capitulo 46: soy tu esposo

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Siento algo raro en mi parte íntima pero muy raro pero familiar.

Abro los ojos y ahí está él, lo miro mal, quita mis manos y cierra mis piernas le gruñó y me cruzo de brazos.

—solo trato de calmar mis ansias así que shu shu...ah perdón— dije —es en tu cama.

El no dice nada y solo mira mis ojos serio.

—no me mires así— le digo y me tapo con la sábana.

El me la quita —¿Que pasa?— le pregunto.

—eso debo decirlo yo ¿Que pasa? ¿Por qué te da pena mostrarte desnuda a mí? ¿Qué tiene de malo sentir deseo?.

—eso es un pecado— digo riendo.

—el pecado que ya cometiste— se acuesta a mi lado viendo el techo.

Me quedo mirándolo —¿Te vas a quedar mirando?.

—¿Que más voy a hacer? — digo pensando algo —solo quería preguntarte ¿Por qué tardaste tanto?.

—la fila era larga y me distraje en otra cosa.

Me encojo de hombros.

Me acomodo en la cama y me abro como estrella —¡Odio el embarazo! Estás hormonas, este calor, este hombre que no sé lanzarlo por la ventana o por las escaleras.

—arriba de ti es donde me quieres.

—dejame.

—¿Tienes calor cuando yo me estoy congelando?.

—estube investigando y sí, hay mujeres que es con el frío y otras con el calor, hace un rato era el frío y ahora el calor.

Ahora siento un cosquilleo en mi parte íntima y solo quiero lanzarme encima de ese hombre.

Mi respiración es agitada por el calor y estoy toda sudada por eso.

El se pone de pie, se quita el pantalón, luego la camisa, también las medias y todo, hasta el bóxer, me quedo viendo su perfecto abdomen.

—no te pregunta lo de siempre porque ya sé tú respuesta.

—me gusta lo que veo— le respondo y me abro más como estrella y cierro los ojos —¡Ven a mi frío!— pido para ver si algo viene —una brisita, un aire pero algo frío.

Siento su respiración en mi cuello —yo pido frío no calor.

El suelta una carcajada —estoy desnudo y me estoy congelando.

Me pone su mano helada en mi vientre —eso necesito helado— la baja hasta mi parte y abro los ojos.

Quito su mano y el ríe.

—no está bien.

—ya te lo dije, cada vez que me desees puedes tenerme, encerio, soy tu esposo debo cumplir tus deseos y más con mi bebé adentro.

—no sabes si estoy embarazada.

—yo digo que sí— me pega a su cuerpo —di todo lo que piensas.

—¿Todo? ¿No importa lo que diga?.

—si— me dice sonriendo.

—te lo Narro, quiero que me hagas el amor— el sonríe y sus ojos brillan.

—no sabes cómo me haces feliz— pone un mano en mi cintura y la otra en mi vientre —pero déjame hablar con mi bebé antes— se acuesta en mi vientre —hola mi niñita o niñito, soy papi— mis niñas ese es papi —si eres una niña serás la más consentida del mundo y si eres niño serás un mujeriego como tú padre.

el beso del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora