Después de aceptar ir al centro comercial y caminar por horas conseguí el vestido.
Al llegar a casa me quedé dormida en el sofá. Ahora por eso me duele la linda espalda.
Me pongo de pie y busco una taza de café , entro a mí habitación, busco una falda azul claro larga hasta los tobillos, un suéter lila y unos zapatos negros deportivos.
Busco mi bolsa, me hago una cebolla antes de salir de casa. Bajo las escaleras corriendo, saludo a todas las personas que veo. Camino hasta la salida, el portero me saluda y hago lo mismo, salgo de mi edificio, en el camino veo a una anciana que necesita ayuda con unas bolsas, me ofrezco a ayudarla y me da las gracias, llegamos a una inmensa mansión, entramos aunque los de seguridad del portón me veían de arriba a abajo.
— Margareth ya llegué— dice la abuela.
Dejo las bolsas donde ella me las pide —toma— me ofrece un sobre de billetes.
—no, encerio gracias pero no lo necesito.
—soy una abuela, ¿Que puedo hacer con esto? Tengo más.
—gastelo en usted o si tiene nietos— digo sonriendo —encerio mil gracias pero no, lo hago con mucho gusto.
—mama— baja un señora muy fina e elegante —¿Hola? ¿Quien eres?— dice con una sonrisa.
—esta jovencita me ayudó con las bolsas y no acepta mi dinero— se cruza de brazos y solo puedo reír.
—no necesito el dinero, encerio no lo necesito.
—aceptalo, gracias por ayudarla.
—de nada, es un placer. Soy Angelina— ella me estrecha la mano que acepto.
—soy Margareth.
—me tengo que ir, llego tarde al trabajo pero un gusto conocerlas y ayudarla a usted.
Ambas sonríen, si se parecen, ojos azules, cabello rubio, hermosas y tiernas.
Salgo de la casa o mansión o hasta castillo, voy caminando hasta la empresa, ya qué había tráfico y tuve que caminar y mover estar piernas. Al llegar saludo a el portero, luego a la recepcionista, subo al elevador y todos murmuran cosas y más cosas, me bajo en mi piso. Saludo a Érica, voy directo hasta el cuarto del café como yo lo llamo, hago el café sin azúcar, tocó la puerta y se lo entrego, salgo y le busco su agenda.
—tarde— dice sin mirarme —¿No puedes hacer algo tan sencillo como llegar temprano?.
—si, iba a llegar pero ví en la calle a una anciana la ayude, luego pedí un taxi pero...— me interumpe.
—no digas excusas, te quedaste dormida y punto no debes inventar— me ve a los ojos. Su mirada me penetra.
—no son excusas, además no me quedé dormida.
—piensa lo que quieras pero a mí no me enganchas, tienes la cara hinchada eso significa que te quedaste dormida.
Busco mi teléfono y es cierto. Pienso en las bolsas y ¡Rayos! Es que no soy más tonta y distraída. Levanto la falda y todavía no en han salido las pepitas —no tienes porque seducirme.
—tengo...uy ¿Para qué le hablo si solo digo mentiras? — me volteo molesta.
Busco en mi bolsa las pastillas de alergia y me tomo dos.
Me siento en el escritorio, recibo llamadas insultando me. Solo me quedo callada y dejo que se desahoguen, el jefe no está haciendo bien el trabajo o algo está pasando aquí, o tal vez son ex novias creo que me voy por la segunda, con estás insultadas no es bueno en la cama o tal vez en el escritorio...
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el beso del infierno
Romance¿besar a lucifer? ¿besar a mi jefecito? nunca digas siempre. siempre me comportaré bien, patrañas de niña de 10. ahora que tengo 21, ahora me estoy dando cuenta que soy un desastre, todos se burlan de mi vida, pero tengo un detrás de esta cara. -¿qu...