CAPÍTULO 42 - FERIA

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Ya era tarde-noche, cerca de las 18:30 hrs. Luz sólo vio cómo el escenario en el que se encontraban había cambiado de un segundo a otro, sujetada a la mano de su novia y portadora de una sonrisa que iba de oreja a oreja se dispusieron a divertirse en ese tan bizarro pero alegrado ambiente.

Se encontraba un juego en el centro, lo que sería la montaña ruda, aquella que era realmente extensa y rodeaba todo el perímetro de la feria, sus rieles estaban hechos de huesos, había ausencia de algunos para "más diversión", de igual forma ya que era el juego más llamativo también era el más peligroso, en cada vuelta salía disparado un asiento a la deriva. Al costado estaba un carrusel hecho de demonios metamorfos aquellos que cambiarían de forma durante el transcurso de cada vuelta, pero tampoco se salvaba de no ser peligroso, pues los demonios podrían adoptar la forma de un ser radioactivo o en llamas.

De lado izquierdo se encontraba un gigante cíclope, el cual llevaba consigo una especie de llanta con lugares dentro de ella, habían orificios para que los que se subieran a ese juego pudieran ver el paisaje desde los cielos, pues el gigante lo sacudía y hacía malabares con él. Había otro en el cual la mayoría de los habitantes asistían, pues era muy divertido y extremo; los carritos chocantes. Aquellos que, no se encontraban en el pavimento sino en el aire, eran una especie de carros con rostros y conciencia añadidos, podían hablar con el piloto y copiloto, cada carro poseía a los costados dos alas, el conductor o los conductores de ese carro eran capaces de chocar a los demás y de lanzar hechizos, eso es lo que lo hacía peligroso puesto que si se destruía el vehículo la persona caería desde las alturas.

Claro no harían falta los clásicos juegos de las canicas, que en este caso serían ojos. El juego de pesca en el que habían pulpos y pirañas, el juego del baloncesto en el que se encontraría como portería la cabeza de un demonio colgado en lo más alto de un poste de gran mandíbula y carente de dientes. Los juegos de tiro al blanco en el que habrían sapos inflados como globos y los dardos estaban hechos de filosos dientes. Cada juego (clásico) daba premios, esto no era nada distinto al reino humano, daban peluches no letales pero si perturbadores pues presentaban animales que podían cobrar vida si el dueño así quisiese, con anomalías o deformidades pero de igual forma cómodos.

Luz volteó a ver a su novia y comenzó a saltar, se encontraba muy emocionada, Amity sólo sonrió.

Amity: ¿Y bien? ¿A dónde primero?

Luz: ¡No sé! Estoy emocionada, quiero jugar en todos.

Amity decidió ir primero por los juegos clásicos, aunque éstos no fueran 100% seguros para su omega eran los "más tranquilos" además de que ella estaría en todo momento para salvarla si eso fuese necesario. Asistieron primero al juego de tiro al blanco, Amity sólo se recargaba sobre la barda y miraba con detenimiento la alegría que su omega desprendía de sí, dardo tras dardo, diente tras diente, fue rompiendo a los sapos haciendo que éstos explotaran envolviéndolas a ambas en una especie de sangre babosa verde, Amity pagó el juego y Luz escogió su primer peluche perturbador: un gato de un solo ojo y con la mirada perdida, aquel que al momento de tener en manos comenzó a sacudirse y a treparse en los hombros de Luz, alfa y omega se encontraban riendo, Amity giró el dedo índice e hizo que ambas estuvieran limpias de nuevo.

Se dirigían al próximo juego pero se toparon con rostros conocidos.

Willow: ¡Hola Luz!

Luz: ¡Willow!

Luz se acercó y abrazó a su amiga, Amity cruzó los brazos y las miraba a la distancia de pocos metros, Luz al separarse notó que tenía compañía aquella omega, haciendo que su sonrisa se borrase un poco.

Boscha: H-hola -saluda débilmente-

Luz: Hola Boscha...

Amity: Así que salen ¿eh? -se acerca al trío de omegas-

OVER YOU [OMEGAVERSE] (LUMITY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora