Capítulo 23

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— Secretos revelados —

Después de pasar por la comida y recorrer varias cuadras. Me doy con la casualidad de que vive en un departamento sumamente más grande que el mío (ese típico departamento moderno que sólo un millonario puede comprar). Enseguida doy a la entrada, hay varios interruptores y botones. ¿Cuál es su número de departamento? Ni idea. Vuelvo a llamarle, no hay respuesta.

« ¿Cómo entraré a su departamento? »

Siento que tengo la peor suerte del mundo. Espero unos minutos y vuelvo a llamarlo, pero pronto la entrada se abre dejándolo a la vista.

— Lo lamento. En ascensor no estábamos funcionando y tuve que tomar las escaleras — frunso el ceño —. ¿Olvidaste que adoro las bellas vistas? — creo que vive en el último piso —. Adelante, pasa —.

Hay un pequeño pasillo enfrente mío y a mi costado izquierdo se encuentran las escaleras. A decir verdad es elegante, pues el sueño es madera caoba, los escalones tipo cuarzo blanco y sumamente limpio.

(...)

Varios minutos transcurrieron para llegar a su departamento y ver la hermosa vista que tenía. Al entrar noté que no todo estaba amueblado, hay cajas encimadas en una esquina, cuadros en las paredes, una pequeña sala... Apenas se está instalando.

Camino por cada rincón. Baño, armario, cuarto de limpieza, estudio y doy con su cuarto. Ordenado, limpio y con su aroma único.

— ¿Quieres ver el ventanal que hay en el estudio? — asiento. Vamos y enfrente de mis ojos veo casi toda la ciudad iluminada —. Increíble ¿no? — asiento —.

— Magnífico — sonrío —. ¿Comemos? — le muestro las bolsas que traigo —. Se va a enfriar — este me dirige una mirada cómplice y va a la cocina por cubiertos y platos. Me deshago de mi abrigo y zapatos —.

Tomo asiento en la alfombra teniendo enfrente una pequeña mesa de centro. Regresa y se pone a la par.

— De acuerdo. ¿A qué se debe tu visita esta noche señorita? — no ha perdido el encanto. Sigue siendo gracioso, con ese humor cómodo —.

— Pues... — de una caja para llevar saco una crepa especial para mí y otra para él. En la otra bolsa hay comida china y batidos —. Hoy... — suspiro —. ¿Has besado a alguien? — él bufa —.

— ¿Eso quieres saber? — toma una caja con la comida china y unos palillos —.

— Es que... Yo... — lo miro tratando de encontrar su mirada. Abre la caja, la deja a un lado y después abre sus palillos —. Besé a alguien hoy — se mantiene en seco. Niega con la cabeza y comienza a comer —. Apenas conozco a esa persona pero... He logrado sentir solamente conexión — veo que sigue sin decir pronunciar algo —. ¿Vas a responderme? ¿Por lo menos estás escuchándome? — me mira —.

— Cooper ¿cómo sabes si lo que sentiste fue conexión? Eso se demuestra el primer día de conocer a la persona y tú lo hiciste en el tercero — contesta. Hay molestia en su voz —. ¿Sólo eso querías saber? — niego —.

— ¿Y si siento amor por él? — hacemos contacto visual —.

— ¿Esa persona habla de un nosotros? — asiento —. No es amor, sólo son mentiras — eso dolió. Que te dijeran la verdad duele, pero a veces es mejor saberlo que vivir en engaños —.

— ¿Entonces que somos? —.

— Sólo simples extraños con deseo de ser amados — quedo impactada. Guardo silencio y como de mi bote de tarallines. No recordaba que Lucas fuera tan directo y honesto, contando lo rudo —.

« ¿Fue un error haber venido? ¿Lucas se siente molesto por que estoy hablando acerca del amor? ¿Se siente así por que besé a Aidan? »

— Lucas... ¿Qué tienes? — deja de lado su comida —.

— Ha pasado tiempo desde que te fuiste y... — suspira —. No recordaba estos momentos. Ya no sé cómo manejarlos, yo era siempre el que te ayudaba y te daba su hombro para llorar — desvía su mirada —. Ahora... Al parecer te doy más dudas que respuestas — carcajeamos —. ¿Cómo fue que cambiamos demasiado? — alzo los hombros en forma de no saberlo —.

— Es parte de crecer. Ya no somos niños — asiente —.

(...)

Tiempo pasó y ambos terminamos la comida que habían traído. El resto de la noche terminamos apreciando el paisaje que nos brindaba el ventanal. Su presencia me mantenía bien, es agradable estar con él de nuevo; sin embargo es tiempo de decirle la verdad.

Por que... No todo lo que le contaba era verdad. No me fui de mi casa por que mi madre me echó, no era por que ya no quería mantenerme.

— Lucas — voltea a verme —. Mi madre no me dejó en la calle como te lo dije — este abre los ojos en demasía sin dejar de verme —. Yo me fui por mi propia cuenta. Pensé en lo que me gustaba y ahorré lo suficiente para irme a Atlanta — me pongo cabizbaja —. El chico que vimos en la tienda de telas era mi ex novio y mejor amigo — aclaro —. Terminamos por culpa de Noah — lo miro —. Sé que hice mal al no decírtelo, sólo que no encontraba el momento — me muestra su perfil, apretando la mandíbula —. Estás molesto y lo entiendo — suspiro —. Soy patética —.

Hay silencio de por medio. ¿Por qué simplemente no se lo dije desde un principio? Me complico tanto.
Abrazo mis piernas.

— ¿Recuerdas el día en que dije que iría a tu fiesta de cumpleaños y nunca llegué? —.

— ¿Cuándo cumplí diez? —.

— Si — traga en seco —. No fui por que pasé todo el día buscando un regalo para tí — sonríe —. Recuerdo que querías un vinilo, no importara cual fuera querías uno — observa el paisaje —. ¿Y qué fue lo que te regalé al día siguiente? —.

— Un vinilo de Los Beatles — decimos al unísono —.

— El mejor regalo — digo —.

— ¿Sabes qué más no te dije? — volteamos a vernos al mismo tiempo. Nuestros labios se encontraban cerca, rozándose, soplando el aliento uno contra otro —. Y-Yo... N-nunca te di-dije que... —.

¿Está por besarme? ¿Va a besarme? Las respiración es rápida pero...
Alguien interrumpe el momento, nada más ni nada menos que...

M E    A T R A E S  ( Finn Wolfhard y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora