Capítulo 28

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— La capilla —

Narra T/N:

Estoy lista. Mamá me dio un vestido celeste liso con estampado de pequeñas flores alejadas unas de otras. El encaje es de corazón, se ajusta a mi cintura y el largo es debajo de la rodilla, es muy cómodo y me gusta que no muestre mucho mis brazos. De hecho no quise maquillarme (es algo que no va bien conmigo y de hecho no sé cómo hacerlo), lo único que hice fue arreglar mi cabello (amarrarlo en una coleta baja).

Este día es muy importante (para mí madre, obviamente). Más que nada espero deleitarlos ante la presentación que haré tocando el piano.

Todo el tiempo restante que me hice fue para concentrarme y calentar mis dedos. Memorizar las notas, enfocarme en la melodía. Me miro frente al espejo sacudiendo mis manos algo nerviosa, tragando en seco y respirar profundamente a cada rato. Por el reflejo pude ver a Aidan saliendo del baño, aportando un smokin con un moño alrededor del cuello, sus zapatos limpios, luciendo una colonia sutil y su cabellera reluciente. Hacemos contacto visual, a lo que yo miro a otra parte.

— Quiero decirte algo — me quedo en silencio —. El hecho de conocerte... No fue casualidad — parpadeo con pesadez. No sé a qué viene todo esto —. Yo ya sabía a qué hora y en qué lugar te encontraría — me giro para estar frente a frente —.

— Quieres decir que... ¿tú me estabas vigilando o algo por el estilo? — se rasca su nuca nerviosamente —.

— Sólo diré que... — alguien entra sin avisar, es George, vistiendo elegante y mostrando una pequeña sonrisa —.

— Ya va a empezar la boda — avisa, asiento y se va —.

— Tal vez me dirás en otra ocasión — digo, salgo de la cabaña para ir a la capilla. Aidan va a unos pasos atrás mío —.

Voy por el sendero al que entramos para dar con este lugar, pronto las voces de los invitados resuenan, están impacientes y emocionados. Yo estoy nerviosa, me quedo a mitad de este. Tengo que esperar a mi madre. Aidan toma asiento con el resto.

Y en mi cabeza, como si todo se tratara de una película, la típica canción de cualquier boda se hace presente en mi cabeza. Estaré alucinando, pero en mi madre me pude ver reflejada en ese vestido apenas cuando llegó. Acercándose, manteniendo esa nostalgia y felicidad en su rostro con una sonrisa, sus ojos vidriosos.

Tomó mi brazo con fuerza, como si lo que hiciera le diese miedo y en el altar, su futuro esposo; alguien con el que pasará el resto de su vida. Extrañamente se me vino enseguida unos rulos, unos suaves y densos rulos.

Tan sólo pensar en Wolfhard hace que ría. Vaya que lo extraño.

Caminando por el estrecho camino para llegar a la capilla, todos se levantaron, apreciando a mi madre, apreciandome a mí y disfrutando el momento.

Tomo lugar junto a George. Lo abrazo por el costado de sus hombros y observamos como la vida de dos personas se une mientras el resto desea que no se separen.

Doy un suspiro deseando que todo salga bien.

(...)

Estando en el salón todos dan un brindis, conversan con las personas que hay en sus mesas, los que se encuentran afuera quizá están fumando o simplemente quisieron tomar aire fresco.

Yo soy uno de ellos. Al parecer me cuesta respirar, es un instante en el que la mayoría de las cosas se siente diferente. Trato de ser positiva, enserio. Sin embargo mis nervios me controlan. Por un segundo veo el horizonte, ese bello sol apunto de convertirse en atardecer. Lo sigo a lo largo desde derecha a izquierda. Para luego encontrarme cara a cara con él.

M E    A T R A E S  ( Finn Wolfhard y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora