M E A T R A E S ( Finn Wolfhard y Tú)

Capítulo 4

— Pelea —

Despertamos temprano para alistarnos y pensar en lo que vamos a decir. Ella se encuentra nerviosa, yo pienso que está tensa. Al contrario de que puede que me esté dando ansiedad.

Al tomar el desayuno, reviso mis redes sociales, deslizo cada publicación, incluso me he topado con algunos críticos y editores de revistas que esperan una buena noticia por parte nuestra, sin duda la tendrán. Espero respeten nuestro noviazgo y no hagan más escándalo (aunque conociendo el mundo de la actuación seguramente lo harán).

Cooper baja luciendo un atuendo realmente elegante, me deja sin habla. Se conforma con un pantalón de vestir color beige oscuro, unos botines de tacón negro, una blusa con cuello alto negro y un saco del mismo color que el pantalón, su cabello recogido en una coleta y como siempre mostrando su bellaza natural. Me levanto, no puedo evitar besarla.

Me roba el aliento cada vez que la veo.

— ¿Estás listo? —.

— Listo — aseguro. Salimos de casa, abordamos a la camioneta que nos espera —.

En el transcurso todo era silencio, uno absoluto en el cual puedes escuchar los titubeantes sonidos que te rodean (por ejemplo el motor del auto, la velocidad a la que va, tu propia respiración, la voz de tu cabeza...)
Observo a Cooper, sonrío y tomo su mano, ella la aparta, se enfoca en el paisaje y suspira pesadamente.

De cierta forma me siento sensible. ¿Por qué me trata así?

Tras varios intentos de sostener su mano, descubrí una parte que no conocía de ella.

— ¡¿Qué carajo quieres, Finn?! — me gritó —. ¡Dios! Deja de ser tan pesado — me dolió el hecho de ver su indiferencia, de que me hiciera sentir la peor persona del mundo —.

No es mi culpa por tener sentimientos hacia ella, no es mi problema de que quiera dar afectos de amor a cada rato, simplemente es una cosa que te sale al natural.

[ • • • ]

Teniendo un debate mental conmigo mismo decidí que no le insistiría. Quizá quiere su espacio y lo comprendo, pero gritarme no era un manera de pedírmelo. Estando en el foro de aquel programa de televisión, Cooper no se dignó a esperarme, ella fue directo al grano. Entramos y tomamos asiento, aquel conductor se veía amistoso, la pequeña audiencia era familiar y cómoda.

Iniciaron con saludarnos, vacilar un poco y finalmente a introducirnos a las típicas preguntas de “¿Cómo se conocieron? ” “¿Qué les agrada del uno al otro?” y pues obviamente respondíamos todo con total verdad, aunque mi novia se le notaba incómoda, seria... No sé qué era lo que tenía sinceramente.

— Bueno... Aquí va la pregunta que todos quieren que respondan y confirmen — anunció —. ¿Ustedes están saliendo? — en ese momento se me iluminó el rostro, el conductor lo notó y me sedió la palabra —.

— De hecho s-... — estaba por responder hasta que algo eventualmente hizo que fingiera mi estado de humor. Rompiendo mi corazón, formando un nudo en mi garganta —.

— No — afirmó —. No estamos saliendo, sólo somos amigos. Lo que dijo Noah fue mentira — asegura pasiva, sin preocupación y sin importarle de cómo le sienta en estos momentos —.

— ¿Entonces Noah nos mintió a todos? — cuestiona —.

— Si. Finn y yo somos amigos, no creo que pueda ocurrir algo entre nosotros porque además me gusta otra persona — me mantenía serio, tratando de controlarme —.

— Vaya... Jamás creí que nos dirías eso. ¿Qué hay de ti? — pregunta, carraspeo —.

— Pues... Pienso lo mismo. No habrá nada entre nosotros más que una amistad — sonrío falsamente —. Debo admitir que... Me gusta Millie — el público y el entrevistador se sorprenden, aluden y diviso la reacción de Cooper. Negación —.

— Espera, espera, espera... ¡¿Te gusta Millie Bobby Brown?! — dice impactado y asiento —. ¡¿Cómo fue que eso pasó?! ¡¿Cuándo?! — río amargamente —.

— Pues me di cuenta de que es la persona que he estado buscando todo este tiempo y desearía ser algo más que su amigo — admito (sabiendo que es mentira) —.

Después de todo la entrevista acabó, fuimos a camerinos. En ese momento me derrumbo, comienzo a llorar. Y atrás mío escucho los sollozos de Cooper, me abraza, la aparto.

— ¡¿Por qué mentiste?! ¡¿Por qué inventaste eso?! — reclamo —.

— ¡Tú dijiste que amabas a Millie! ¡¿Acaso soy un juego para tí?! — contesta —.

— ¡Tú fuiste quien dijo que no podríamos ser algo más que amigos! ¡¿También soy un juego?! — respondo —.

— ¡No lo eres! —.

— ¡¿Entonces por qué no dijiste que somos novios?! — ella suspira —. ¡Dime! —.

— ¡Por que me vale una mierda si el público aprueba nuestra relación o no! — traga en seco —. Siempre pensé que eso no importaba, que lo que realmente sí es que esa pareja sea feliz, siendo dos personas completamente normales y respetadas — niego —.

— De todas formas no debiste tratarme así —.

— Lo lamento — susurra —.

— Haces que me sienta un imbécil. Alguien que no merece vivir —.

— ¡Dije que lo sentía! — bufo —.

— Eso no es suficiente —.

— ¡¿Qué carajo quieres que te diga?! — hacemos contacto visual —. ¡No sé nada sobre el amor! ¡No sé nada sobre ser amada! — suspira —. No quiero pelear, no quiero ser como el resto de esas parejas que pelean —.

— Debiste pensarlo antes de cometer el error de mentirle a medio mundo — musito —.

Quedamos en silencio. Ella se acerca, rodea mi cintura con sus brazos, acepto. Puedo sentir paz, tranquilidad... Beso su frente y pronto uno nuestros labios.

— Está bien si no quieres perdonarme, de alguna manera todo será diferente después de esto — niego —.

— Prometo que no — suspiro —. Te amo —.

— Yo más —.