Cap.23 El tiempo

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Narra Len:

-¿Por qué nos pasó esto? -Rin tenía encima de ella el cadáver de Gakupo aún.
-No lo sé.
-Todo es mi culpa.
-No lo es. No digas eso.
Rin estaba realmente destrozada. La persona que ella más amaba estaba muerta. No sabía que decirle, no encontraba las palabras correctas. Ella se acercó a mi y recergó su cabeza en mi pecho, y yo la abracé.
-¡¿Por qué?! ¡¿Qué hizo para merecer esto?! ¡¿Qué hice yo?!
-No has hecho nada, ni tu ni él.
-¿Entonces cuál fue mi pecado? ¿Nacer?
-No. No hay ningún pecado.
-Si yo lo hubiera impedido esto nunca habría pasado.
-No. Él lo hizo por ti. Eras lo más importante para él. Por eso lo hizo.
-Aún así, fue todo.
Alguien más subió a los escombros, mi hermana Lenka, Miku, Rinto y Yuki, los cuales traían una cara triste. Rin los volteó a ver y Lenka se lanzó a ella abrazándola fuertemente. Rin correspondió, llorando mucho más fuerte en sus brazos. Yuki la abrazó por detrás igual llorando bastante. Miku se sumó al abrazo y poco después Rinto también. Yo me les uní luego de un tiempo, todos estábamos llorando fuertemente. Nos separamos de el abrazo poco a poco, mientras secabamos nuestras lágrimas.




































































































































































Dos años después.
Narra Len:

Estaba almorzando, mejor dicho, comiendo, porque ya eran las tres de la tarde. Ese día mi turno había terminado apenas, ya que había pedido un descanzo. Este día era el aniversario de muerte de Gakupo, una fecha que me dolía demasiado. Lenka estaba sentada en la mesa enfrente de mí, remendando una de mis tantas camisas y abrigos, los cuales estaban algo dañados. Ninguno decía nada, solo nos concentrabamos en lo nuestro. La miraba de reojo, con su mirada perdida y triste, también era algo difícil para ella, y creo que para todos en especial. Nuestros corazones se estaban reparándo apenas, su muerte nos había tomado por sorpresa. Desde ese día las cosas entre todos habían cambiado mucho. Ia, Piko, Yukari y Gumi se habían ido a trabajar a otras casas de familias adineradas. La relación entre Miku y yo se había acabado, la señora Lucía, Yuki y Mayo se habían ido a vivir a la casa de la señora Sakine, ya que aunque podrían haber seguido viviendo en la finca, a la señora Lucía le traía malos recuerdos. Y sobre todo, Rin seguía deprimida. Después de la muerte de mi amigo, no salió de su cuarto durante casi dos meses, dejó de comer y se veía pálida, casi como un esqueleto. Afortunadamente, logró reponerse un poco y le ofrecimos que se viniera a vivir a nuestra casa, ya que habíamos comprado una. Logró encontrar un pequeño trabajo como sirvienta en una casa, e incluso se fue a vivir a ahí. En ese lugar vivía un hombre de unos cuarenta años viudo, su madre, sus tres hijos y su hermana menor de catorce años. Rin se encariñó muy rápido con la pequeña, pero no se veía muy cómoda trabajando en ese sitio, y más porque el dueño, junto con dos de los hermanos mayores, intentaron varias veces acosarla. La espiaban en el baño, entraban a su habitación sin permiso, la tocaban y decían cosas repugnantes. Todo se complicó más cuando ese pendejo se dió cuenta de el talento de Rin con el dibujo al encontrar su preciado cuaderno, y le dijo que el tenía varios contactos y que si ella accedía a hacerle un "favor" el podría convertirla en toda una artista. Rin rápidamente se nego y renunció al empleo finalmente luego de estar cuatro meses trabajando ahí. Rápidamente se puso a buscar un empleo, pero por su condición tenía que ser uno que no involucra contacto físico de ningún tipo. Pasó muchos días buscando empleo, aunque tampoco le era muy difícil, Rin era una chica muy lista y amable y si quería algo, lo obtenía. Fue tanto así que empezó a trabajar en un pequeño restaurante a los tres días de haber renunciado a su antiguo. Ella es una mujer muy hermosa, tanto así que el restaurante tuvo mucha más fama desde que empezó a trabajar ahí, y ya parecía más una atracción turística. Varios hombres (y algunas mujeres) iban solamente para verla, hablarle y uno que otro valiente pedirle una cita, sin éxito, claro. No sabía mucho de eso porque no solía contarnos mucho, pero a Lenka si que le contaba, ya que ahora tenía el rol de "mejor amiga", y ella me contaba una que otra cosa. Muchos valientes le habían llegado incluso a pedirle matrimonio, a lo cual indignada, ella decía que tenía un novio, que seguramente si el los escuchara, les rompería las pelotas (o así me dijo Lenka, aunque nunca mencionó que no fuera literal). Así había estado, su vida se había reducido a solo eso: trabajar, dormir y comer. Salía temprano de casa y regresaba en las tardes unas cuantas horas, para luego volverse a ir.

A pesar de que su corazón se estaba curando, su espíritu se había ido a la basura y sus ganas de vivir también. Ya casi no veía su sonrisa, y aunque vivíamos juntos la sentía incluso más alejada que antes, solo hablándome cuando la situación así lo requería. Desde la muerte de Gakupo también había dejado de hacer una de sus más grandes pasiones: dibujar. Decía que no tenía tiempo y se excusaba diciendo que ya no "recordaba" como hacerlo. Me dolía verla tan triste y dolida, se suponía que para eso estaba yo ¿no? Dije antes que era feliz viéndola feliz, pero ahora no podía lograrlo, nada de mis intentos funcionaban, y solo se trataba de una cosa; el tiempo. Yo iba a esperar, el tiempo que fuera necesario, no importaba cuanto fuera, incluso si me llevara toda una vida.

Narra Rin:

Un desconcierto total, eso era lo que pasaba este día. El restaurante estaba lleno hasta reventar, podías escuchar a niños gritando y corriendo, personas charlando, y más personas pidiéndote cosas. Me dolía la cabeza, y aparte ese día no era muy hermoso para mi. Entregaba los pedidos en la mesa y me concentraba en memorizarlo todo. De repenta alguien me sacó de mi trance, un hombre. Era más o menos de entre unos veinte o veinticinco años, con una sonrisa fría y muy atractivo, con cabello color café y ojos avellana. Rápidamente obedecí a la orden, temiendo ya lo que me esperaba.
-Buenas tardes, ¿qué se le ofrece?
-Bueno, en realidad, nada.
-Oh... ¿Necesita alguna otra cosa?
-Bueno, en realidad, venía a invitarla a salir -dijo el hombre sin rodeos.
-Lo siento, estoy en mi hora de trabajo.
-Entonces dígame la hora en la que salga para venir a recogerla.
-No, gracias.
-¿Y por qué no, Rin?
Temblé al escuchar esa voz. Ya sabía de quién se trataba. Era Michael, el hijo mayor para el que trabajaba hace un año.
-Lo siento.
Huí cobardemente de ahí, me sentía asustada, ¿ese animal enserio no tenía límites? Intenté olvidarme de lo sucedido y seguí atendiendo otras mesas. Lo observaba de reojo y el seguía ahí, sin despegar ni un ojo de mi cara. Pasaron algunos minutos, y el finalmente se marchó. Suspire aliviada y continúe con mi trabajo. Pasó más o menos una hora, tocaba el momento de mi descanso. Eran las cuatro y media de la tarde, así que se podría decir que era temprano. Este día era el aniversario de muerte de Gakupo, mi más amada persona. Desde que se había ido me sentía destrozada y con un gran hueco en el corazón. Lo necesitaba demasiado y lloraba casi siempre de lo mucho que lo extrañaba. Una parte de mi me decía que debía continuar con mi vida, que debía cambiar de página; la otra me decía que no lo olvidara. No lo entendía, todo era muy confuso en mi corazón.

Mi turno terminó, fui con mi jefa para avisarle.
-Buenas tardes señora, ya me tengo que ir.
-Respecto a eso -se levantó de su escritorio y sacó un pequeño sobre de papel- lo siento.
Me entregó el sobre y yo lo abrí. Dentro habían unas monedas. Me le quedé viendo confusa.
-No puedes seguir trabajando aquí, aunque eres una gran empleada, los clientes llegan por montones y no podemos atender a tantos.
-Lo entiendo. Muchas gracias por todo.
-Yo soy la que lo siente. Pero no te preocupes, encontrarás trabajo fácilmente. Yo misma escribí una carta recomendándote, está igual en el sobre. Que te valla bien querida.
-Gracias, hasta luego.
Salí de ahí. Era bastante raro, estaba casi segura de que no me despedirían, aunque claro está, la vida conspira en mi contra. Caminaba con un paso lento, las calles estaban inundadas de personas, y es aquí donde más corría. Finalmente salí de el mar de personas y me adentré en una zona un poco más pacífica. Fue ahí donde comencé a tembler, ya que sentía unos pasos muy cerca de mi. Voltee de reojo y vi a el miserable de Michael, quien traía una sonrisa tenebrosa y lujuriosa en su cara. Fingí no verlo y empecé a caminar un poco más rápido, pero por cada paso que yo daba, el daba dos. Llegamos desgraciadamente para mi, aun lugar donde no había ni un alma. Caminaba rápido hasta que sentí su mano en mi brazo y me jaló bruscamente a la pared. Ahora si rogaba por que alguien pasara.
-¡Suéltame!
-Tu eres la empleada y obedeces.
-¡Yo ya no soy tu empleada!
-Claro que lo eres. Regresarás con nosotros.
-¡No!
-Entonces tendré que se cuestrarte.
-No lo harás.
-¿Qué te hace pensar que no? Ah, cierto, tu novio me va a cortar las pelotas.
-¡Claro que si! -una voz detrás de el se hizo presente y vi a Len detrás de el con los puños cerrados.
-¡Valla valla! Al fin tengo el placer de conocer al famosísimo novio. ¡¿Es enserio?! ¡Jajajaja! No me hagas reír. Este niño no me corta ni un cabello.
-El no, pero yo si -esa voz era la de Rinto, quién estaba detrás de Len.
Sencillamente Rinto podría acabar a golpes con este pendejete. Era alto, su mirada decidida y aparentaba ser más fuerte de lo que en realidad era. Michael cobardemente me soltó y se fue, no sin antes Len lanzarle un puñetazo.

Dame Tu Mano (Rin X Len Kagamine) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora