con ayuda de tu madre, y puso un hechizo de camuflaje, pero, eventualmente dejó de funcionar y pude encontrarte. A pesar de mi empeño en arruinar tu vida, ¡eras feliz! Jugando con esos niños, aún sin contacto físico, en especial con ese niño llamado Len.
-Usted sabe que...
-Se que Len y tu no son hermanos, se conocían desde la infancia, pero tuviste que ir más lejos, y un día, por accidente mataste a su madre, ¡tu eres la culpable de que ese pobre chico se quedara huérfano de madre! Lastimaste a muchas personas, y en especial a tu madre, quien solo quería protegerte. En ese entonces, era momento para consolidar mis planes y asumir el trono de una buena vez. Yo misma maté a Clara y a su pequeña hija, ¡demonios ella se había logrado escapar! Alguien más la salvó, pero afortunadamente la logró encontrar una vieja mujer de Yamatsaki, una obsesionada con las personas rubias. Le dije que la usara como sirvienta y que después la asesinara. Le di el cuchillo y le dije que te matara cuando te viera, ¡pero no pudo! Reconozco que lograste ser mucho más inteligente que ella, y con ayuda de tus amigos y lograste llegar a salvo aquí, a Mitsaki, hace cuatro años. Te enamoraste profundamente de Gakupo, y yo no podía permitirmelo, además de que tenías en tu posesión el cuchillo, y yo lo quería. Por eso, una noche, me infiltre secretamente en la finca donde trabajabas y le Prendí fuego a todo, para poder matarte a ti y a tus amigos... Fue maravilloso verte tan adolorida, llorando en los escombros mientras aquel chico rubio te consolaba por la perdida de tu amado. Esa noche iba a acabar contigo. Logré encontrar el cuchillo y me dirigí a donde estabas, pero te vi tan triste que decidí verte sufrir un poco más. Pasaron los años y cada vez me aburría al verte. Eras cada vez más miserable, soportando trabajos horribles y a un jefe estúpido y perverso. Sin embargo, tus estúpidos amigos estaban para ayudarte, debí matarlos también. Pero, no te preocupes, ahora ya no sufrirás más -Meiko se acercó a la puerta del baño y la abrió- porque te daré el castigo final.
De la puerta salió un hombre que yo conocía muy bien, un tipo realmente asqueroso.
-El señor Makoto estará muy feliz de poder jugar contigo.
Ese hombre era mi antiguo jefe, un hombre pervertido y asqueroso.
-Este es tu castigo, pero descuida, después de eso guardaré tu alma en esta lampara -Meiko temó una lampara en sus manos (similar a la de Aladín)- pasaras la eternidad aquí dentro, sola y sin nadie más.
-No, no lo harás -dije intentando abrir la puerta, pero tenía seguro.
-Ni lo intentes, no funcionará.
-Len vendrá por mi...
-El no vendrá, y ahora que lo mencionas, el también tendrá un castigo, muy doloroso. ¡Pobre chico! Por tu culpa el también morirá... Todo por su estúpido sentimiento de amor hacia ti.
-No lo metas en esto, por favor.
-No puedo dejar testigos vivos. Ahora, tengo unos asuntos que arreglar con él. Los dejo solos y... Señor Makoto, disfrute...
-Si, vamos, ven querida.
-No. No podrán hacerlo..
-Si te preocupas por convertirlo en flor, no te preocupes, te eh quitado la maldición, después de todo, yo fui quien te la puso...
-...
-¿Qué pasa? ¿No querías dejar de tener la maldición? Jajajaja, señor Makoto, cuando acabe puede dejarla aquí.
-Si, señora.
-Me voy...
Meiko salió del cuarto y yo retrocedí.... Estaba perdida. Makoto se me acercó poco a poco con una mirada maliciosa y me acorraló contra la pared. Empezó a oler mi cabello y yo a forcejear, pero era demasiado fuerte.... Era el final...

Narra Len:

Entramos rápidamente al castillo y busqué desesperadamente a Rin, no sabía donde estaba y tenía que encontrarla para irnos. En el camino me crucé con Nero, y el me dijo que se había ido a un lugar con su madre hace una hora, y pero que no sabía a donde. Corrí buscando por todos lados, hasta que Kiyouteru logró localizarla con un hechizo, estaba en unas de las habitaciones de sirvientes. Corrimos los tres llegamos al lugar donde se suponía estaba, y fuera de la habitación estaba Meiko, con una sonrisa macabra...
-Ah, Len... A ti te estaba buscando... Ven, vamos a hablar un rato.... ¡Valla, veo que vienes con compañía!
-Necesito ver a Rin, ¿dónde está ella?
-No te preocupes, de seguro está de maravilla.
-Se que la tienes, por favor, sueltala -Haku habló con firmeza.
-¡Valla! Mi querida amiga Haku, ¿cómo has estado? Valla, veo que Len logró su cometido, pero...
La interrumpió y persioné rápidamente uno de los guisantes de control mental, haciendo que se quedara quieta.
-Ahora, darme las llaves -le ordenó Kiyouteru y abrió la puerta.
Dentro estaba un hombre adulto recostado sobre Rin, en la cama, y esta estaba llorando y forcejandose. Lleno de ira me acerqué rápidamente a él y tomando una copa de vino se la reventé en la cabeza y el hombre se desmayó. Rin estaba muy asustada, temblando.
-Tranquila... No llores...
-Estoy bien... No logró hacerme nada -Rin se secó las lágrimas y se levantó rápidamente.
-Vámonos.
Los tres salimos corriendo de la habitación. Le di un frijol a Rin y Haku para que se hicieran invisibles, y en el caso de Kiyouteru, este se convirtió en un pequeño canario amarillo. Comimos los frijoles y nos hicimos invisibles, o seo creía, porque nadie, ni los sirvientes nos notaban. Pasamos corriendo de largo por la puerta trasera del castillo y escapamos de ahí. Unos segundos después el efecto de invisibilidad se desvaneció y la gente pudo vernos.

Dame Tu Mano (Rin X Len Kagamine) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora